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YOLANDA DE LUIS
AVILÉS.
Sábado, 10 de noviembre 2018, 01:57
Los ecos de la histórica manifestación del jueves por las calles de Avilés seguían ayer. Eran motivo de conversación en la calle, porque los más viejos del lugar solo recuerdan algo parecido a comienzos de los años ochenta cuando comenzó la feroz reconversión de Ensidesa. «Las cantidad de gente en la calle la hace comparable a aquella movilización, pero desde entonces no ha habido una tan grande», señala Santiago Rodríguez Vega, que fue alcalde en los años más duros de la reconversión y recuerda las numerosas manifestaciones que recorrieron las calles de Avilés durante veinte años reclamando soluciones.
La del jueves le ha dejado la sensación de que «en Avilés, después de todas las reconversiones que hemos vivido no queremos tener una más y lo hemos demostrado saliendo a la calle». Cree que la memoria colectiva está todavía «todo el sufrimiento que dejaron tras de sí aquellos años y aunque en la manifestación vi mucha gente joven que seguro que en muchos casos ni siquiera había nacido, pero tienen una conciencia clara de lo que pasó entonces y tampoco quieren que se repita».
Para el exalcalde, «la respuesta en la calle es esperanzadora, aunque otra cosa será la capacidad que tenga la empresa de girar sobre sus pasos para cambiar la decisión de cierre y también la de los políticos para influir en eso».
Entre los sindicatos ayer había cierta euforia contenidapor haber conseguido una movilización del nivel que se vio el jueves. Todos coincidían que no se había visto tanta gente en la calle en defensa de la industria desde aquella histórica movilización de principios de los ochenta. Los máximos responsables de Comisiones Obreras y de la Unión General de Trabajadores en la comarca, José Manuel Baltar e Iñaki Malda, respectivamente, relatan las emociones que vivieron durante la marcha desde la plaza del Vaticano hasta El Parche. «Nos colocamos en segunda línea, pero a los pocos minutos ya estábamos alejados de la pancarta de cabeza por la gran cantidad de gente que fue llegando a la manifestación», señala Baltar. Mientras que Malda cuenta como se fue encontrando con compañeros de toda Asturias en el recorrido, incluso alguno llegado de León y otros que se organizaron para llegar a Avilés por ejemplo desde Moreda después de salir del trabajo.
«Todos sabíamos que iba a ser una gran manifestación, pero la realidad nos superó. Los asturianos, y los avilesinos especialmente, estamos muy concienciados de que no queremos que la industria desaparezca. Alcoa es nuestra fábrica de aluminio, se llame como se llame», apuntó el secretario comarcal de UGT.
«Lo que estamos defendiendo es un sector estratégico, el del aluminio, que debe seguir presente en España con o sin Alcoa», defendió su homólogo de Comisiones Obreras. Y añadió que el Estado debe intervenir para garantizar su mantenimiento, «si la multinacional no quiere vender, el Estado debe expropiar las fábricas».
Su antecesor en el cargo, José María Guzmán Pacios, también vivió los años de la reconversión de Ensidesa y su transformación hasta su pase a manos privadas. Recordaba movilizaciones importantes en la ciudad como aquella de principios de los ochenta y otras con mucha gente, pero de carácter más local, como la que hubo para pedir la aplicación de un plan estratégico en Avilés con quince mil personas en la calle, «y eso que en ese momento no estábamos hablando de ningún cierre ni de pérdida de empleo».
La histórica movilización levantó ayer muchos comentarios, pero en la mente de todos los participantes en ella ya está nuevas acciones para conseguir que Alcoa no se cierre.
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