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EDUARDO PANEQUE
GIJÓN.
Viernes, 10 de enero 2020, 02:45
Mientras que la población asturiana volvía a disminuir en 2019, según los datos del INE conocidos el pasado martes, el paro lleva los dos últimos trimestres al alza -a falta de que conocer los del último-. La mirada corta podría achacarse a circunstancias coyunturales. Pero, ... la larga, arroja dos cifras sobre las que merece la pena detenerse: el padrón regional ha caído en 34.067 personas durante último lustro al tiempo que la tasa de ocupación laboral solo aumentó en 10.800. O, simplificando las cifras, la sangría demográfica que sufre la región lleva un ritmo tres veces más rápida que la velocidad con la que se crean nuevos puestos de trabajo. La serie comparativa, que arrancaría en 2014, no es baladí. Fue el año, atendiendo a distintos indicadores, que comenzó la recuperación económica. Lo demuestra, por ejemplo, la cifra de parados que, tan solo un año antes, en 2013, había alcanzado el máximo de la década: 117.500 personas no tenían trabajo entonces en Asturias, casi un 200% más que al inicio de siglo. Una atisbo de regreso a la bonanza económica que se dejó por el camino la recuperación demografía, en caída libre.
Pero, la prueba del algodón no pasa solo por analizar la disminución del paro sino ponerlo en consonancia con la creación de empleo. Y aquí, la foto fija de la tasa de ocupación no da pie a tirar cohetes. En 2015 había 375.200 mayores de 16 años con un trabajo por cuenta ajena o propia. Cinco años después, solo unos pocos más, 386.000. La recuperación ha venido impulsada por el dinamismo del sector servicios, en el que se han creado 8.000 empleos en los últimos cinco años, y la construcción, con otros 5.000. Este último, si cabe, de una forma más vigorosa puesto que su peso sobre el total de la actividad económica es considerablemente inferior.
En el lado contrario, la industria. Un sector que alza la voz en busca de soluciones arroja cifras que hablan por sí solas: contaba con 59.700 trabajadores hace cinco años; ahora, 53.600. ¿Solo sucede en Asturias? Sí. Ni la media nacional ni ninguna otra comunidad autónoma tiene como resultante un signo negativo. De hecho, algunas como País Vasco, también dependientes del sector secundario, han recuperado casi 30.000 empleos industriales desde el último trimestre de 2014. Los últimos meses no han sido fáciles en la región y el futuro tampoco permite vislumbrar otro escenario porque, entre otros, los cierres de las centrales térmicas están ya con la cuenta atrás en marcha. Se sumarán a las múltiples crisis de los últimos meses donde, al cierre de la minería se sumaron las crisis de Arcelor, Alcoa o Vesuvius, entre otros. En este contexto, se entienden las medidas que, desde todos los ámbitos, se urgen al gobierno en ciernes: un estatuto para las electrointensivas, la lucha contra las deslocalizaciones y un plan realista de transición ecológica.
La evolución también sigue ritmos diferentes según se trate de hombres o mujeres. Los nuevos empleos ocupados por ellas han avanzado cinco veces más rápido desde que se iniciase la recuperación económica. En concreto, lo ha hecho entre las mujeres con edades superiores a los 35 años porque, contrariamente, el empleo juvenil sigue gozando de mejor salud entre los hombres. Aunque las diferencias entre sexos continúan estando lejos, la distancia se ha reducido.
El diagnóstico no estaría completo sin radiografiar la población activa de Asturias. Un segmento que, sea con la crisis, antes o después de ella, no ha hecho otra cosa que disminuir en la región. Primero, se achacó a que muchas personas, afectadas por el desánimo, declaraban que ya no lo buscaban activamente. Después, la emigración de asturianos en busca de oportunidades laborales sumado a un descenso de la inmigración recibida. Y, un último factor, el envejecimiento. El resultante son 25.000 personas menos con edad para trabajar. Una cifra que asciende a casi 40.000 si ampliamos la horquilla hasta el inicio de la década. Si abultada parece la cifra, más lo es cuando se apostilla que, con todo, son menos que aquellos, principalmente jóvenes, que hicieron las maletas en los años más duros para buscarse la vida fuera de la región. No hay atisbos de que la inversión de la pirámide poblacional se vaya a producir a corto plazo así que el único respiro podrá venir a final de mes si los datos de la nueva EPA son positivos.
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