Son muchos ciudadanos los que tienen dudas sobre qué tipo de tarjeta se adapta mejor a sus necesidades. Los bancos ofrecen múltiples opciones y no siempre sabemos cómo utilizarlas o con cuál debemos quedarnos, o incluso si debemos tenerlas todas. Por eso desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recuerdan la importancia de conocer las posibilidades que ofrece el mercado y poder saber qué tipo de tarjeta es mejor según la ocasión para ahorrar dinero, ganar en seguridad y sacarles el máximo partido.
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Según explican desde la OCU, las diferencias entre los diferentes tipos de tarjetas de pago «son cada vez más difusas». Existen tres tipos de tarjetas diferentes:
Las tarjetas de débito son una herramienta para disponer de los fondos depositados en las cuentas corrientes, por lo que van siempre asociadas a una cuenta. Tanto las disposiciones en cajeros automáticos como las compras se cargan de manera inmediata en la cuenta asociada y el límite de disposición de fondos en compras viene establecido por el saldo disponible en la cuenta.
La entidad que las emite te está concediendo un crédito, es decir, un dinero por adelantado, así que puedes usarlas hasta el límite de crédito fijado. Cada vez que se realiza una operación, ésta se anota en una cuenta de crédito, independiente de tu cuenta corriente. o. La más habitual es el pago a fin de mes sin intereses, aunque es posible aplazar el pago durante más tiempo pagando los intereses fijados en el contrato.
Estas tarjetas no están vinculadas a una cuenta bancaria y su límite se ajusta al saldo que cargues en ellas previamente.
Y, aunque no son tan comunes, también están las tarjetas híbridas, que mezclan características de las tarjetas de crédito, débito y prepago. Así como subtipos como las tarjetas clásicas, las oro o las platino, las tarjetas virtuales para operar 'online' o las puramente revolving. Estas últimas están totalmente desaconsejadas por parte de la OCU ya que solo hay pago a través de cuotas mensuales con intereses, son muy caras y favorecen el endeudamiento perpetuo y el sobreendeudamiento.
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Ante tal oferta de tarjetas de pago, la OCU argumenta que lo más probable es que a los consumidores les venga bien tener varias tarjetas y usarlas en función del tipo de gestión que se vaya a realizar.
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Las tarjetas de débito son la mejor opción para obtener dinero en efectivo sin pagar comisiones, eligiendo bien los cajeros automáticos.
Las tarjetas de crédito te interesan para tus compras habituales, con la ventaja de que algunas ofrecen incentivos por su uso. Se podrá tirar de crédito sin depender del saldo de tu cuenta, aunque es una opción que obliga a pagar intereses elevados y conviene usarla sabiamente y solo de vez en cuando.
Por otro lado, definen a las tarjetas prepago como «un buen complemento» para el resto de tarjetas debido a las ventajas adicionales que ofrecen:
Al tener solo el saldo que uno decida cargar en ellas, si introduces sus datos o los dejas almacenados en aplicaciones, tiendas y proveedores de servicios online (Amazon, Netflix, Uber, Cabify, etc.), sabes que las posibilidades de fraude están limitadas a ese techo de gasto.
También son útiles para proporcionar un medio de pago a los hijos o a otras personas que no dispongan de una cuenta corriente.
Y en los viajes al extranjero, sirven tanto para evitar comisiones excesivas por extracción de cajeros y cambio de divisas, como para limitar los daños por uso fraudulento o clonación de datos, especialmente fuera de la zona euro donde el riesgo es mayor.
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