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Otra potencia siderúrgica mundial, Reino Unido está cada vez más cerca de quedarse sin hornos altos. Un drama para las regiones afectadas por los posibles ... cierres y para todo un país que vio nacer la Revolución Industrial. El proceso guarda ciertas similitudes con el que ahora amenaza a Asturias, la descarbonización presiona y las empresas apuestan por reducir sus emisiones con inversiones verdes, pero por el camino se pierden las instalaciones más contaminantes y, de paso, se ahorra el gasto en sustituirlas, que sería el más caro.
La india Tata Steel, propietaria de la planta galesa de Port Talbot, la más contaminante del país, acaba de anunciar que a finales de año va a cerrar sus dos hornos altos y, con ello, reducir drásticamente las emisiones. A la vez, eliminará unos 2.800 empleos y construirá un horno de arco eléctrico en la acería, que ya no empleará arrabio. Según 'The Financial Times', la empresa rechazó las propuestas sindicales de una transición más gradual, que incluía mantener un horno alto en funcionamiento hasta 2032.
El plan resulta similar a lo que puede suceder en Asturias si Arcelor finalmente no construye la planta de reducción directa del mineral de hierro (DRI) que había comprometido para sustituir a uno de los dos últimos hornos altos españoles, una inversión que, a pesar de contar con 450 millones de euros de ayudas públicas, la compañía mantiene bloqueada. En 2026 finaliza la vida útil del horno alto 'A' y en 2032, la del 'B'.
Para Tata, el mayor productor de acero de Reino Unido, también hay ayudas públicas. En concreto, 500 millones de libras, más de 580 de euros, que aún evalúa la Unidad de Asesoramiento en Subvenciones. La compañía india, con 8.000 trabajadores en el país, plantea hacer funcionar ese horno eléctrico con chatarra, mientras defiende que se mantendrá la autosuficiencia de fabricación de acero de Gran Bretaña y se reducirán las emisiones de CO2 en cinco millones de toneladas, alrededor del 1,5% de las que origina la producción industrial del país. «El camino que estamos planteando es difícil, pero creemos que es el correcto», aseguró el director ejecutivo de Tata Steel, Thachat Viswanath Narendran. «Debemos transformarnos a buen ritmo para construir un negocio sostenible en Reino Unido a largo plazo».
Sin embargo, este compromiso medioambiental choca de lleno con el proyecto que tiene la compañía en Kalinganagar, India, donde se prepara para abrir uno de los mayores hornos altos del mundo. Precisamente, de ahí y de Países Bajos plantea Tata Steel llevar desbastes a sus factorías británicas para que sean laminados. Las acusaciones de «hipocresía» no se han hecho esperar, mientras que la tensión entre sindicatos y Gobierno es máxima y también entre los distintos políticos. El ministro de Economía del Gobierno galés, Vaughan Gething, ha recordado que Reino Unico corre el riesgo de convertirse en el «único país del G7 que no puede producir acero primario».
Porque llueve sobre mojado. Tras la quiebra de British Steel hace cinco años, se hizo con la compañía la china Jingye, que tiene decidido también cerrar el horno alto de Scunthorpe, en el norte de Inglaterra, y eliminar con ello 2.000 empleos, todo como parte de su proceso de descarbonización. De nuevo el argumento es la reducción de emisiones y también se prevé utilizar hornos de arco eléctrico. Para Jingye se ha propuesto una subvención de 300 millones de libras (unos 350 millones de euros).
El primer ministro británico, Rishi Sunak, ha asegurado que en su Gobierno están «absolutamente comprometidos» con la producción de acero. Sin embargo, el país está a las puertas de quedarse sin la posibilidad de fabricar «acero virgen». Parlamentarios conservadores ya han alertado de que corre el riesgo de «volverse dependiente de Estados extranjeros hostiles».
En una carta al primer ministro, la parlamentaria conservadora de Scunthorpe, Holly Mumby-Croft, ha instado a que se consideren otras opciones más ecológicas, como la captura de carbono y el uso de hidrógeno, «antes de que se tome cualquier decisión definitiva e irreversible de desmantelar los hornos altos británicos, lo que nos dejaría, por primera vez desde que tenemos memoria, incapaces de fabricar acero a partir de materias primas».
«Como parte de nuestro viaje hacia el cero neto, es prudente evaluar diferentes escenarios operativos para ayudarnos a alcanzar nuestros ambiciosos objetivos y seguimos evaluando nuestras opciones», apuntó, por su parte, un portavoz de British Steel.
Según un informe del Parlamento británico publicado el pasado martes, las factorías de Port Talbot y Scunthorpe fabrican en conjunto alrededor de 5,9 millones de toneladas anuales -en Asturias son 4,5-, el 82% de la producción de Reino Unido, que importa la mayoría del acero virgen que necesita. Precisamente, en ese informe se cita la ayuda del Gobierno de España a Arcelor para la factoría de Gijón, entre los apoyos prestados al sector dentro de la Unión Europea.
Mientras, la industria siderúrgica británica insta a la Administración a ofrecer más subvenciones y reducir los precios de la electricidad para seguir siendo competitiva, sobre todo, ahora que sus factorías serán cada vez más electrointensivas. La asociación sectorial UK Steel denuncia que sus costes están a un «gran abismo» de los de Alemania o Francia , de hecho los sitúan casi en el doble. Todo suena familiar en Asturias.
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