Los precios de los alimentos suben cinco veces más que los salarios en Asturias

Según los datos del IPC hechos públicos esta semana, los alimentos subieron un 14,6% en Asturias en doce meses, el mayor aumento de toda la serie histórica. Solo de septiembre a octubre se elevaron un 2,3%, lo que supone también el alza intermensual más elevado desde que se tienen registros, y un 13% en lo que va de año. Mientras, un informe de CC OO revela que los 103.780 trabajadores afectados por los 70 convenios negociados en la región cuentan con una actualización de los salarios media del 2,77% -2,51% en el caso de los convenios de empresa y 2,78% en los sectoriales-. Pero la distancia entre el encarecimiento de la cesta de la compra y los sueldos es aún mayor, ya que en muchos otros casos los trabajadores ni siquiera han contado con ese aumento, como los que tienen pactado un alza menor o los que han sufrido un descuelgue del convenio. El descenso del poder adquisitivo es aún más elevado en el caso de los que han perdido su empleo o están en ERTE.

En este contexto, productos básicos como la leche, los huevos, las legumbres y las hortalizas se han encarecido entre un 24% y un 25%, los aceites y los cereales cerca de un 19%, las frutas un 16,3%, el pollo un 15,6% y los crustáceos y las patatas casi un 15%. Sin embargo, la palma se la lleva el azúcar, con un incremento del 58,4%. Solo en el último mes su alza es del 33,4%. No es el único incremento llamativo de septiembre a octubre: las frutas frescas se elevaron en 30 días un 8,7%.

Y la situación no tiene visos de revertirse en el corto plazo, cuando se encara la campaña navideña, que habitualmente supone el encarecimiento de los precios de muchos productos. De hecho, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, cree que no habrá una reducción, al menos, hasta enero. Por tanto, la curva ascendente no parece que vaya a tocar su pico este mes.

El porqué siguen subiendo los precios se debe a distintos factores, pero el principal es el aumento de los costes que soporta el sector primario, que van desde los energéticos al de los fertilizantes, que casi se ha duplicado, sin olvidar que también sufre el alza de sus propios productos, como el pienso que consume el ganado, que se ha disparado por la escasez de los cereales derivada de las malas cosechas y de la guerra de Ucrania, país conocido como el granero de Europa. «Es un problema de costes y no de márgenes empresariales», defendió Planas, ante la posibilidad de que las compañías aprovechen la coyuntura para elevar sus beneficios.

Lo cierto es que el traslado de la inflación a todos los eslabones de la cadena se va produciendo con cierto retraso y, a pesar de que los costes energéticos se han moderado, su pico aún no se había repercutido en el precio final. De hecho, en muchas compañías, con contratos de luz y gas fijos, ni siquiera se está percibiendo la actual rebaja que se registra en el mercado y que, además, tampoco parece que sea definitiva, ya que con la llegada del frío se espera una demanda mayor y que el coste de combustibles como el gas vuelvan a dispararse. Para evitarlo, la Unión Europea ya baraja poner un tope a su cotización de futuros en el TTF, el mercado de Países Bajos que se emplea como referencia.

Mientras, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) constata cierta estabilidad en el índice de precios internacionales, pero todo apunta a que no se trasladará al consumidor final hasta el año próximo. La Navidad llegará con el cinturón apretado.