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Tras 32 años al frente de su negocio, Mercería Continental, Pilar Diez reconoce que no se puede quejar. La gente no deja de acudir a ... su establecimiento. «Tengo una línea plana, sin muchos altos ni bajos, pero, por supuesto, que no vendo igual que hace treinta años, como le ocurre a todos los negocios». Ubicada en el barrio de La Arena, en la zona del Continental, Diez, que tiene 77 años, dice que ha podido sobrevivir porque el local es propio. «Si no, habría cerrado ya, como le ocurre a otros negocios, que no pueden afrontar el pago de los alquileres». Ya ha pensado que en cuanto termine con la mercancía de la que dispone cerrará las puertas de un comercio para el que no tiene relevo generacional. «Tengo una hija pero es ingeniera forestal y no va a hacerse cargo de la tienda». Es una enamorada de su sector, aunque no ha sido un camino de rosas. Jamás ha estado de baja y las vacaciones casi no han existido en su vida laboral.
Está satisfecha, sí, pero le gusta contar una anécdota de sus inicios, cuando un viajante la avisó: «En cinco años no vas a ganar ni un duro». Y tenía razón, apostilla. «Hubo que invertir. Yo gasté todos mis ahorros para poder continuar. Y no me arrepiento». Para mantenerse, se ha reinventado en algún aspecto. «Como sé coser y siempre lo hice, comencé a hacer arreglos y a mejorar prendas, dándoles un aire nuevo». Asegura que «da pena» ver cómo van cerrando muchos establecimientos del barrio porque este tipo de comercios «ofrecen una atención mucho mejor, más cercana» y eso es lo que la clientela busca.
Esa fidelidad la vive a diario Luz María Fernández, que lleva al frente de Tu Tienda, un comercio tradicional de ultramarinos, unos 15 años. Se trata de una empresa familiar desde hace cuatro décadas, en la que han trabajado varios miembros de dos generaciones. Con ella se cierra el círculo. Nadie más de la familia continuará. Y entonces un negocio más finalizara en ElBibio. «Vi echar la persiana a muchos locales alrededor. Cerraron aquí al lado hace poco tiempo una pescadería y una floristería. Da mucha pena. No deberían desaparecer, somos el alma del barrio, pero tenemos la culpa todos. Los jóvenes compran mucho por Amazon y más 'online' que en tiendas; la morfología de la ciudad va a cambiar en 50 años». Y pronostica que sobrevivirán cafeterías, confiterías y negocios artesanales, además de alguna pescadería y carnicería. «El pequeño tiene encanto, pero no puedes competir», pese a que posee ventajas que nunca tendrán los grandes, como una atención más personalizada, que especialmente necesita la gente mayor; «somos una especie de asesoría personal». Para tener una pequeña tienda, matiza, hay que especializarse y «no es fácil».
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