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La avería en el horno alto 'A' de Arcelor en Gijón, lejos de dejar la instalación sin personal, lleva la actividad a máximos. «Se trabaja a destajo», confirman sus operarios, que reconocen que son días de «muchas horas extra». De hecho, más allá de los empleados de plantilla, se está tirando del de auxiliares. «Hay grupos de trabajo por todas partes», explican. Las tareas son variadas, entre otras, se están apuntalando las estructuras dañadas por la explosión y el fuego, se tiene que limpiar la zona por la que se escapó el arrabio, ya solidificado, un proceso que se realiza con varillas de oxicorte, y se realizan los trabajos para preparar la salamandra, la operación mediante la que se vaciará el crisol del arrabio y la escoria que aún tiene dentro. Según cálculos del personal, podrían quedar alrededor de 3.000 toneladas en su interior.
De hecho, entre las tareas que también se están realizando hay dos básicas para intentar mantener en el mejor estado posible la instalación, por un lado se refrigera para que no haya más daños, mientras en el interior del crisol unas estufas mantienen caliente el arrabio y la escoria. «Si se solidifica, se acabó», relatan. Mientras, se prepara la salamandra, que podría durar alrededor de un día y medio y que está prevista para mañana.
Se trata de pinchar el crisol para extraer todo el material que queda en su interior, que se encauza hacia unos vagones especiales, similares a los torpedos. Para ello hay también que construir una especie de carriles que sirvan para ese cometido.
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Una vez fuera, habrá que esperar a que el crisol se enfríe por completo para acceder a su interior y comprobar la gravedad de la perforación, que ahora mismo está taponada de alguna forma por el propio escape de arrabio, ya frío. Explica el personal del horno que las grietas y la perforación del crisol son relativamente normales, aunque no así la explosión que se produjo y el incendio. Habrá que ver qué parte de las 1.500 toneladas de material refractario que cubren el crisol han podido dañarse, así como otras instalaciones, entre ellas, el sistema eléctrico, que fue afectado por el fuego.
La multinacional estima que podrá tener alguna idea de la gravedad del problema en una o dos semanas, una vez que se inspeccione la instalación. También buscará determinar qué sucedió para que se produjera la explosión. Se sabe que hubo algún tipo de filtración de agua, lo que provocó una reacción al entrar en contacto con el arrabio y la escoria, pero se desconoce en estos momentos de dónde procedía esa humedad.
Una vez determinado si es viable técnicamente reparar el horno, que parece probable, será vital conocer su coste, si es asumible para los dos años de vida que teóricamente tenía aún el horno alto. Después llegará otro asunto que podría ser complejo: conseguir el material necesario en un tiempo récord. En las baterías de cok se tardó medio año en lograr el refractario necesario.
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