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JOSÉ LUIS GONZÁLEZ
MADRID.
Miércoles, 11 de diciembre 2019, 03:51
El vicepresidente del Principado y consejero de Infraestructuras, Juan Cofiño, reconoció ayer en la Cumbre del Clima, en Madrid, que la descarbonización en Asturias va a un ritmo «más rápido» del marcado en la hoja de ruta que España envió a la Unión Europea. Las declaraciones de Cofiño se enmarcaron en una mesa redonda con los secretarios generales de CC OO y UGT, José Manuel Zapico y Javier Fernández Lanero, y el vicepresidente de Fade y presidente de la patronal del metal (Femetal), Guillermo Ulacia, que llevaba por título 'Modelo de gobernanza regional para la transición climática en Asturias'. Una mesa a la que se sumó la viceconsejera de Medio Ambiente y Cambio Climático, Nieves Roqueñí.
Las palabras del vicepresidente del Principado responden al análisis de las emisiones de gases de efecto invernadero y de la generación eléctrica a partir del carbón, dos magnitudes que han sufrido un notable descenso en los últimos tiempos. La perspectiva es que estas cifras sigan descendiendo de forma notable en los próximos meses, ya que para el próximo ejercicio están previstos los cierres de las térmicas de Lada y Soto de la Barca. Cofiño puso sobre la mesa una idea que su Gobierno viene repitiendo con insistencia en los últimos meses, la de una transición «justa e inclusiva», aunque, a la vista de los datos, «no va a ser fácil de conseguir que sea pausada».
El ritmo al que Asturias está afrontando la rebaja de emisiones supone también serios peligros para el tejido empresarial de la región, más concretamente para el industrial. La «vulnerabilidad» a la que se enfrenta Asturias ante un proceso de transición ecológica debido a su estructura productiva basada en las emisiones de gases de efecto invernadero obliga a que la región sea «más ágil y audaz» que otros territorios «para que la crisis climática no traiga como consecuencia una crisis económica y social», sostiene el vicepresidente del Principado, quien recordó que no solo el sector energético y el minero están afectados por estos cambios, sino también «el del cemento, la siderurgia y la metalurgia, el sector químico o el transporte».
Como elemento que puede ayudar a mitigar este impacto señaló Cofiño un marco regulatorio que equilibre la competencia entre las industrias que producen asumiendo los costes ambientales y aquellas que en otros países pueden seguir utilizando tecnologías contaminantes que les permiten fabricar con menores costes.
Juan Cofiño advirtió también de la situación en la que puede verse envuelta Asturias en poco tiempo en lo que a suministro energético se refiere. Aunque la intención del Principado es que Asturias pueda autoabastecerse de energía a pesar del cierre de las térmicas, el mero hecho de que la posibilidad de ser importadores esté sobre la mesa invita, a su juicio, a abrir una reflexión sobre las líneas de suministro. Se trata de proyectos cargados de polémica que en años anteriores fueron desechados cuando la intención era exportar energía, como es el caso de la línea Lada-Velilla, que suscitó una fuerte presión al Gobierno al atravesar una zona protegida de alto valor paisajístico y natural. La nueva situación deja la puerta abierta a retomar alguno de estos proyectos de líneas de suministro, aunque ahora será para importar una energía que antes se exportaba.
Donde también puso el foco el vicepresidente del Principado fue en el coste de la energía. Cofiño señaló que «el precio de la electricidad no debe suponer una merma competitiva», una frase que llega días después de que el Gobierno haya rebajado el importe de la subasta eléctrica, un sistema que bonifica a las empresas por usar su suministro en momentos puntuales y que también compensa a las industrias que consumen cantidades ingentes de esta energía por el diferencial de coste que hay entre España y los principales países de Europa.
Los cambios que se están produciendo en el clima tampoco escaparon al radar el vicepresidente, que recordó la necesidad de incrementar «año a año» las partidas económicas de los presupuestos «para responder adecuadamente a los efectos del cambio climático y prevenir y paliar las consecuencias de una meteorología más extrema y que, previsiblemente, será cada vez más frecuente».
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