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NOELIA A. ERAUSQUIN
GIJÓN.
Martes, 7 de mayo 2019, 04:47
La industria asturiana recibió ayer una nueva estocada, inesperada, pese a las advertencias que venía realizando Arcelor desde hace meses sobre las malas perspectivas de su negocio en este 2019. La multinacional anunció que recortará su producción en Asturias en 700.000 toneladas, ... un 16% del acero sólido que sale de las plantas de la región y que ascendió a 4,2 millones de toneladas el año pasado (4,9 en el caso del arrabio), según cuantifican fuentes de la multinacional. La subida del precio de la energía, la escalada del coste de los derechos de CO2 y el incremento «sin precedentes» de las importaciones de acero de países de fuera de la Unión Europea, que precisamente no tienen que hacer frente al sobrecoste por las emisiones, son los argumentos esgrimidos por la compañía para adoptar esta medida, cuyo impacto laboral tiene aún que cuantificar y que también afectará a las auxiliares.
Las instalaciones asturianas no son las únicas afectadas por la decisión de Arcelor. Peor suerte se lleva la planta de Cracovia (Polonia) en la que se parará su único horno alto y su acería, con una reducción de 1,5 millones de toneladas. Además, el grupo prescinde de incrementar su producción un millón de toneladas en la italiana Ilva, como era su previsión. En total, los efectos de esta medida se cuantifican en 3,2 millones de toneladas, de los que algo más del 20% corresponden a Asturias. La multinacional, sin embargo, no toca otras factorías que tiene en Europa, como las belgas, alemanas o francesas, incluso se libra del recorte la gala de Fos-sur-Mer, siempre situada junto a las asturianas entre las menos productivas del continente.
Arcelor centra así su decisión en Europa en dos territorios, las instalaciones de Gijón y Avilés, con el mayor recorte desde el apagado de un horno alto en 2009, en plena crisis, y la de Cracovia -en Ilva simplemente no aumenta la producción-. «Se ha comenzado por las plantas con peores costes marginales», señalan en la compañía, sin descartar que pudiera haber nuevas medidas si el negocio se complica aún más en Europa.
Con un precio del CO2 similar en todo el viejo continente, los dos puntos que más distinguen a las factorías de Polonia y España del resto son el precio de la electricidad y la llegada masiva de importaciones. Mientras que la factura eléctrica aquí es entre un 25% y un 30% superior a la de Alemania, en la factoría de Cracovia el diferencial se eleva al 50%. Además, España -también Italia- es de los países más afectados por la llegada de acero 'barato' de Turquía, mientras que en Polonia es el ruso el que está haciendo estragos. Se trata de productos siderúrgicos procedentes de plantas extracomunitarias, que no tienen que asumir el sobrecoste de los derechos del CO2 y que tampoco tienen las exigencias laborales de Europa. De hecho, tras un 2018 en el que las importaciones de acero crecieron un 8,6% en España -un 21% si solo se tienen en cuenta las de países terceros-, el primer trimestre de 2019 sigue la misma senda, con un aumento del 7% en relación al año pasado y un 14% en comparación con 2017.
«La difícil decisión de reducir temporalmente nuestra producción de acero plano primario no se ha tomado a la ligera», ha argumentado en un comunicado enviado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores el consejero delegado de ArcelorMittal Europa Planos, Geert van Poelvoorde, que también ha insistido en que la compañía tratará de desarrollar medidas sociales para mitigar el impacto de su decisión en los trabajadores. Sin embargo, en una reunión ayer con los sindicatos, la multinacional reconoció que aún no sabe cómo afectará a la plantilla esta medida, ni si recurrirá al Expediente de Regulación Temporal de Empleo que tiene activo para casos como este, aunque todo parece indicar que así lo hará. Tampoco supo precisar qué impacto tendrá en las líneas acabadoras del Principado ni en las satélites de las factorías de Lesaca, Echévarri o Sagunto. Lo que sí tiene claro es que empezará a reducir la producción de los hornos altos de su factoría de Gijón y la actividad en la acería de Avilés, sin cerrar ninguna línea, de ahí hacia abajo en el proceso siderúrgico se irán viendo afectados distintos talleres, sobre todo de planos, hasta que la situación se recupere. Porque Arcelor sí destaca que se trata de una decisión temporal, aunque no hay una previsión sobre en qué momento se podría retomar la normalidad y reconoce que no espera que el mercado vaya a remontar en el corto plazo.
«Estas acciones reflejan la debilidad del entorno de la demanda en Europa actualmente, una situación agravada por el incremento de las importaciones, a pesar de las salvaguardas introducidas por la Comisión Europea», aseguró también Van Poelvoorde, poniendo el foco en la posición que ha tomado la UE con respecto a su siderurgia.
De hecho, fuentes sindicales consideran que esta medida podría ser un elemento de presión más hacia la UE para que imponga medidas de defensa comercial más efectivas que las existentes hasta ahora, que afectan a 26 productos, pero que están demostrando una eficacia insuficiente para parar el aluvión de importaciones, provocado sobre todo por el proteccionismo de EE UU, que con sus aranceles al aluminio y al acero ha desviado hacia Europa gran parte de la producción siderúrgica que iba a ser destinada a su mercado.
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