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Hace tiempo que la chatarra no es exactamente un desecho. Lo fue en su momento, pero cada vez se está convirtiendo en un recurso más ... valioso y escaso. La capacidad del acero para reciclarse constantemente permite que su reutilización reduzca consumos energéticos y emisiones. De momento, para algunos productos, como la chapa destinada a la automoción, aún se requiere que provenga directamente del mineral de hierro, al tener una mayor calidad. De ahí la necesidad de mantener aún los hornos altos o que las acerías pasen a funcionar con hierro de reducción directa (DRI), lo que se plantea para la acería de Gijón.
Sin embargo, en ese proceso se cuenta con introducir cada vez más proporciones de chatarra. De hecho, el puerto de El Musel tendrá que prepararse para un cambio clave en las mercancías que recibe destinadas a las factorías de Arcelor. Se desplomará el mineral de hierro y se disparará la llegada de chatarra -la multinacional ya consume en España 2,1 millones de toneladas- y de DRI, que necesita unas condiciones de manejo muy específicas con atmósferas inertes, debido a sus características de autocombustión y explosión. También bajará la llegada de carbón, aunque quizás más por la transformación de las térmicas que por Arcelor, que mantendrá sus baterías de cok, aunque luego su producción pueda ser exportada ante el apagado de un horno alto.
La importancia creciente de la chatarra queda acreditada en el Plan de Acción Europeo para el Acero y los Metales, que dedica uno de sus seis ejes a promover la circularidad de estos, lo que puede ahorrar hasta un 80% de la energía necesaria para producir acero, cifra que escala hasta el 95% en el caso del aluminio. Destaca el documento que, además, permite reducir la dependencia de la industria de materias primas importadas.
Sin embargo, el volumen de chatarra reutilizada en la Unión Europea está disminuyendo. Los factores para ello, según la UE, son dos: la falta de demanda de la industria –y cita especialmente al acero– y el aumento de los precios de esta que pagan productores siderúrgicos y de aluminio de terceros países, «a menudo debido a distorsiones comerciales, como subvenciones, o condiciones de mercado desleales». Como resultado, las exportaciones de chatarra ferrosa se han más que duplicado en los últimos años, hasta un máximo de 19,43 millones de toneladas en 2021 (aproximadamente el 20% del total generado en la UE).
Para revertir esta tendencia, el principal objetivo que se marca la UE es estimular la demanda, algo que ya vendría implícito si se consolidan los proyectos de hornos de arco eléctrico que tienen previstos la mayoría de empresas siderúrgicas presentes en Europa para paliar, de alguna forma, el apagado de hornos altos. La cuestión es que para que pueda ser rentable su uso también se precisa que la chatarra sea de calidad, lo que requerirá mejores clasificaciones y tratamientos. Este cambio conllevará inversiones de recicladores y consumidores e incluso nuevos requisitos de diseño. Asimismo, se prevén incentivos por parte de Bruselas y los Estados miembros.
«Para facilitar la adopción de contenido secundario en sectores tradicionalmente dependientes de metales primarios, la Comisión preparará el establecimiento de objetivos para el acero y el aluminio reciclados en sectores clave de forma rentable, teniendo en cuenta la diferente capacidad de repercutir los costes a los clientes y la competencia global», apunta el plan del acero y otros metales. Esto incluirá la automoción, cuyo estudio de viabilidad se completará a finales de 2026.
La Comisión también evaluará la necesidad de establecer requisitos de reutilización o contenido reciclado para otros grupos de productos, así como de priorizar las características de diseño y tratamiento de residuos que faciliten la separación de los componentes de cobre de las fracciones de acero y aluminio.
Reconoce el Ejecutivo comunitario que «aumentar la participación de la producción de metales secundarios implica un cambio en ciertos paradigmas de producción y modelos de negocio», para lo que pide colaboración entre los distintos actores de la cadena de valor.
No obstante, estas no son medidas inmediatas, ya que la Comisión adelanta que involucrará «a todas las partes interesadas» para debatir las obligaciones de reciclabilidad y contenido reciclado, así como otras cuestiones relacionadas, para elaborar la Ley de Economía Circular prevista para el cuarto trimestre de 2026 y la aplicación del Reglamento sobre Diseño Ecológico para Productos Sostenibles.
Más allá de la demanda. la Unión Europea considera que también será necesario actuar sobre la oferta, algo que la siderurgia lleva años reclamando, ante la falta de chatarra de calidad y a precios competitivos que se encuentra en el mercado. «El esfuerzo por aumentar la demanda interna de chatarra metálica solo será eficaz si se mantienen las condiciones internacionales de competencia justa», avisa la Comisión, que pretende restringir la exportación de chatarra a terceros países en los que pueda causar daños al medioambiente y poder promover la importación. Por ello, se buscará prevenir la posible fuga de chatarra a terceros países con estándares menos rigurosos y se plantea la posibilidad de aplicar derechos a la exportación.
En este sentido, apunta que Estados extracomunitarios no permiten derivar a Europa esa chatarra, mientras que otros «aplican subvenciones injustas para apoyar sus industrias de reciclaje y producción de metales». Por ello, la Comisión estudiará la posibilidad de proponer, si fuera necesario, una medida comercial para garantizar disponibilidad suficiente de chatarra en la UE e incluso una norma de reciprocidad.
Asimismo, garantizará que la chatarra circule libremente dentro del mercado único, para asegurar su reciclaje en las instalaciones más eficientes y aprovechar las economías de escala. El problema es que en ciertos tipos persisten aún barreras debido a la falta de armonización en la clasificación de residuos. De ahí que se espere que la Ley de Economía Circular mejore el funcionamiento de los mercados de materias primas secundarias y se cree un mercado único para los residuos.
Otro aspecto en el que se trabajará será en perfeccionar la clasificación de calidades para facilitar una mejor adecuación de la oferta a la demanda de la UE.
Garantizar el acceso a una energía limpia y asequible. Promueve la reducción de impuestos por parte de los Estados, ayudas del BEI, contratos por diferencia o elevar las compensaciones por el CO2 indirecto.
Prevención de fuga de carbono. Modifica el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM) para ampliarlo a derivados, se protegerán las exportaciones y se vigilará la elusión.
Promoción y protección de las capacidades europeas. Revisión de las medidas de salvaguarda comercial, introducción de la norma de 'fundido y vertido' y fortalecimiento de la vigilancia de los flujos comerciales.
Promover la circularidad de los metales. Estimular la demanda de materiales reciclados, establecer obligaciones de contenido reciclado y garantizar una disponibilidad suficiente de chatarra.
Defensa de los empleos industriales de calidad. El Observatorio Europeo de una Transición Justa supervisará el impacto de la transición en el empleo.
Reducción de riesgos en los proyectos de descarbonización. Fortalecer la demanda de productos limpios fabricados en la UE, más ayudas a los proyectos y a la investigación y simplificación regulatoria.
Trabajo conjunto en la implementación de una transición justa. Diálogo constante entre la industria, los sindicatos y otras partes interesadas.
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