Aníbal González: «Estamos tan felices con el bronce como si hubiéramos logrado el oro»

«En México solo tengo experiencias buenas y agradecimiento hacia ellos de por vida. Soy un mexicano más porque así me lo hace sentir la gente, un mexicano-asturiano-español orgulloso de mis raíces y de haber representado a México en una competición de este nivel», afirma en conversación con EL COMERCIO desde Yokohama, donde se escribió el epílogo de una competición que ha supuesto el colofón a un proceso iniciado en enero de 2019. Por su formato, con partidos cada tres días y viajes de tres o cuatro horas tras algunos de ellos, el torneo supuso un desafío para su labor que superó apoyado en la predisposición de los jugadores, que se levantaron del duro revés en la tanda de penaltis de las semifinales frente a Brasil para lograr un triunfo frente a la anfitriona que considera «muy gratificante».

«Estamos tan felices con el bronce como si hubiéramos logrado el oro», expresa el llanisco, que se muestra «muy contento por la forma en la que se consiguió» la medalla. «En estas instancias cualquiera de las tres es una pasada y hay que valorarlas muchísimo. Hay que disfrutarlo», matiza el preparador físico, satisfecho con el recorrido de la 'tricolor' en el país nipón. «El equipo siempre compitió muy bien, llevamos a Brasil hasta los penaltis y terminamos el torneo como máximos goleadores de los Juegos Olímpicos», valora con un dulce regusto, consciente también de que su deporte está muy expuesto a la dictadura del marcador y «el olimpismo es otra cosa diferente porque premia el esfuerzo y otros valores».

«El ambiente que se vive transmite una mística diferente a cualquier otra competición de fútbol», reconoce el llanisco, que en las últimas semanas ha compartido villa olímpica con deportistas de otras disciplinas y augura que algunos de los futbolistas presentes en Japón «van a hacer cosas grandes en el fútbol en Mundiales. «Fue un lujo haber competido», sostiene.

Transcurridas unas horas desde que el árbitro pitó el final en el duelo por el bronce, a Aníbal González todavía le cuesta tomar consciencia del éxito logrado y cree que la vuelta a casa, programada para la segunda mitad de agosto, le ayudará a poner en perspectiva el éxito en tierras niponas. «Cuando vuelva a Llanes y pueda estar con mi familia y mis amigos, asimilaré esto y lo valoraré todavía más. Estaré aún más feliz», indica el motor de la Selección Mexicana, que acumula más de un lustro como profesional lejos de casa, labrando un currículo internacional que ahora engalana con una medalla olímpica. «Cobra todo sentido y te da un plus de energía para buscar nuevos retos y seguir creciendo», argumenta.

Ahora encara un período de asueto antes de determinar el siguiente desafío con el que continuar su trayectoria. Ya ha recibido propuestas de la Major League Soccer (MLS) estadounidense, de algún club mexicano y de Japón, aunque se sentará a hablar con los dirigentes de la Federación Mexicana de Fútbol para perfilar con calma el futuro, ligado al del cuerpo técnico encabezado por Jaime Lozano. De momento, paladea el éxito con sabor azteca tras un perfecto encaje que le lleva a ilusionarse con una meta en el horizonte: «Ojalá en el futuro pueda seguir representando al país en un Mundial y lograr un resultado histórico».