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JAVIER BARRIO
GIJÓN.
Viernes, 25 de octubre 2019, 00:15
El reloj avanza frenético hacia las 11.15 de la mañana, en pleno corazón de Avilés, cuando EL COMERCIO entra por la puerta del taller del reconocido escultor candasín Vicente Menéndez-Santarúa. En ese maravilloso caos artístico, que llena la retina, conviven cinceles, maquetas, caballetes, cuadros, pinceles, una pizarra de ideas, un busto de Manuel Preciado en cera perdida -herencia del trabajo que cristalizó en el monumento al técnico-, otro de Jovellanos... Y Quini, santo y seña del Sporting y sportinguismo, motivo del encuentro.
Porque desde hace años, al autor de la estatua a Woody Allen en Oviedo, creador de la del técnico de Astillero en Gijón, y más y más, le ronda por la cabeza ampliar su trabajo con un monumental Quini. Una compleja obra de arte que inmortalizaría la legendaria volea de 'El Brujo' en bronce marino -el material más resistente ante los azotes de la meteorología astur-, y que en principio se ubicaría en los alrededores de El Molinón. Todo es revisable, con un planteamiento que tiene más de una dirección. Pero quiere ir paso a paso.
De momento, es una idea. Un proyecto en el que también está sumergida la Asociación Cultura y Sociedad de Mieres, que se ha volcado totalmente para su promoción. Existen bocetos y un pensamiento para su ejecución, con diferentes visiones, posibilidades y escalas, pero no se quiere avanzar en nada hasta, primero, tener el visto bueno de la familia de Quini, que conocerán los detalles de primera mano en una reunión que se espera en breve. Después quedará pendiente la financiación de la obra. Quién o quiénes estarán dispuestos a financiar la volea de 'El Brujo' que formará parte para siempre del paisaje de El Molinón.
«Hace mucho tiempo que estamos trabajando en ello», concede el veterano escultor, en compañía de su hijo Samuel, quien asiente. Casi se remontan a los noventa. «Pero ya sabe que Quini siempre decía que no quería ningún homenaje en vida», recuerda el segundo. «El Molinón es un templo y Quini una divinidad para el sportinguismo», prolonga con solemnidad el artista candasín.
Los dos tienen varias ideas en la cabeza en relación al cómo, siempre esperando el visto bueno de la familia, y también han avanzado en el diagnóstico de los 'peros'. «El mayor problema», señala Vicente Santarúa, «está en poner a Quini en el aire porque eso implica muchos cálculos. La base es un problema, pero ya tenemos una idea. El peso, el viento, que alguien pueda poner algo encima, son muchas cosas». Añade a renglón seguido «el suelo, claro, que es pantanoso y hay que tener un anclaje fuerte». Se refiere al entorno de El Piles, imaginando como una de las localizaciones más ideales para la obra la rotonda que da la bienvenida a El Molinón después de cruzar la avenida del mismo nombre, abrazada al Kilometrín.
Pero el concepto que más se repite, voluble dependiendo de la inyección económica con la que se cuente, e incluso el entorno, es el de «la escala». Influirá en el tiempo de ejecución y la zona. «La escala nos define el entorno», explica Samuel Menéndez, antes de profundizar más: «No tendría sentido usar por ejemplo esa rotonda (la de la avenida del Molinón) si vamos a trabajar con una escala humana. Lo perderíamos. Habría que llevarlo a otro entorno porque cuando colocas un elemento en una zona urbanística se lo come y, por eso, hay que aumentar la escala todo lo posible».
La de Quini, en esa zona concreta, podría subir hasta los tres metros de altura. «Multiplicar la escala por dos o por tres», remarcan. Es una idea. Otra, a tamaño natural. «Hay que tener en cuenta también que los coches y los autocares no la tapen. La acústica y la luz», enumera Vicente Santarúa. Este último elemento preocupa en el estudio. «La pega que puedo poner a la estatua de Preciado es la iluminación, que tenía que tener más. Esto sería algo histórico. Habría que pensar en que Quini estuviera también iluminado de noche», explica el artista, que ya tiene en el estudio desde hace décadas un encargo de la directiva del Sporting de los años noventa en relación a 'El Brujo'. Un cuadro que, entre cambios y entradas y salidas de directivos, permanece allí.
Detalla el laborioso proceso de cada una de sus obras: arcilla, escayola, cera perdida, moldes de silicona, bronce marino..., y el que podría seguir el monumento al mito rojiblanco. Todos los gestiona desde el principio hasta el final, siguiendo el rastro con el cincel hasta la mismísima fundición. Surgen en la conversación personajes de lo más variopinto, como Gaspar Melchor de Jovellanos, Campomanes, incluso el exfutbolista Campanal. Y, entre fotografías y anécdotas, todo vuelve al punto de arranque de la conversación. «Lo que más ha destacado siempre en Quini es su humanidad. En el esfuerzo físico de esa postura para la obra habría que incluirla», se propone el escultor. Quini a la altura de Quini.
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