Secciones
Servicios
Destacamos
Un año y medio después de que el Sporting, con el beneplácito del Ayuntamiento, propietario del estadio, metiera a El Molinón en la carrera mundialista, nadie puso aún los números encima de la mesa para poder 'aterrizar' un proyecto que nació con un 'sobrepeso' que hubo que rebajar a la mitad. Eso solo en cuanto a la inversión necesaria para que el templo rojiblanco cumpla los requisitos para albergar partidos de una Copa del Mundo. A esos 150 millones, que nadie explicó de dónde iban a salir, habría que sumar los cálculos municipales sobre lo que costaría cumplir con las exigencias de la FIFA (entre ellos hasta la factura de la luz y el agua de la 'fan zone' y todo libre de impuestos).
El Gobierno local cuantificó estos gastos imputables al Ayuntamiento en más de 50 millones de euros. Así, en el escenario más optimista, aunque en Gijón hay experiencia sobrada en cuanto a sobrecostes de obras, la inversión necesaria para empezar a hablar del Mundial en Asturias ya supera los 200 millones de euros.
En el último intento del club para convencer al Ayuntamiento de rubricar el acuerdo con la FIFA, se presentó un adelanto del estudio de impacto económico que está elaborando la Universidad de Oviedo. Estas estimaciones, «realizadas tomando como base escenarios y supuestos moderados con un amplio margen de variación en todos los cálculos realizados» hablan de 250 millones de euros de retorno global, con una creación de empleo durante el mes de competición de 700 puestos de trabajo.
Tampoco convenció al Ayuntamiento, que consideró «imposible» calcular beneficios sin conocer previamente el coste. En cambio, el Gobierno local ha estado analizando estudios publicados en revistas científicas de prestigio internacional, algunos de los cuales demuestran con datos que grandes eventos deportivos, como el Mundial de fútbol, acaban en pérdidas para las sedes.
Entre estos análisis, se encuentra el realizado por Martin Müller, David Gosihvili y Sven Daniel Wolf, del Departamento de Geografía y Sostenibilidad de la Universidad de Lausana (Suiza). Bajo el título de 'El déficit estructural de los Juegos Olímpicos y la Copa del Mundo: comparando costes e ingresos a lo largo del tiempo', los autores recogen buena parte de la literatura científica que ha estudiado la repercusión económica de estas citas organizadas por el Comité Olímpico Internacional y la FIFA y aportan una visión global al analizar los datos desde 1964 hasta 2018.
Publicado por la revista estadounidense 'Economy and Space' en 2022, este estudio académico concluye de manera científica que los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol sufren un «déficit estructural» y que «no podrían existir sin subvenciones externas». Es más, determina que se trata de eventos muy rentables para las organizaciones dueñas de sus derechos (COI y FIFA), mientras que para los comités organizadores es rentable «a veces, pero no muy a menudo». Sin embargo, para la ciudad anfitriona y para el gobierno «casi nunca» es rentable.
Los autores consideran que el tema de estudio resulta crucial tanto para la ciudadanía como para los que toman las decisiones «en un momento en el que albergar 'megaeventos' está siendo cada vez más contestado». A los que elogian su capacidad transformadora como catalizadores del desarrollo urbano y regional, responden con que «cada vez mayor número de ciudades y países que manifiestan su oposición a albergar este tipo de eventos». Una lista a la que se acaba de incorporar Gijón.
A grandes números, este minucioso informe refleja que, en casi todos los Juegos de verano e invierno y los Mundiales de fútbol entre 1968 y 2010, los costes superaron a los ingresos y que la media del retorno de la inversión de cada uno fue negativa (-38%), con una media de coste de 2.800 millones de dólares sobre una media de ingresos de 1.700 millones.
Entre las Copas del Mundo de fútbol, la de 2002, organizada por Corea y Japón, ostenta el récord de mayor déficit absoluto con casi 5.000 millones de dólares de diferencia entre ingresos y gastos. De todos los Mundiales analizados por estos investigadores, curiosamente el de Rusia en 2018 es el único que ha arrojado beneficios. La Copa organizada por España en 1982 también fue deficitaria.
La posición de la FIFA como principal beneficiario de los Mundiales es puesta de relieve como receptora de los ingresos y transferidora de los gastos, lo que justifica la crítica habitual de que «los costes de estos 'megaeventos' son socializados, mientras que los beneficios son privatizados». Los investigadores insisten en que cuando se refieren al déficit estructural de estos eventos quieren decir que es «persistente y sistemático», ajeno por lo tanto a las condiciones del país anfitrión o de sus gestores.
Remarca el estudio algunos de los argumentos contra el acuerdo con la FIFA que ha sido criticado por el Ayuntamiento y sus grupos municipales. «Si estos eventos todavía generan considerables beneficios para la FIFA y el COI, es porque estas organizaciones tienes asegurada su autoridad sobre las fuentes de ingresos más importantes a lo largo del tiempo, mientras que siguen siendo responsables de una pequeña parte de los gastos». «Mientras que la FIFA y el COI insisten en el 'fair play' en el campo de juego, parece no importarles que en los actuales 'megaeventos' las cartas estén extremadamente amañadas a su favor», dice el informe académico.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.