víctor m. robledo
Viernes, 27 de noviembre 2020, 01:22
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Mario Schiter, con orígenes familiares en Cangas del Narcea, fue durante años hombre de confianza en asuntos médicos de Diego Armando Maradona, al que acompañó incluso en su estancia en Cuba. Necesidades familiares separaron sus caminos, pero no su complicidad. Anteayer participó ... en la autopsia como perito de parte a petición de la familia Maradona.
–¿Se esperaba que llegara a estos niveles la repercusión por el fallecimiento de Maradona?
–Está siendo una locura en el mundo entero. Para mí, en lo personal, es una mezcla de sensaciones. Se trata de una persona a quien quiero mucho, al que conozco hace muchos años y con quien tengo una relación personal, a la que se suma la relación entre médico y paciente, lo que lo hace más especial aún.
–¿Cómo se enteró?
–Estaba en el hospital, como siempre, trabajando en mi horario laboral. La noticia nos sorprendió a todos y fue un impacto muy fuerte, porque no era algo que uno no pudiera esperar que ocurra, pero tampoco era algo predecible en estos tiempos. Poco después, cuando aún estaba asimilando la noticia, fui honrado por la familia al ser designado como perito de parte para la autopsia por la confianza que tenía en mí en un momento muy particular. Pasé de la conmoción a la responsabilidad médica.
–Hacía poco que había vuelto a trabajar con Diego.
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–Pasaron muchos años en los que no actué como médico de cabecera de Diego. Y no lo soy. En su última internación en la Clínica Olivos por un hematoma subdural me pidieron que designara un equipo en calidad de consultor y retomamos fuertemente la relación con Claudia, su exmujer, y con toda la familia. Me enteré de la noticia del fallecimiento de Diego y unos treinta minutos después recibí una llamada de Claudia diciendo que me habían designado como perito de parte o veedor en la autopsia.
–En Argentina mucha gente puso el foco en esa autopsia.
–No hay dudas. Fue muy clara y sencilla. Nada puede generar polémica. El resultado tiene una parte confidencial y otra con lo visto macroscópicamente. En un tiempo se dará el resultado final y no creo que haya mucha controversia. Creo que la familia estuvo muy bien poniendo no solo a los forenses, sino también a un veedor neutral. Le da transparencia.
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–¿Cómo llegó a trabajar con Maradona?
–Llevo Asturias puesto en mi corazón por mi madre asturiana conmigo adonde vaya. Con Maradona me pidieron coherencia, transparencia, ética y compromiso, y Asturias tiene mucho de esto. Si algo de eso pudo ser de utilidad para Diego o para cualquier otro paciente, bienvenido.
–No tuvo que ser fácil entrar en la burbuja que siempre lo rodeó.
–Mi relación con él siempre fue de tipo profesional, a través de alguna consulta o tratamiento. Se mantuvo un respetuoso silencio durante veinte años en el sentido más ético de la palabra. Creo que él valoró de mí que nunca haya entrado en ningún tipo de controversia ni en ventilar cuestiones que no estuvieran estrictamente vinculadas con su salud.
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–¿Era muy distinto el Maradona público al que usted conoció?
–No era diferente, era una persona muy sencilla, muy sensible. Teníamos muchos aspectos en los que pensábamos en común. Se ha hablado mucho de su vida personal, pero me gusta una frase que está circulando y que pertenece a un humorista argentino llamado Fontanarrosa: «No me interesa lo que haya hecho con su vida, me interesa lo que haya hecho con la mía». Las críticas a su vida personal no son adecuadas. Ahora lo que corresponde es guardar silencio y honrar su memoria.
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–Dice que les unían muchas cosas, pero el fútbol no era una de ellas.
–(Ríe) No, no soy futbolero y creo que ya no voy a aprender de fútbol jamás. Aquí en Argentina hay un dicho común que dice que no debe envolverte el personaje. A mí no me pasó y muy probablemente el hecho de que no tuviera ese fanatismo futbolero haya hecho que Diego y yo tuviéramos una relación muy particular.
–¿Cuándo habló por última vez con Maradona?
–La última vez fue tras su intervención. Había salido bastante bien y por eso estamos consternados y sorprendidos.
–Cuando trabajó en Asturias –fue gerente del Área II en Cangas del Narcea entre 2009 y 2011– poca gente supo de su pasado con Diego.
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–Jamás lo he querido airear. La única vez que hablé o escribí sobre Diego fue durante mi estancia en España y con algún artículo muy puntual en Argentina. Ahora hago esta nota porque me parece que hacerlo en el lugar en el mundo que es para mí Asturias me quita del medio para cualquiera que pudiera pensar que tengo otro objetivo que no sea tratar de arrojar un poco de claridad.
–En las últimas horas se le habrán pasado por la cabeza muchos recuerdos.
–Me quedo con una charla que mantuvimos acerca de lo que realmente es importante en la vida, que es el amor a la familia. Aquella imagen tan linda que tuve con él respecto a la trascendencia para nosotros de nuestros fue realmente significativa para mí.
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