CARLOS AMADO
Sábado, 17 de diciembre 2022, 01:20
Dos de los más grandes jugadores que han dado en su historia el Sporting y el Oviedo y que se enfrentaron en los derbis de la época dorada de los dos equipos -aquella en la que ambos peleaban en la zona alta de la tabla de la máxima categoría- se reencuentran en el escenario donde esta noche se volverá a poner en juego el orgullo del fútbol asturiano. Los exinternacionales Juan Carlos Ablanedo y Carlos Muñoz se juntan en el Carlos Tartiere para echar la mirada atrás y rememorar cómo afrontaban ellos esta cita tan especial.
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Las circunstancias han cambiado mucho, pero la esencia se mantiene. «Los derbis no se juegan, se ganan» y «no solo hay tres puntos en juego». Estas frases ya se han oído a lo largo de esta semana en boca de los actuales jugadores de las dos plantillas y son los argumentos que ya empleaban Carlos y Ablanedo en su época y que vuelven a plantear en vísperas del Oviedo-Sporting.
El exdelantero azul vivirá esta noche su primer derbi desde los despachos, como embajador del Oviedo, cargo que ejerce desde octubre. «Es muy distinto porque desde aquí veo mucho más la organización que hay, pero a mí me gustaba mucho el derbi como jugador, porque representabas la imagen de la afición», explica. «Al estar los dos en Primera, también era el honor de ver qué equipo mandaba en Asturias», añade.
Además, reconoce que él era uno de esos jugadores a los que les gustaba calentar el ambiente durante los días previos. «Yo era muy provocador y, aunque vivía estos partidos con muchísima ilusión y nerviosismo, me gustaba siempre picar un poco en el ambiente», relata. Y cree que se trataba de una baza que «era importante para la afición y para nosotros como equipo, porque jugabas un poco con el ánimo del contrario y así intentaba que pensaran más en mí que en el resto de cosas». Carlos reconoce que asumir este papel le pasaba factura en circunstancias variadas, «como cuando iba a Gijón a cualquier acto, pero bueno eran gajes del oficio». Pero sí recuerda especialmente su debut con la Selección, un 12 de septiembre de 1992, ante Brasil, que fue en el estadio del eterno rival, donde el público no hizo distingos pese a que vistiera la camiseta de España. «Me hubiera gustado más debutar en el Tartiere, pero al final creo que no hubo mejor escenario», dice. «Debutar en Gijón, ganarle a Brasil 3-0 y meter un gol con toda la presión que había contra mí fue pletórico», afirma entre risas.
En ese amistoso contra la Canarinha también jugó el guardameta del Sporting Juan Carlos Ablanedo, que se acuerda del trato de la grada a Carlos y admite que «la rivalidad entre Sporting y Oviedo se lleva no solo en todos los partidos, sino en todas las circunstancias». Para el meta gijonés se trata de «una rivalidad preciosa que tenemos que cuidar muchísimo para que siga siendo ejemplo para todo el mundo del fútbol y de todas las aficiones».
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Al echar la vista atrás, Ablanedo, que colabora activamente en la Asociación de Veteranos, pone sobre la mesa la presión que sentían porque «tienes depositadas muchas ilusiones de los aficionados, de la historia de los derbis y quieres ganarlo». Cree que esos sentimientos no han cambiado, aunque sí reconoce que entonces, con mayor presencia de canteranos en el equipo, la presión era fuerte. «Eras de toda la vida del equipo y vivías muy intensamente el partido», dice. «Ahora, a los futbolistas que llegan se les transmite la historia del club y la importancia del derbi, pero en nuestra época tal vez salíamos al campo con excesiva responsabilidad y no queríamos fallar en ningún caso», explica. Este cambio, en opinión del meta, ha redundado en beneficio del fútbol. «En los últimos años he visto que los dos equipos juegan más alegremente, así que en eso se ha ido a mejor», explica.
«La atención mediática, que crecía durante la semana, hacía que el ambiente estuviera ya en su punto», relata el gijonés. «Todos éramos muy respetuosos y sabíamos que la disputa era únicamente deportiva, pero que hubiera quien intentara poner nervioso al rival también formaba parte del juego», reconoce sobre las 'provocaciones' de Carlos. La sangre nunca llegaba al río y los dos apelan a que no se vuelvan a repetir comportamientos como los del último derbi. «Algo así no lo viví nunca y, visto desde fuera, me resultó un poco triste porque al final esto tiene que ser una fiesta y que gane el que tenga que ganar, que yo quiero que sea el mío», dice Carlos. Lógicamente, cada uno desea el éxito a su equipo. El exdelantero azul apuesta por un 3-1, mientras que Ablanedo firma un 1-2.
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