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JAVIER BARRIO
GIJÓN.
Lunes, 22 de junio 2020, 02:29
A la hora de cenar, inaugurando semana, el Sporting y el Oviedo discutirán hoy en El Molinón la última entrega del derbi. Uno sin burbuja ambiental, pero preñado de alicientes más sustanciales a futuro. La cartelera anuncia un encuentro áspero, de morro torcido y mucha necesidad. Con horizontes y ambiciones bien distintos. Los gijoneses y los azules iniciarán su discusión por la corona regional en los dos extremos de la clasificación de Segunda División. Pero en ambos casos, sí o sí, persiguiendo un triunfo que vale su peso en oro. A los anfitriones, en pleno remonte, el descorche les metería de lleno en la lucha por el 'play off', quedando a solo un punto del sexto a falta de ocho jornadas para el desenlace. A los ovetenses les sacaría a corto plazo del mal trago por el que pasan. Tras dos pírricos empates, celebrar en Gijón equivaldría automáticamente a dejar la tierra quemada del descenso a Segunda B. Y ese salto, tanto por arriba como por abajo, se vería agigantado por la circunstancia de la rivalidad, que haría más profunda la herida.
Posiblemente, el derbi de esta noche tenga la capacidad más demoledora y, al mismo tiempo, energética de los últimos que se han disputado desde que se reinstaurase la rivalidad con aquel empate en El Molinón en septiembre de 2017. Pero sobre todo porque llega en un momento cumbre del año y tiene capacidad para ir perfilando aspiraciones. Con cara de perro lo ven en Oviedo y como una oportunidad de oro, en Gijón. Porque al derbi llegará el Sporting en su mejor momento de la temporada, volteado como un calcetín por Djukic. El método del serbio, con un crecimiento progresivo, ha llevado al equipo a llamar a las puertas del 'play off', enseñando bíceps y reclamando candidatura si no vuelve a extraviarse en su irregularidad.
Su Sporting ya compró boletos para ganar en Riazor al Deportivo de Fernández Vázquez, aunque solo pudo empatar. Pero, unos días después, se llevó por delante al Alcorcón en Santo Domingo, abrazado a una propuesta que luce cada vez más engrasada, combinando momentos de buen fútbol, un punto de forma muy interesante y una defensa que no da ni la hora a los delanteros contrarios. Así, como el proyecto menos goleado de Segunda División, los rojiblancos han dejado su portería a cero, inmaculada, en cinco de los seis últimos partidos. Así, con la persiana bajada, el equipo ha conseguido reducir el déficit de ocho puntos con el que Djukic terminó la noche de su amargo debut en La Romareda. Así se ha hecho cada vez más grande en el retrovisor del Huesca, Elche y Girona.
Sin especulaciones, ni la liturgia de la distracción y el engaño al rival que abunda en la previa de este tipo de duelos, Djukic seguirá dando palique a un once que ya se recita de memoria. La única variante de calado será la del mediocentro, con Pedro Díaz tocado y, salvo sorpresa, viendo los toros desde la barrera en el arranque del encuentro. En su lugar se presentará Nacho Méndez, cosido a Cristian y dejando el enganche a Manu García. El luanquín fue un más que dignísimo relevo para el 'ex' del City en Madrid. Otra duda que planeaba por Mareo era la relativa al reparto de minutos de los delanteros. Aunque esta vez, al menos en apariencia, se resolverá a favor de Djurdjevic, repetidor. El serbio abrochó un notable partido en Alcorcón, marcó, y será el ariete del Sporting en su vuelta a El Molinón, a donde regresará el equipo a disputar un partido 106 días después del último.
'Cuco' Ziganda, por su parte, mantiene su libreta guardada bajo llave, encarando el derbi con dos bajas sonadas. Juanjo Nieto, una de las pocas buenas noticias de los azules este año, y Saúl Berjón, el futbolista más totémico del Oviedo, verán el partido como espectadores por lesión. La ausencia de uno y otro resta profundidad, imaginación y tacto con el balón a los azules, entregados a la creatividad de Tejera y la pegada de Ortuño, escoltado por Sangalli y Bárcenas en las bandas. Y también, por supuesto, a las manoplas del prometedor Lunin. Al lateral izquierdo, además, posiblemente calce Ziganda a Christian Fernández, un jugador experimentado y de garantías para sellar el boquete defensivo del Oviedo. El Deportivo hurgó en esa herida en el último encuentro, logrando igualar un partido que tenía perdido a falta de un pestañeo para el intermedio. Tampoco estará hoy Sebas Coris, confirmando la escasez de argumentos por las bandas.
A los azules, crecientes con la llegada de Ziganda, el frenazo del COVID-19 les llegó seguramente en el peor momento. Se confinaron habiendo enganchado los seis últimos puntos que ofrecía la competición, respirando en la tabla. Pero los dos empates recolectados en la vuelta han sido insuficientes para relajar una situación que se ha complicado y que les ha empujado otra vez al descenso antes de pisar El Molinón, que perderá la fiereza habitual por la ausencia de aficionados. Apenas quedará el acto del himno, el reconocimiento a la afición en el minuto 20 y, por megafonía y grabado, el «ahora, ahora, ahora Quini, ahora». También, claro, el minuto de silencio a las víctimas de la pandemia.
En este coloso de butacas de plástico vacías, solo con el personal indispensable para la organización del evento presente, el Sporting y el Oviedo se jugarán los cuartos y tres puntos que les lanzarán o torpedearán en este momento de la temporada, sin que el empate sirva de mucho consuelo. Menos en Oviedo.
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