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Manuel Vega-Arango bromea con la bufanda de Eugenio Prieto, en el Parque de Isabel la Católica. A. G.

El derbi asturiano: «Las aficiones de Real Oviedo y Sporting deberían convivir como antaño»

EL COMERCIO reúne a los dos presidentes más representativos de la historia reciente del Oviedo y el Sporting para analizar el partido de rivalidad regional

Miércoles, 31 de enero 2018, 02:00

Las primeras palabras que surgen de la boca de Eugenio Prieto van acompañadas por un guiño. «¡A ver, que no puedo andar paseando por Gijón..!», espeta con cierta sorna el que fuera presidente del Real Oviedo durante más de una década. Bajo su presidencia, el conjunto azul vivió una etapa importante de su historia, en la que alcanzó el sueño que suponía disputar competición europea. Sobre su hombro, apoya el brazo en un gesto cariñoso Manuel Vega-Arango, presidente en la época más gloriosa de la historia del Sporting. Más de 24 años al frente de una entidad en la que, como si se tratase de una montaña rusa, experimentó una infinidad de sensaciones diferentes. EL COMERCIO juntó a ambos exdirigentes en vísperas del derbi asturiano que se disputa el próximo domingo. Ninguno quiere hacer un pronóstico, pero sí se atreven a lanzar un deseo casi al unísono: que gane el fútbol y, sobre todo, Asturias.

Eugenio Prieto y Manuel Vega-Arango conservan una amistad de muchos años basada en el respeto que siempre ha presidido su relación, cimentada cuando coincidieron en la primera línea. Es cierto que no fueron muchos años -solo dos, recuerdan ambos, poseedores de una memoria privilegiada que desgrana igual datos que anécdotas-, pero lo suficiente para entender que se trata de gente de fútbol, alejados del prototipo actual de gestor de clubes.

La admiración de Prieto hacia Vega-Arango comienza durante la etapa de futbolista de éste en el Universidad. «Era un delantero muy bueno, aunque algo lento», señala el expresidente del Oviedo desencadenando las risas del protagonista, que rememora su etapa en el conjunto universitario, cuando estudiaba en la capital del Principado.

«Durante la etapa más importante del Sporting, el 90% de la plantilla era asturiana»

El derbi, hoy en día, dista mucho de ser el espectáculo que ambos desearían. Puede ser que haya emoción y pasión fuera de la cancha, pero añoran un mayor hermanamiento entre las aficiones. Acompañado por un tono de resignación, Eugenio Prieto recorre el pasado y trae al momento actual imágenes de antaño, cuando niños de doce o catorce años iban al partido desde su ciudad de procedencia simplemente a vivir el partido de su equipo con el eterno rival. «No es admisible en dos ciudades que deberían estar hermanadas», apostilla el expresidente azul, que exhibe orgulloso los éxitos deportivos que el conjunto consiguió ante el Sporting durante su etapa al frente de la entidad.

«Veinte derbis en Primera y solo perdí dos», subraya antes de que le recuerden los goles de Monchu, en El Molinón, y Juanele, en el viejo Carlos Tartiere, responsables de aquellas derrotas. En total, Prieto vivió en primera persona como dirigente cuarenta partidos de rivalidad regional, incluyendo también los duelos correspondientes al Torneo Principado, la Copa y los que se disputaron en Segunda División.

Es obvio que le gustaría ver una victoria azul este domingo, aunque intuye un duelo «durísimo y competido». El factor desequilibrante, subraya, será la afición. «Ayudará a ganar al Oviedo», repite Prieto. Más cauto se pronuncia Manuel Vega-Arango, deseoso de que el derbi esté presidido por el respeto mutuo entre ambos conjuntos.

El oviedista cree que se verá en el Carlos Tartiere un duelo «igualado». Dice que la hinchada azul tiene motivos para el optimismo. La presencia de un técnico con la experiencia de Juan Antonio Anquela, buen conocedor de la categoría, representa para Eugenio Prieto una garantía de éxito.

Vega-Arango, por su parte, entiende que será un duelo «intenso», como ocurre en este tipo de encuentros. A pesar de que queda mucha Liga todavía por jugar, asume que el desenlace del 'clásico' regional tendrá un efecto importante. «Significa mucho por distintas razones», profundiza el exmandatario rojiblanco, que reclama «respeto» y «cordura» dentro del campo, ilusionado por resucitar «aquellos derbis de antaño» en los que convivían las dos aficiones.

A pesar de ocupar la presidencia durante casi dos décadas y media, lo cierto es que Manuel Vega-Arango solo vivió dos derbis desde el palco. Paradoja de las trayectorias que siguieron ambos conjuntos en la época reciente. Sabe que las dinámicas que arrastran los dos equipos tiene una escasa traducción en la práctica cuando se trata de un duelo de rivalidad. Pone como ejemplo el gijonés el envite de la primera vuelta disputado en El Molinón. El Sporting llegaba mejor a la cita, de acuerdo al reflejo que proyectaba la clasificación, y, sin embargo, el Oviedo dio la cara y arrancó un empate en el tramo final, premio a su empuje y castigo a los temores que mostró el cuadro local. «Ya dije entonces que aquello no iba a ser un paseo militar como se pensaban algunos», afirma en alusión a los peligros que conlleva la euforia desmedida.

Entiende Eugenio Prieto que el conjunto de la capital parte con ventaja antes del pitido inicial. El gol, asegura, lo anota la directiva con su iniciativa de poner en marcha una campaña para que los abonados pudieran retirar dos localidades para llenar el Tartiere y convertirlo en una olla presión a fin de llevar en volandas al cuadro local. Muchos de los aficionados que se darán cita en el estadio este domingo, apunta el expresidente, son jóvenes que han revitalizado el sentimiento de pertenencia dentro de la afición después de dejar atrás una delicada situación, con el equipo lejos del fútbol profesional.

«La directiva no gana partidos», rebate el que fuera su homólogo en el Sporting. Lo hace negando con la cabeza y sin ánimo de entrar en discusión sobre las consideraciones de Prieto. «Los gestores tienen que cumplir con su cometido y los técnicos y los futbolistas, con el suyo», apostilla Vega-Arango, antes de insistir en que una de las cosas que le ha enseñado el fútbol es que las cosas cambian de un día para otro. «Lo que un día es blanco se convierte en negro», profundiza.

Tiempo de cambios

Poco se parece el escenario actual al que vivieron Eugenio Prieto y Manuel Vega-Arango durante su etapas al frente de ambos clubes. El fútbol español ha experimentado en los últimos años una profunda transformación, motivada por diversos elementos que no pasan inadvertidos para los dos exdirigentes. Los ingresos por televisión y, sobre todo, la irrupción de grandes capitales que han invertido en los clubes españoles están detrás de este cambio que va más allá de la mera gestión.

Eugenio Prieto, sin ir más lejos, era la persona que controlaba todo en la entidad azul. Desde el detalle en aparencia más insignificante a la contratación de futbolistas que escribieron páginas relevantes en la historia del Oviedo. Un 'modus operandi' que caracterizó la gestión de Manuel Vega Arango durante buena parte de su gestión al frente de la entidad gijonesa. No existía, como la entendemos en la actualidad, la figura del director deportivo y eran en los presidentes donde todo empezaba y terminaba.

Cuenta una anécdota el propio Prieto que ilustra esa aseveración y, al mismo tiempo, describe a la perfección los puentes de colaboración que existían entre las dos entidades más importantes del fútbol asturiano. «Iba a fichar a un jugador que había jugado en el Real Madrid (Jankovic) y pedí referencias a Manolo (Vega-Arango). Y fue él quién me lo desaconsejó, advirtiéndome de que tenía un problema físico, como así se demostró», describe el expresidente del Oviedo, que agradece a Vega-Arango la ayuda que siempre le prestó. «Cuando uno llega a un sitio y no conoce lo que debe hacer, hay que escuchar a la gente que lleva muchos años y yo lo hice con Manolo. Aprendí mucho con él», destaca el exmandatario azul antes de devolver el derbi a la conversación.

«Para estos partidos hay que conocer al rival mejor incluso que a tu propio equipo. Desde el utillero (cita a Jorge, responsable de este área en el Sporting) hasta el último futbolista», sostiene sin titubeos Eugenio Prieto.

«Anquela es un grandísimo técnico que sabrá cómo gestionar el partido»

Manuel Vega-Arango, sin embargo, lo deja todo en manos de los profesionales. A ellos les corresponde estudiar al contrincante y buscar sus puntos débiles dentro del terreno de juego. Sí se moja, en cambio, a la hora de lamentar la escasa presencia de futbolistas asturianos en el duelo de este domingo.

Salvo sorpresa en las alineaciones que dispongan Anquela y Rubén Baraja, habrá dos jugadores nacidos en el Principado en los respectivos equipos dentro de su once inicial. Saúl Berjón y Diegui Johannesson serán de la partida en el Real Oviedo, mientras que Canella y Sergio -a la espera de ver si Castro repite como titular- estarán entre los elegidos por el preparador rojiblanco.

«Es muy triste», resume Eugenio Prieto, cuya trayectoria siempre se distinguió por seguir de cerca la evoluciones de las promesas del fútbol regional a fin de captarlas para su Oviedo. Más contundente aún si cabe es Manuel Vega-Arango, que no entiende que se orille a la cantera como ocurre en la actualidad. Entiende que los jóvenes siempre han respondido y más en un club como el Sporting. Pone como ejemplo los éxitos cosechados durante la etapa gloriosa coronada con un subcampeonato de Liga y dos de Copa del Rey. «En aquel equipo -detalla- cerca de un 90% de la plantilla estaba compuesto por asturianos». Nada que ver con la realidad actual.

Cuando se habla de jugadores del eterno rival que hubieran querido ver en sus equipos, Manuel Vega-Arango asegura que nunca estuvo tentado de pescar en el eterno rival, pero sí Eugenio Prieto. «Lo intenté con Joaquín», confiesa el expresidente azul, que descubre la contestación que le dio el hoy presidente de la Asociación de Veteranos: «Me dijo que era el capitán del Sporting y que se sentía muy identificado con el club y no podía jugar nunca en el Oviedo».

Alguna broma sobre el resultado jalona la despedida de ambos. «Qué gane Asturias y recuperemos juntos el terreno perdido», coinciden.

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