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El traslado a la ciudad portuguesa de Póvoa de Varzim de la biblioteca personal de Luis Sepúlveda, con sus más de 3.700 volúmenes y el conjunto de los elementos que formaban su estudio gijonés, tras llegar a un acuerdo entre su familia y ... el municipio luso sobre el que informaba ayer EL COMERCIO –recogiendo el testimonio de la viuda del escritor Cármen Yañez, en el que desvelaba que antes había sido ofrecido al Ayuntamiento de Gijón sin que llegase a fructificar una solución que lo materializase– es sin duda un asunto relevante en el ámbito cultural de la ciudad y la región. Hoy conocemos nuevos detalles de los contactos que mantuvo la familia de Sepúlveda con responsables municipales y las razones que no hicieron posible el que esa parte de su legado permaneciera en el lugar que eligió para vivir sus últimos años.
El director de la Fundación Municipal de Cultura, Miguel Barrero, reconocía a preguntas de este diario la existencia de esas negociaciones y explicaba los motivos que frustraron un posible acuerdo en los términos que los herederos del escritor planteaban. «En el otoño de 2020, la familia de Luis Sepúlveda y un grupo de personas cercanas a él formularon una propuesta que llevaba el nombre de 'Casa de las Letras'. Consistía en construir un edificio o bien acondicionar uno ya existente en el que hubiera salón de actos, una residencia de escritores, una biblioteca y cuya gestión estuviese a cargo de personas de ese entorno, sin que hubiese ninguna entidad jurídica constituida, pero cuya financiación fuese íntegramente municipal, es decir la de todos sus gastos: servicios básicos, mantenimiento, personal, etc. Eso era inviable porque suponía un gasto que no podíamos afrontar y desde el punto de vista legal tenía difícil encaje. Era realizar una infraestructura pública para cederla a una entidad privada que ni siquiera existía», explicaba ayer el responsable de la Fundación Municipal de Cultura.
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Barrero revela que además de las dificultades de encaje legal del proyecto, tras estudiar las características del edificio propuesto para esa futura 'Casa de las Letras' y «hacer una evaluación de costes», «se desestimó por su inviabilidad para las arcas municipales tanto para la puesta en marcha del espacio como para su funcionamiento y mantenimiento. Así se lo comuniqué a Carmen Yáñez y ella lo entendió». Fue entonces, según relata el director de la Fundación Municipal de Cultura, cuando la viuda, en representación de la familia de Sepúlveda, puso encima de la mesa la posibilidad de ceder al Ayuntamiento la biblioteca personal del escritor.
El propio Barrero, acompañado de la responsable municipal de las bibliotecas, acudió a visitar la colección de volúmenes y según matiza «tras hacerle saber a Yáñez que nuestra red está básicamente destinada al préstamo de volúmenes y no a la custodia o depósito de fondos, le expresé que sí sería de interés para el Ayuntamiento el legado del escritor, entendido como el conjunto de sus materiales de trabajo, manuscritos, cuadernos o efectos personales relacionados con su escritura. Le ofrecí la posibilidad de gestionar eso, aunque no a través de Cultura, sino de Archivos (dependiente de la Concejalía de Participación Ciudadana). Lamentablemente y por motivos perfectamente comprensibles, por el valor sentimental que entrañaba ese material para la familia, esa parte singular de su legado no entraba en su oferta». Ésta consistía, según señala Barrero, en el conjunto de los volúmenes de la biblioteca de Sepúlveda «del que se excluían aquellos que podían tener un valor singular y los que se ofrecían eran títulos que, en su inmensa mayoría, ya estaban disponibles en los fondos de la red municipal de bibliotecas. Así se lo hice saber a Yáñez, y que las bibliotecas de Gijón ni por sus características, logística o personal estaban preparadas para custodiar un conjunto de esa naturaleza. A cambio propusimos reunir en un espacio de memoria y homenaje a Luis Sepúlveda una colección de su propia obra en todas las ediciones que han sido traducidas a diferentes idiomas, que se ubicase en una biblioteca municipal y que ésta llevase su nombre, como así se hizo en el Centro Municipal de El Coto. Una propuesta con la que Carmen Yáñez se mostró de acuerdo», desgrana Barrero, quien reitera que «si lo que se nos hubiese ofrecido fuese el archivo literario del escritor, sus manuscritos, cuadernos y efectos personales relacionados con su obra, no habríamos dudado un segundo, pero eso no se incluía en la propuesta».
A la vez, aseguraba que «algo de lo que no se llegó a hablar en ningún momento fue de una cifra concreta, ni por parte de la familia, con la que a día de hoy existe una buena relación, ni del Ayuntamiento. Y desde luego, la aportación de Luis Sepúlveda a la vida cultural de la ciudad es algo con lo que todos los gijoneses estaremos siempre en deuda».
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