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Más de cuatro meses sin respuesta. Desde enero lleva la Consejería de Cultura reclamándole a la Fundación Selgas-Fagalde la lista de obras integrantes de su colección, además de detalles precisos sobre su estado y su ubicación. Una información que la entidad le niega alegando ... que las piezas que configuran el inventario no se corresponden con una colección ordenada «y sí con los cuadros y obras de arte que los fundadores de la entidad tenían en inmuebles de Madrid y Xátiva», negando de paso su vinculación con Asturias, como explicó la consejera, Berta Piñán, en sede parlamentaria.
Pero, de todo ese fastuoso conjunto, sí hay un catálogo que escapa al secretismo que rodea a los Selgas: el que se refiere a sus tapices, encargado a la doctora en Historia del Arte gijonesa formada en Bruselas Margarita García Calvo, quien asumió el encargo tras las tareas de restauración y acondicionamiento del pabellón de tapices que existe en La Quinta de El Pito (Cudillero), trabajos que fueron acompañados por la limpieza y el tratamiento de algunos de esos tejidos por la Real Fábrica de Tapices de Madrid.
García Calvo recibió entonces la encomienda de estudiarlos y catalogarlos. Una tarea que fue plasmada en un libro editado en 2009 por la propia Fundación, «dando así cumplimiento a la misión primordial, señalada por los fundadores, de estudiar y conservar su patrimonio», como escribe en el prólogo del volumen su presidente, Gregorio Peña Varona. El mismo que ahora ha dado luz verde a la venta de un Grego y un Goya, las joyas de la corona de la colección.
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¿Pero qué figura en ese catálogo? Pues, en palabras de García Calvo, «una colección muy completa, tapices de primera línea que están en buenas condiciones y que van del siglo XVIal XVIII. Sin duda, una de las mejores colecciones privadas de tapices de España y la única de Asturias».
«Esos dieciséis tapices que forman esta colección fueron adquiridos por los hermanos Selgas Albuerne, Fortunato y Ezequiel, en el último cuarto del siglo XIX en diferentes anticuarios madrileños, según atestiguan las facturas que se conservan en el archivo de la fundación», añade García Calvo, que cuenta que, «junto con los cuadros, muebles, cerámicas... fueron comprados para decorar la nueva residencia familiar, el palacio de La Quinta de El Pito». Y, así, «desde un principio, se construye un espacio para colgarlos, el pabellón de tapices», donde cuelgan varios de ellos. «Fue el propio Fortunato de Selgas, un erudito con formación universitaria, entusiasta del arte y de la arqueología, el que decide la colocación de las piezas en el pabellón y también en el palacete residencial (donde vivía la familia), en el vestíbulo, el comedor y la escalera principal». Tesoros que «son de procedencia mayoritariamente flamenca y fueron tejidos en los siglos de mayor prosperidad de la tapicería, siendo representativos, por tanto, de la mejor tapicería del Renacimiento y el Barroco».
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