
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«Ser conscientes de las dificultades es ser también conscientes de los retos», lanzaba ayer, en el Teatro de la Laboral, el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero. Lo decía durante la inauguración de la reunión anual de directores de una institución, que se siente «orgullosa» de cuidar y divulgar el español y las culturas hispánicas, durante 32 años de luces y alguna sombra. «Los problemas no nos pueden hacer olvidar algunas cosas que hemos conseguido», indicaba, antes de celebrar la mejora económica que ha experimentado este curso la entidad. «En 2009, el Cervantes recibió una transferencia del Estado de 90 millones de euros y en 2018 fueron, sin embargo, 66. Este año tuvimos ya casi 81 millones», festejaba.
Queda aún camino por recorrer porque «seguimos lejos de otras instituciones equivalentes, pero hemos ido rompiendo la línea de los recortes y estamos avanzando», contaba, antes de explicar que «la autofinanciación del instituto está por encima del 40%». Una muy buena cifra que se mantiene, cuando se mira hacia el personal. «Muchos centros estuvieron sin jefe de estudios, sin administrador o sin bibliotecario, pero hemos revertido esa tendencia y hemos ido cubriendo plazas».
Corren entonces buenos tiempos para el Instituto Cervantes que, después de muchos años con su expansión frenada, pudo continuar creciendo. «Después de una parálisis de más de diez años, abrimos en Dakar, Los Ángeles y Seúl», presumía García Montero, antes de señalar que están «en cien ciudades de cincuenta países, mientras que en 2019 estábamos en 86 lugares», comentaba. Salta a la vista que la entidad va derribando fronteras y que también lo hace dentro de España. «Hemos consolidado las relaciones con las lenguas del Estado español», apuntaba, seguro de que «la riqueza y la diversidad lingüística son un signo de identidad democrática».
Y, con todos esos objetivos cumplidos, el Cervantes quiere conquistar otros campos que, hasta ahora, le eran lejanos. «En estos tiempos, el español no puede ser solo la lengua de Cervantes y de Santa Teresa de Jesús, la ciencia también le dará prestigio», consideraba. «No podemos confiarnos a la demografía porque la demografía hispana se detendrá y se aumentará la demografía, por ejemplo, en el África subsahariana, por eso, tenemos que apostar por la ciencia y la tecnología». Ahí es donde está el porvenir y ya han iniciado acciones para alcanzarlo. «La apertura de Los Ángeles nos va a ayudar porque en California está el futuro de la tecnología y de la ciencia».
Con el español dentro de esos campos, será más fácil llevar esos conocimientos a la sociedad hispanohablante. «Es muy importante comunicar la ciencia a través de las lenguas maternas, así se evitan las supersticiones y los negacionismos». Y ya se van logrando hitos en esa línea: «Hemos aumentado nuestra repercusión científica un 67% con respecto al año pasado».
Esos números brillantes los celebraba ayer también en el encuentro inaugural, la delegada del Gobierno en Asturias, Delia Losa. Ella aprovechó la ocasión para decir que era «un verdadero honor» dirigirse en el teatro «a estos guardianes del español y de nuestra cultura». A todos ellos, les dio la bienvenida «a la tierra de Dolores Medio, Ángel González y Clarín» y presumió de hablar un idioma «que nos une, con el que soñamos y en el que se han escrito las historias más bellas».
Pensaba Losa en los poemas de Antonio Machado y de Miguel Hernández, por ejemplo, para agradecer al Cervantes su «encomiable labor en la difusión del castellano y de las lenguas cooficiales. «La pluralidad lingüística es un valor que nos define», reivindicaba, agradecida de que el Cervantes también vaya a divulgar el asturiano «con naturalidad y sin estridencias, a pesar de no ser todavía lengua cooficial».
Ella está convencida de que «nuestro país es sinónimo de diversidad» y, por eso, opinaba que «es digno de elogio que abráis las puertas al asturiano». Porque así funciona el Cervantes, abriendo puertas y ventanas a todas las culturas hispánicas.
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