El Juli sale a hombros de la plaza. Damián Arienza

Feria de Begoña

'El Juli' agiganta su leyenda en Gijón

Inolvidable despedida del torero madrileño del coso asturiano, del que salió en hombros después de cortar ocho orejas y un rabo e indultar un toro

Miércoles, 16 de agosto 2023

Olvídense del resultado. No cuenten las orejas, ni el rabo simbólico. Ni siquiera el indulto. Quédense con las sensaciones. Con los gestos. Y por encima de todo, con los rostros. Acercarse a los aledaños de la Puerta Grande a eso de las nueve menos cuarto ... de la noche y ver las caras de la gente abandonando El Bibio era la mejor definición de una palabra: felicidad.

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Y la que más, lógicamente, la del propio torero. Exhausto, roto, pero inmensamente dichoso. Esa era la leyenda que llevaba El Juli tatuada en su semblante. Atrás quedaban un cúmulo de sensaciones, de sentimientos, de emociones, que el maestro madrileño supo canalizar durante las dos horas largas que duró el espectáculo que supuso a la vez la conmemoración de sus Bodas de Plata como matador y su despedida del toreo en tierra astur.

Vestido de nazareno y plata, traje de estreno por cierto, El Juli ofreció en seis toros un compendio de su tauromaquia. Resumió en media docena de actos su poder, su inteligencia, también su clase y su solera. En muchos momentos dio la sensación de que toreaba para él, que muchas veces es la mejor manera de llegar al tendido y poner a todos de acuerdo.

Bonito, fino, con la cara para delante, el primero de Daniel Ruiz repitió de salida con tranco y ritmo, anunciando lo que vendría después. Hubo caleserinas en el quite, brindó la muerte del astado a la alcaldesa Carmen Moriyón, y metió a la gente de lleno en su obra después de un torero inicio rodilla en tierra. Toro bravo, pronto, con profundidad y faena maciza, medida, con tersura en las formas y expresión en el trazo, descrito todo con el poso que da la madurez. Una estocada trasera que tiró al toro patas arriba puso las dos primeras orejas en sus manos.

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Con una larga cambiada y un ramilllete de lances rodilla en tierra saludó El Juli al segundo, de Garcigrande. Ya hubo torería y reposo en un galleo por chicuelinas para llevar al toro al caballo y en las tafalleras de después, llevando al toro muy toreado, muy embebido en la tela rosa. Después del inicio de faena con pases cambiados por espalda aplicó pulso, sosiego y reposo a la buena condición del animal. Naturalidad a compás abierto, y también a pies juntos. El final por circulares, llevando al toro cosido al trapo, al milímetro, puso a la gente en pie. Y después de una estocada trasera, también de efecto rápido, paseó otras dos orejas del enclasado animal que tuvo enfrente.

Saludó a pies juntos al de La Quinta, que brindó a Carlos Zúñiga. Sin dilación, se sacó al toro a los medios rodilla en tierra, dando celo a un «santacoloma» que por el izquierdo tendió a meterse por dentro, le exigió más, y le hizo tocar más fuerte. Romperse. Se atisbó la versión más poderosa de su toreo; Ese ardor juvenil que le distinguió en sus inicios. Y un fondo técnico que le sirvió para imponerse al ejemplar de Conradi y sumar su quinta oreja en tres astados.

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  • Gijón Segundo festejo de la Feria de Begoña. Más de tres cuartos de plaza. Toros de Daniel Ruiz (1º y 5º), Garcigrande (2º, 4º y 6º) y La Quinta (3º), de variadas hechuras y juego diverso. Destacaron los corridos en primero, segundo y cuarto lugar. Éste último «Caritativo», número 36, negro, de 526 kilos, nacido en diciembre de 2018, fue indultado.

  • El Juli Lidió la corrida en solitario, obtuvo el siguiente balance: estocada trasera (dos orejas), estocada trasera (dos orejas), estocada (oreja), indulto (dos orejas y rabo simbólicos), pinchazos y estocada trasera (ovación) y pinchazo y estocada trasera y tendida (oreja)

En el cuarto vino la apoteosis. Todo lo hizo con pausa. Sin atacarse. Provocado, sometido, enfibrado. Y la faena reventó con la mano zurda. Tremendo el modo de esperar al toro con media muleta a rastras, el pulso y el aguante para empujar la embestida, para gobernarla, para exigir a un astado que respondió mejor cuanto más le sometió por abajo el torero. Mediada la faena empezó a cuajar en el tendido la sensación de que el toro podía ser indultado, y cuando El Juli fue a por la espada, la demanda se hizo clamor.

Lo demás ya es historia. «Caritativo» regresó a los corrales -primer toro indultado en la historia de este coso- y El Juli recogió los máximos trofeos simbólicos que paseó jubiloso junto al ganadero Justo Hernández. El quinto de Daniel Ruiz, bizco, más feo, fue más tecloso. Lo tomó en corto el torero logró que siguiera el trapo. Esta vez no hubo premio porque además de ser el toro de menos opciones, hubo dos pinchazos antes de la estocada definitiva.

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Cerró plaza otro toro de Garcigrande en el que El Juli desempolvó otras de las señas de identidad de sus comienzos: las Lopecinas en un quite y las banderillas, un tercio que el torero compartió con Javier Ambel y Fernando Sánchez. Brindó al público, echó las rodillas al suelo y muy encajado, muy hundido, muy entregado, cuajó seguramente la mejores muletazos de toda la tarde. Una pena que al animal le costara luego repetir las embestidas, pero El Juli, cuyo esfuerzo y cansancio ya eran evidentes, echó el resto. Un pinchazo, una estocada y la última oreja, que paseó, ya en hombros de los costaleros, al grito de ¡Juli quédate! No olvidará el torero su última tarde en la Costa Verde. Los aficionados, tampoco.

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