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MIGUEL ROJO
GIJÓN.
Domingo, 1 de agosto 2021, 01:29
Aparecieron en el interior de un volumen encuadernado en piel de la Colección Salazar y Castro, custodiada en la Biblioteca de la Real Academia ... de la Historia. Eran, describe su descubridor, el hasta hace poco profesor de Historia Medieval de la Universidad de Oviedo Álvaro Solano, «ciertos cuadernillos de papel que a lo largo de cuatro folios en escritura dieciochesca recorre lo que titula el 'Ordo Asturiensium sive et Ovetensium, ex Libro Ordinum Adefonsi abbatis Sancti Facundi'. Un texto que resultó ser el llamado 'Cronicón del abad don Alonso', del que existían referencias y tan solo un resumen de su contenido, pero se daba por perdido.
Al parecer, según queda citado en una esquina de uno de los papelotes por una mano correctora posterior a su elaboración, es copia de un texto original del Archivo de la Catedral de Oviedo, hoy desaparecido. En su investigación, publicada recientemente en la revista portuguesa de filología clásica 'Evphrosine', Solano ofrece no solo un exhaustivo análisis historiográfico del texto, sino una transcripción completa del mismo y un resumen de su contenido. Confirma el autor que es, efectivamente, una elaboración hecha sobre la base del 'Ordo Gothorum Obetensium regum' de la 'Crónica Albendense', una narración enumerada de los doce reinados de los monarcas astures, desde Pelayo al aún reinante Alfonso III. Pero no es solo una copia. «Quien lo redactó se ocupó de paliar su proverbial parquedad insertando algunas noticias». Noticias que, partiendo de la base de que entonces eran tomadas por ciertas, aportan detalles concretos a la historia del Reino de Asturias tal y como la conocíamos hasta ahora. Y parece que la mano firmante pertenece al abad Walavonso, o Alfonso, que con su trabajo pretende otorgar relevancia a la fundación por Alfonso III del monasterio de Sahagún, dotándolo de origen regio.
En concreto, detalla esta crónica hasta ahora desaparecida, por ejemplo, «la llegada del Arca Santa a Asturias, la rebelión galaica con Alfonso I, la restauración de la sede episcopal ovetense con Fruela, la llegada de los restos de Santa Eulalia a Asturias bajo el reinado de Silo, la fabricación 'milagrosa' de la Cruz de los Ángeles y la 'inventio' del sepulcro jacobeo con Alfonso II y, lógicamente, la fundación del monasterio de Sahagún por Alfonso III». Y dice lógicamente porque el texto lo elaboró el abad Alfonso en dicho cenobio, y así lo recoge el copista en el primer tercio del siglo XVIII, para, como hemos dicho, prestigiar la fundación del mismo utilizando los hechos de la monarquía asturiana.
El caso es que cuenta la crónica detalles tan llamativos como que Pelayo, el primero de los reyes asturianos, también protegió el Arca Santa «en la Cueva de Santa María», se supone que en Covadonga, lo que difiere de la versión conocida hasta ahora de que, desde Toledo, llego aquel cajón de roble -primero había sido de cedro- que después fue ricamente decorado alrededor del año 1.000 a través del puerto de Ventana y lo que hoy es el concejo de Quirós para ocultarse directamente en el Monsacro, donde se sabe que estuvo hasta el año 808, cuando fue trasladada a Oviedo por Alfonso II. Según esta versión ahora descubierta, el Rey Pelayo pudo haberla protegido pues en el oriente asturiano antes de que fuese depositada en el Monsacro. Teoría que, seguramente, utiliza el escritor para realzar la importancia de la batalla de Covadonga como hito de la Reconquista. Si aquel era el reducto cristiano, es lógico que fuese el lugar donde se protegía el arca con las reliquias llegadas, en largo viaje, desde Jerusalén.
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Sobre el reinado de Fruela, cuenta el Cronicón en detalle cómo se crea -restaura, dice el texto- el episcopado de Oviedo, que el rey entrega al beato Julián, que hasta entonces lo había sido, a modo de pontífice sin sede, en Cangas de Onís. Dice que fue el mismo día en el que se bautizó a Alfonso, hijo de Fruela, que luego reinaría como Alfonso II, lo que viene a confirmar la celebración en la que hoy es capital de Asturias del bautizo del rey, del que se sabía por su testamento que había nacido ya en Oviedo. También aporta el texto algún dato inédito -y llamativo- sobre la llegada al trono de Aurelio. Según recoge esta crónica hasta ahora desaparecida, «quisieron los astures a Rodrigo, su hermano mayor, como rey. Pero el nombre de Rodrigo en aparencia era godo», dando a entender que quizás fue esa nimia circunstancia la que hizo que, finalmente, se decantaran por Aurelio cuando su primo Fruela fue asesinado.
Destaca la crónica también el importante papel de Silo para someter a los gallegos en lo que después sería la parte occidental del Reino de Asturias, así como su papel en el traslado a Pravia de los restos de la martirizada Santa Eulalia de Mérida, cuyo cadáver dispuso que se enterrase en la iglesia de San Juan, mismo lugar en el que pidió que le diesen sepultura a él. Sabido era también que Bermudo había abdicado, dejando sitio al reinado de Alfonso II, pero la crónica hallada por Solano detalla que fue «el día de la Asunción de la Virgen», lo que permite añadir nuevas certezas sobre la cronología del Reino de Asturias. Certezas, como ya ha quedado dicho, que al igual que el resto de información sobre los monarcas asturianos tienen mucho de mito y que el Abad Alfonso enriquece con información que no aparece en las crónicas originales.
Llama precisamente la atención la riqueza de detalle con la que se describen varios hechos relevantes del reinado de Alfonso el Magno, como el traslado a Oviedo del Arca Santa desde el Monsacro, donde permanecía oculta. Así, detalla el abad Alfonso cómo fueron los actos de consagración de la iglesia donde quedaría depositada y sus asistentes, entre ellos Teodomiro, a quien otorga también un papel relevante en el hallazgo de la tumba del apóstol Santiago. Confirma también a Alfonso II como primer peregrino a Iria Flavia y responsable de la consagración de una iglesia vinculada a la tumba del apóstol, que después se trasladaría a Santiago de Compostela. Nada más y nada menos que el nacimiento de la Ruta Jacobea.
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