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Diego J. Álvarez Lao, profesor de la Universidad de Oviedo. alex piña

«Cuando aparece una sola pieza así, puede ser accidental. Cuando son todas, ya ves que es algo diferente»

diego j. álvarez lao | universidad de oviedo ·

El investigador es uno de los firmantes de la investigación que demuestra que los Neandertales usaban el pensamiento simbólico

Miguel Rojo

Gijón

Jueves, 26 de enero 2023, 18:40

Diego J. Álvarez Lao (Avilés, 1975) es doctor en Geología de la Universidad de Oviedo, departamento en el que es profesor. Es también investigador especializado en el campo de la paleontología de grandes mamíferos de Cuaternario, así como de las faunas de grandes mamíferos adaptados ... al clima frío en el Pleistoceno de la Península Ibérica. Además, desde 2006, participa en las excavaciones del complejo de yacimientos de Pinilla del Valle, en la parte madrileña de la Sierra del Guadarrama. Por eso, cuando en 2009 apareció la llamada Cueva Des-Cubierta y empezaron a aparecer restos de grandes mamíferos herbívoros, a él se le abrieron los ojos como platos. Pocos minutos después de hacerse el público el estudio que, a partir del uso que les daban a los cráneos de grandes herbívoros en la cueva madrileña de Pinilla del Valle deduce que los Neandertales también tenían capacidad simbólica, comparte sus impresiones con EL COMERCIO.

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–¿Cómo empezó a trabajar en la cueva de Pinilla del Valle?

–En realidad es un conjunto de yacimientos de Pinilla del Valle. Yo entré de la mano de Juan Luis Arsuaga, con quien ya había trabajando aquí en Asturias, entre otros lugares en la Cueva del Conde. Él era codirector de las excavaciones de Pinilla del Valle. La cueva que nos ocupa apareció en 2009, cuando yo ya estaba allí trabajando, y desde entonces se han venido estudiando los restos por un equipo multidisciplinar muy amplio, desde distintas perspectivas.

–¿Cuál fue su trabajo?

–Yo me ocupo de estudiar a los grandes mamíferos herbívoros, y esa fue mi función. Son la pieza más espectacular del yacimiento, pues han aparecido grandes cráneos de uros, bisontes, ciervos y rinocerontes.

–¿Estaba presente cuando aparecieron esos restos?

–Yo voy todos los meses de septiembre a excavar allí desde hace años, y sí, cuando vi como iban apareciendo todos esos restos ya noté que era un hallazgo inusual, porque se conservaba solo la parte posterior del cráneo, donde los animales portan los cuernos y las astas, y además en un grado de conservación bastante bueno, era algo espectacular de ver.

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–¿Qué hipótesis se plantearon en un principio, cuando vieron que no podía ser casual que todos estuviesen manipulados?

–Cuando aparece una sola pieza así puede ser accidental, pero cuando todos presentan el mismo patrón, ya ves que hay algo diferente. Y después, en el laboratorio, encontramos marcas de herramientas líticas que indican que la labor de vaciado del cráneo estaba hecho por alguien. Como los cráneos aparecieron en un contexto neandertal y las herramientas que había junto a ellos son también neandertales, sabemos que fueron ellos. A los cráneos se les habían eliminado los maxilares, las mandíbulas, eso no es accidental.

–¿Dónde se realizó el trabajo posterior de análisis?

–El trabajo de campo se completó en el laboratorio a pie de excavación, pero el más fino se hizo en los del Museo Arqueológico y Paleontológico de la Comunidad de Madrid, en Alcalá de Henares. Fue donde se restauraron y yo estuve estudiándolos. Es allí donde están depositados en la actualidad.

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–Aunque no sea su campo de estudio, ¿ya detectó de sus estudios que podía haber un uso más allá de lo utilitario de esos huesos por parte de los neandertales?

–Está claro que hay una idea o creencia detrás. Estas hipótesis las planten los paleontólogos, yo me limité a hacer un estudio taxonómico de los restos. Pero es evidente que no es una acumulación de partes procedentes de la alimentación, un depósito de restos. Se ve que hay algo más, que esas piezas, que además no aportan mucho a la alimentación, no responden a una conducta de subsistencia. Así que hay un comportamiento simbólico, que era una de las grandes cuestiones de la evolución humana: si somos nosotros los únicos capaces de generar un lenguaje, unas ideas, unas creencias o los neandertales, nuestros parientes más cercanos, con los que hemos convivido en el espacio y en el tiempo y hemos compartido genes, también tenían esta capacidad. Durante mucho tiempo se ha debatido esta cuestión.

–¿Cree que esta investigación resuelve la cuestión?

–Ciertamente había indicios ya que apuntaban a esa posibilidad, pero ahora la certeza es muy clara.

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