No, el 'vasito de vino' con las comidas tampoco es bueno

El alcohol puede llegar a matar. Nadie lo discute. El debate que no acaba de resolverse y que divide a la comunidad científica y sanitaria es si el famoso vaso de vino de las comidas resulta beneficioso para la salud o si el veneno nunca deja de serlo, aunque sea en bajas dosis. Los médicos internistas, que son los que se ocupan de atender las enfermedades que afectan a distintas partes del cuerpo, algo así como los médicos de cabecera del hospital, acaban de pronunciarse. Mejor ni gota, porque -según dicen ahora- por poco que se tome, el alcohol favorece las enfermedades cardiovasculares, especialmente el infarto de miocardio y el cerebral. Este fin de año, advierten, la moderación se queda corta.

«El único consejo posible que se puede dar a la población es no consumir alcohol para las personas que no se hayan iniciado en su ingesta. Y que se beba menos, en el caso de que se tome con determinada frecuencia. Lo mejor, incluso, sería abandonar su consumo», destaca el especialista Miguel Marcos Martín, coordinador del Grupo de Trabajo de Alcohol de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), que ha abordado esta cuestión en su reciente congreso nacional, celebrado en Santiago de Compostela.

El equipo que dirige, según explica, ha analizado la evidencia científica disponible sobre la toma moderada de bebidas alcohólicas y también sobre «las diferentes campañas publicitarias que se han realizado a su favor». Según expresaron tanto él como otros especialistas en el foro de los internistas en Galicia, todos los trabajos que la defienden están elaborados «de forma sesgada» y nunca han demostrado efecto beneficioso de ningún tipo sobre la salud cardiovascular. Por tanto, «cuanto menos, mejor».

La especialista Candelaria Martín, del Hospital Universitario de Canarias, asegura incluso que el consumo de alcohol a bajas dosis puede incrementar la incidencia de hipertensión arterial, miocardiopatía dilatada e incluso ictus, «mitigando cualquier tipo de beneficio». Tomarse «cuatro o cinco copas» en un corto periodo de tiempo -es decir, un consumo intensivo- parece claro que conduce a un mayor riesgo cardiovascular.

Lo que ahora también se rechaza es el vinito de la comida y la cena (dos copas al día para los hombres y una para la mujer), que según se ha venido afirmando durante años favorece la dilatación arterial. Contribuiría, así pues, a una mejor circulación sanguínea y, en consecuencia, evitaría el riesgo de infarto. Nada de eso, según dice Candelaria Martín. «El consumo a bajas dosis incrementa incluso la incidencia de otras patologías como las neoplasias (es decir, determinados tipos de cánceres) y los accidentes de circulación».

Las fiestas de fin de año, se quiera o no, son dadas a un mayor consumo. Amigos, familia, compañeros de trabajo... cualquier disculpa parece buena. Está claro que la toma exagerada que se hace estos días de este tipo de bebidas resultaría fatal para cualquier persona si se mantuviera a lo largo de todo el año. Algunas organizaciones científicas, como la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), defienden sin embargo, el consumo responsable de vino, incluso de cerveza, dentro de los márgenes de la dieta mediterránea. Eso sí, sólo en personas habituadas.

Su presidenta, la médico Carmen Pérez-Rodrigo, deja claro el posicionamiento de la sociedad. «El alcohol no aporta beneficios. Lo mejor sería no tomarlo y está claro que si se tiene que conducir, su consumo ha de ser cero. Si no se está acostumbrado, mejor no iniciarse y si se está, en estas fechas, lo ideal es moderarlo al máximo», destaca.

Como alternativa, recalca la experta, el mercado ofrece cada vez más bebidas sin alcohol (vino, cava, incluso ginebras) para celebrar las fiestas. Cuídese. ¡Feliz 2022!

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