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CARLOS SANTANA/RUTH ARIAS
GRAN CANARIA.
Viernes, 11 de diciembre 2020, 02:41
Un accidente de tráfico sesgó en Gran Canaria la vida de una familia asturiana y enraizada en Avilés. José Iván García Buelna, un mecánico nacido en Blimea pero establecido en Canarias desde hace décadas, viajaba en coche junto a dos de sus hijas ... y la pareja de una de ellas, cuando el pasado martes por la noche el vehículo se salió de la vía y se despeñó por un barranco de más de cien metros de altura. Nadie lo vio y no fue hasta horas más tarde, en la tarde del miércoles cuando el Servicio de carreteras del Cabildo Insular de Gran Canaria dio la voz de alarma. Había signos en la carretera de que se había producido un accidente, ya que faltaban pilones de seguridad, y se veía además un turismo al fondo del barranco.
Un helicóptero del Grupo de Emergencias y Seguridad confirmó poco después los peores presagios. Allí abajo se encontraba el vehículo con cuatro cuerpos sin vida en su interior. Eran José Iván García Buelna, sus hijas Marta y Rita García Bolaños y el pareja de esta última, el piloto británico Richard Addicott.
Se cree que el trágico accidente se pudo producir en torno a las diez de la noche del martes, en un momento en el que la meteorología jugaba en contra, con una abundante niebla acompañada de una fina lluvia, 'chipi chipi', según la terminología canaria, que complicaba la visibilidad en la carretera. La familia regresaba al barrio de La Isleta, en Las Palmas, donde residían, después de visitar a la abuela de las jóvenes en Artenara.
Según el alcalde de este municipio, Jesús Díaz, el lugar en el que se produjo el accidente, «no es una zona peligrosa». Sin embargo, pesaron en contra de esta familia, además de la mala visibilidad, las condiciones de la zona, un terreno donde habitualmente abundan los arbustos y la vegetación, pero que tras los incendios resultó muy afectado, «por lo que el coche chocaría con piedras y tierra y el impacto sería más duro», según aseveró el regidor.
Una vez localizado el vehículo, se inició un complejo operativo para recuperar los cuerpos, con varias decenas de efectivos de Emergencias, Protección Civil de Gáldar y Artenara, la Policía Local de Gáldar y la Guardia Civil, además de varias ambulancias. Las malas condiciones meteorológicas, con lluvia y mala visibilidad también estuvieron presentes y complicaron las labores, que incluso tuvieron que ser suspendidas hasta en dos ocasiones y dificultaron el trabajo del helicóptero. No fue hasta ayer pasado el mediodía cuando los Bomberos del Consorcio de Emergencias de Gran Canaria lograron recuperar los dos primeros cuerpos, y a las dos y media de la tarde, cuarenta horas después del accidente, los otros dos.
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Para entonces ya había llegado a la isla desde Avilés la tercera hija de José Iván, Raquel García Bolaños, conocida en la ciudad por regentar la tienda especializada en ropa y calzado deportivo Bikila, en El Quirinal, frente al estado de atletismo Yago Lamela. Raquel había recibido la noticia la noche anterior por boca de uno de sus tíos y tomó el primer vuelo de la mañana para llegar a Gran Canaria acompañada de su marido, Daniel García Figaredo.
Los restos mortales de las cuatro víctimas fueron trasladados hasta el pago de El Tablado, en Gáldar, desde donde se condujeron posteriormente hasta el Instituto de Medicina Legal de Las Palmas, donde estaba previsto realizar las autopsias, que quizás puedan esclarecer las causas del siniestro y el motivo de que el vehículo se precipitase por el barranco desde el punto kilométrico 43,5 de la carreta G-21, en una zona conocida como Los Pinos de Gáldar, en el límite entre los municipios de Gáldar y Artenara.
En este último estaba radicada la familia, ya que de allí era oriunda la esposa de José Iván, Lucía Bolaños, ya fallecida hace algunos años a consecuencia de una enfermedad. El Ayuntamiento de Artenara ha decretado tres días de luto, y las banderas ondean ya a media asta recordando una tragedia que sus habitantes tardarán en olvidar. Allí la familia era muy conocida y muy querida, según aseguran los vecinos. Todos eran muy conocidos porque se trata de un municipio pequeño, de poco más de un millar de habitantes. En Artenara seguía residiendo una de las hijas, Marta, mientras que tanto el padre como la otra hija, Rita, se habían trasladado hace algunos años hasta Las Palmas, capital de la isla.
Seguían manteniendo un estrecho vínculo todos ellos tanto con Artenara como con Asturias, donde viajaban frecuentemente para visitar a Raquel y su familia a Avilés y también a Blimea.
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