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Dar sin recibir nada a cambio es un hábito que es poco frecuente en una sociedad cada vez más globalizada e impersonal, y precisamente por eso hay valores como la solidaridad y el altruismo que se deben reconocer y visibilizar. Estos son precisamente los valores que definen a la Fraternidad de Francisco de Avilés, cuyo esfuerzo y trabajo por combatir la pobreza y garantizar alimento a los más necesitados les ha hecho merecedores del premio de LAVOZ a la Acción social de este año.
La Fraternidad de Francisco es una orden seglar que nació al amparo de los Padres Franciscanos de Avilés. El cierre del antiguo convento en 2013 ponía fin a 750 años de presencia en la ciudad, pero además frenaba una labor esencial como el reparto de alimentos que los monjes ofrecían a los más necesitados.
personas forman el equipo de voluntarios que colabora a diario en la Fraternidad de Francisco
familias reciben ayuda alimentaria, seguimiento y apoyo psicosocial desde la entidad
En ese momento de dificultad es cuando dieron un paso adelante un grupo de franciscanos seglares, entre los que se encontraba Agustín Albuerne, hoy coordinador de la entidad. «El cierre del convento fue duro, se perdía una labor solidaria muy importante y un grupo de personas afines quisimos darle continuidad, convertirnos en un espacio de acogida y encuentro en el que prestar ayuda, compañía y alimento a personas en situaciones de vulnerabilidad o familias con dificultades socioeconómicas», explica Albuerne.
Los inicios no fueron fáciles, antes incluso de tener nombre y local, la Fraternidad de Francisco hacía repartos de alimentos en locales cedidos por avilesinos altruistas. «Al principio nos centramos en atender las necesidades de muchas familias inmigrantes, los residentes con problemas ya estaban cubiertos en la red de Cáritas, pero notábamos esa carencia y quisimos ayudar», recuerda Albuerne sobre aquella primera etapa.
El año clave para la Fraternidad fue 2017, gracias a la integración de la orden seglar en Mensajeros de la Paz y la colaboración de personalidades como el padre Ángel, la entidad avilesina consiguió abrir el que es hoy su local social, en la calle Ruiz Gómez. «Ese fue un punto de inflexión, nos convertimos en un espacio de acogida que hasta entonces no había en Avilés, un lugar seguro al que el necesitado podía venir a resguardarse y a comer si tenía hambre, una filosofía que conservamos y de la que nos sentimos orgullosos», reconoce el coordinador de la entidad solidaria.
menús se reparten cada jornada a la puerta del local social de la calle Ruiz Gómez, para cubrir necesidades básicas de cientos de personas
toneladas de alimentos donados por entidades y particulares se gestionan anualmente en la orden seglar
Hoy en día, la Fraternidad de Francisco ha crecido exponencialmente. Ya hay más de cincuenta voluntarios que colaboran a diario con la entidad y prestan ayuda a más de seiscientas familias. Cada día reparten más de doscientos menús a la gente que acude a su puerta y anualmente gestionan hasta mil toneladas de alimentos, procedentes de donaciones altruistas y fundaciones sociales.
Y hay que destacar que la solidaridad y las donaciones son fundamentales para que la entidad pueda seguir adelante, porque la Fraternidad de Francisco no recibe subvenciones. «La ayuda de la gente es primordial y le debemos mucho a Mensajeros de la Paz, ellos se encargan del local y de los recursos», agradece Agustín Albuerne.
El recorrido de este proyecto no ha sido sencillo, teniendo en cuenta que dos de sus cinco años de vida han coincidido con la pandemia. La covid cambió por completo la labor solidaria de la entidad social. El local de la calle Ruiz Gómez pasó de ser un espacio de acogida a un simple almacén de alimentos «y la atención psicológica y jurídica que prestábamos a pasado a gestionarse de manera telefónica».
Hoy, la Fraternidad empieza a recuperarse de la crisis, pero es un reflejo «de que en Avilés aún hay mucha necesidad y muchas familias que están olvidadas por el sistema».
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Cuando se le pregunta por el futuro, Agustín Albuerne es optimista pese a que convive a diario con realidades complejas que tienen difícil solución. Lo que tiene claro es que la Fraternidad de Francisco seguirá ayudando a los más necesitados. «Yo tengo mucha pasión por la entidad y la ilusión me puede, pero a cinco o diez años estoy convencido de que vamos a seguir aquí porque somos totalmente necesarios y si la Fraternidad de Francisco desapareciera habría una crisis en clave humanitaria en Avilés».
Eso sí, la filosofía del colectivo se basa en la evolución, «lo que haremos será distinto porque cambiarán las necesidades, pero creemos que es importante no perder el dinamismo, debemos romper con el inmovilisimo y los planteamientos de tipo conservador para seguir dando respuestas rápidas y ágiles», sentencia Albuerne con esperanza.
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José A. González y Álex Sánchez
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