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J. F. GALÁN
AVILÉS.
Domingo, 8 de julio 2018, 03:29
El socialista Manuel Ponga Santamarta (Gijón, 1936) fue el primer alcalde de Avilés democráticamente elegido tras la restauración de la democracia gracias a un pacto con el PCE que desbancó a la fuerza más votada, UCD. Revalidó el cargo en 1983 con mayoría absoluta (diecisiete concejales) y en 1987 al ser el PSOE la lista más votada (diez concejales). Un año después cedió el testigo a Santiago Rodríguez Vega tras ser nombrado delegado del Gobierno, responsabilidad que ejerció hasta 1996, en 1999 fue designado presidente de la Autoridad Portuaria de Avilés. Dimitió como tal en 2007, y desde entonces disfruta de su retiro junto a su esposa, Juana Mari, en la misma casa en la que vivía antes de entrar en política, en El Pozón.
-La política sigue presente en mi vida. Es algo congénito. La sigo, la vivo, estoy al día, y hablo habitualmente con la alcaldesa. La admiro, tengo plena confianza en ella.
-Estoy seguro. Mariví (Monteserín) es un lujo para Avilés.
-Mi madre. Era muy 'politicona', una mujer luchadora a la que le cortaron el pelo al cero. Yo siempre escuchaba con ella 'La Pirenaica', una emisora que emitía desde Francia, y aunque mi padre era muy apolítico en mi casa siempre hubo muchos libros que explicaban lo que era la izquierda. Yo me crié en ese ambiente.
-Entonces la izquierda estaba más unida que ahora. Teníamos diez concejales y necesitábamos sumar trece para superar a Ricardo Fernández, entonces el alcalde, de la UCD, y aunque tampoco voy a decir que resultó fácil las negociaciones con Quintero, el cabeza de lista del PC, que luego sería un gran concejal, y con Laura González, llegaron a buen fin.
-IU lleva equivocándose desde que en las elecciones de 1983 pasamos de diez a diecisiete concejales. Pensaron que nos lo íbamos a llevar todo, y aunque les brindamos la posibilidad de seguir con nosotros decidieron hacer la guerra por su cuenta y olvidarse del pasado. Si hasta entonces habían jugado un papel muy importante en el desarrollo del municipio, a partir de ahí no han dejado de ir de mal en peor. Ahora están poco menos que desaparecidos.
-Tuvimos una Corporación espléndida que hasta el momento no ha sido mejorada. Había concejales de izquierda y de derecha muy valiosos que colaboraron en todo lo que era importante para Avilés, sintonía que desgraciadamente hoy ha desaparecido. Cada uno va a lo suyo, sin mirar el conjunto. El único objetivo es machacar a la alcaldesa faltando incluso el respeto a la persona y a la institución.
-El PSOE es un partido de consenso, de acuerdo y de gobierno, que sabe negociar, y la oposición no sabe subirse a ese carro. Es el no por el no, y eso es malo para la ciudad y para la política. No han tenido reparos en barrer bajo las alfombras, pero no han encontrado nada sencillamente porque no había nada que encontrar. La privatización del agua ha sido un gran éxito, basta con abrir el grifo para comprobarlo.
-A pesar de nuestras diferencias éramos amigos. Trabajábamos como bárbaros. Como los plenos tenían que acabar a las doce de la noche retrasábamos el reloj para que el secretario no pudiese decir que estábamos fuera de hora. Hoy seríamos todo un ejemplo.
-Gobernar un ayuntamiento nunca ha sido ni será sencillo.
-El chabolismo estaba muy enraizado, y luchar contra él era uno de los asuntos centrales de nuestro programa.
-En eso fuimos pioneros en España, y también en otras cosas, como crear la comisión de movimiento ciudadano, que dio muy buenos resultados. Fue ahí donde nació Nelly Fernández Arias, que desempeñó un trabajo importantísimo en aras de la liberación de la mujer. Cosas que hoy se ven con toda normalidad, como el aborto o la planificación familiar, dieron mucho que hablar.
-En la excesiva confianza de creer que la democracia nos lo tiene que dar todo sin luchar por ello. En 1979 todos, no solo los socialistas, dábamos lo mejor de nosotros, discutíamos hasta altas horas y al final sacábamos las cosas adelante. Fue una Corporación modélica, yo la echo mucho de menos.
-Tengo un baúl repleto, y al abrirlo me emociono. Ver cómo siguen saliendo chavales del conservatorio de música, la ría, cuyo saneamiento comenzó de alguna manera en 1979, la actividad de la Casa de Cultura... La satisfacción es enorme.
-Los malos momentos que hemos pasado me han hecho sufrir. Nunca pensé que volveríamos a ver el partido en el gobierno, pero vino Pedro Sánchez y le dio la vuelta. No soy sanchista, pero hay que reconocer que para bien del partido y del país ha levantado la situación.
-Se está haciendo lo que se puede. Como ciudadano, me parece importantísimo el talante que hay ahora, nada que ver con esta prepotencia, esa superioridad de gesto de Rajoy.
-No, ha dicho que en 2020 y me parece la decisión acertada.
-Me da pena y dolor, la sufro, y me molesta terriblemente. Soy muy catalanista, tengo familia allí.
-Diálogo, discusión, ceder, acordar. Es la única vía, no puede reducirse todo a la judicial. Hay que hacer lo contrario de lo que hizo Rajoy.
-En mi despacho de Alcaldía. Fuera había gente insultándonos, y siguiendo las instrucciones de Madrid cerramos el Ayuntamiento. Yo me fui a Gijón a ver a mi madre, y pasamos la noche pegados al teléfono.
-Sí. Había muchos nervios, mucha incertidumbre, muchas informaciones contradictorias, y nadie sabía exactamente lo que había que hacer. Convocamos un Pleno para el día siguiente, y se celebró con absoluta normalidad y adhesión a la Constitución.
-(Risas). No por favor, no se puede llamar así. Fue algo muy mal encauzado, pero nunca un golpe de Estado. No hubo armas. La respuesta judicial me parece un poco excesiva. Las cosas en democracia no se resuelven así, pero quien se salta la Ley debe de pagar las consecuencias.
-Aquella irrepetible manifestación para salvar Ensidesa. Pusimos el Ayuntamiento a disposición de los trabajadores e hice un mitin que dio mucho que hablar. Fue un momento muy complicado porque cualquier chispa podía hacer que todo saltase por los aires.
-Expresé nuestro rechazo a que Ensidesa se marchase o a que dejase de producir como lo hacía hasta entonces y defendí los puestos de trabajo, tan fundamentales para la ciudad.
-El desmantelamiento y todas las víctimas de aquellas catástrofes laborales me provocaron un profundo dolor. Fueron cinco años muy complicados, siempre en vilo.
-Se habla de aplazarlo, pero el final ha de ser lo que tiene que ser. Eso sí, primero hay que buscar soluciones, estabilizar las cuencas de modo que los trabajadores tengan nuevas expectativas. Para eso hace falta industria y capital que apueste por ella.
-El populismo es odioso. Desgraciadamente ha ganado mucho terreno, pero la normalidad política acabará imponiéndose.
-¿Y la legislatura municipal?
-Me parece de gran valentía y valoro la gran labor que se está haciendo con ocho concejales.
-Lo que echo en falta es colaboración. ¿Qué ideas han tenido Podemos o el PP? Ninguna. A mí me asombra, parece que lo único que se busca es meter a la alcaldesa en la cárcel.
-Después de todos los desmadres que se hicieron en los tiempos del inefable Foro se está recuperando. Va por el buen camino.
-Es una gran satisfacción, sobre todo porque la iniciativa ha nacido de forma espontánea.
-Canto en el Coro de Mayores de La Luz, voy al cine con mi mujer, Juana Mari, y leo muchos periódicos. Además tengo unos amigos espléndidos que me llenaron de cariño durante mi enfermedad. La pena es que ya no puedo ir a nadar, pero paseo mucho, como los mayores.
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