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CRISTINA DEL RÍO
AVILÉS.
Martes, 10 de noviembre 2020, 00:30
La hostelería avilesina lanzó ayer un grito de socorro y enumeró ocho medidas concretas que ayudarían a sobrellevar el segundo cierre del año durante la concentración más numerosa de las celebradas en las últimas semanas en la plaza del Ayuntamiento y a la ... que también se sumaron distribuidores y taxistas que, sintiéndose ignorados por todas las organizaciones, han ofrecido sus vehículos como escaparate de las demandas de bares, cafeterías y restaurantes.
Los convocantes, la plataforma SOS Hostelería, apelaron a la empatía de los avilesinos con quienes ellos se solidarizaron en épocas turbulentas. Recordaron las manifestaciones históricas de la industria y los cierres más recientes en apoyo a los trabajadores de Alcoa. Ahora son ellos los que piden apoyo porque de la hostelería también viven miles de familias. Por eso, y porque ellos lo hicieron antes, instaron a gritar, como se hizo en los noventa con Ensidesa que «salvar la hostelería es salvar Avilés».
Los hosteleros exige la anulación de las tasas municipales del agua y la basura de todo el año y su devolución; la rebaja de los alquileres, con la ayuda si es necesario de un mediador que negocie con el propietario del local; la supresión del canon de las terrazas; que el Ayuntamiento se haga cargo de las reformas necesarias para instalar las terrazas en las plazas de aparcamiento o que facilite los materiales para ello; que el gobierno central suspenda el cobro de todo tipo de gastos fijos, módulos y la tasa de autónomos; el 100% del salario para sus trabajadores en ERTE; la subida al 75% de la prestación por cese de actividades de los autónomos (ahora en el 50%) y que se pueda despedir a empleados sin ser sancionado por hacerlo en los seis meses posteriores a un ERTE, pero a la vez que este tampoco quede desamparado y reciba ayudas. Son medidas «urgentes y necesarias para que nuestros negocios, cuando sea que vayan a reabrir, lo hagan con un poco de oxígeno», reclamó Beatriz Álvarez Redruello.
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Su compañera Laura Gálvez aclaró que están de acuerdo con los cierres y con cualquier medida que sirva para contener la expansión de virus, pero no «a cambio de nada». «Cerramos dos meses, pero con los mismos gastos, y ahora la historia se repite. (...) Esto no es una broma, lo peor es que ya sabemos lo que va a venir», lamentó. Por eso, prometen seguir haciendo ruido, porque ellos también se consideran esenciales. «Hacemos a la gente disfrutar. Dicen que no somos esenciales, eso habría que verlo», afirmó antes de reclamar la ayuda de «nuestro Ayuntamiento y nuestro gobierno del Principado para volver a abrir y digo 'nuestro' porque nosotros les pagamos».
La plataforma SOS Hostelería ha vuelto a convocar una nueva concentración hoy, a las once de la mañana, también en El Parche, porque si algo tienen claro es que «no estamos dispuestos a pagar sin ingresos».
La fuerza de la manifestación se notó frente al Ayuntamiento, donde se reunió más de medio millar de personas, y algo más deslucida en la caravana de vehículos que recorrió todo el centro de Avilés y Versalles. Alrededor de medio centenar de furgonetas de empresas de distribución de bebidas y alimentación salieron del pabellón de exposiciones de La Magdalena y fueron jaleadas por grupos de hosteleros que, bandeja en mano, los estaban esperando a su paso en distintos enclaves, como El Carbayedo, José Cueto, Sabugo o delate del edificio de la sindical. Sin embargo, el colapso del tráfico en un lunes de plaza, aunque sea en plena pandemia, llevó a la Policía Local a acortar el recorrido de una comitiva que, a golpe de claxon, fue sacando también a muchos vecinos a las ventanas.
Así se suplió la manifestación que se había convocado inicialmente desde la plaza del Vaticano hasta el Ayuntamiento, pero que Delegación del Gobierno no autorizó, reduciéndola a una concentración con un aforo limitado a 390 personas que se superaron ampliamente.
Los hosteleros protestaron frente a sus locales, y los distribuidores no se conformaron con hacerse ver en el centro levaron su protesta hasta Versalles y, en cuanto pudieron, estacionaron y se unieron a la ruidosa concentración en El Parche, lo mismo que la gran mayoría de los que les habían aplaudido en las calles. Allí una tamborada iba recibiendo a los manifestantes, que sumaron al ruido silbatos, golpes de bandejas y hasta cencerros.
En la plaza de España se guardó la distancia de seguridad. Los tambores fueron caldeando y animando un ambiente que completó su banda sonora con la percusión de las bandejas, silbatos y hasta cencerros. Las pancartas se multiplicaron y también los gritos espontáneos que, a raíz de la lectura de los manifiestos, lamentaban la escasa implicación de algunas organizaciones o de la propia alcaldesa, a quien se pidió que «baje a dar la cara».
Aseveraron que no se marcharían sin reunirse con ella y entregarle el listado de peticiones, «aunque tengamos que estar aquí dos horas», pero lo cierto es que lo hicieron. En ese momento Mariví Monteserín y los concejales de Hacienda y Promoción Económica, Raquel Ruiz y Manuel Campa respectivamente, estaban reunidos en el salón de recepciones con representantes de las organizaciones oficiales: la Cámara de Comercio, la Ucayc y la nueva asociación De compras por Avilés, entidades a las que previamente los manifestantes habían afeado no haberse sumado a la concentración.
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