«Hola, papi. Te nos has ido y por aquí no entendemos nada de lo que está pasando». Ni su familia ni el resto de los muchos, muchísimos, amigos que Carlos Rodríguez de la Torre hizo a lo largo de sus 61 años lo entendía. No entendía cómo un hombre bueno y que trataba de vivir su vida con tranquilidad podía haber sufrido un infarto mortal dejando rota a su familia y triste y desconcertado al resto de su entorno.
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Su funeral, este jueves, en la iglesia del Carmen de Salinas, fue la constatación de que Carlos hacía amigos allá por donde pasaba. Su bondad, su carácter dialogante y conciliador, su amistad bien entendida, era destacada permanentemente en los corrillos, pero cuando su hija tomó la palabra al final de la misa dejó a todos los asistentes con el corazón en un puño.
«Te necesitamos demasiado como para que no nos sigas acompañando, pero sé que de alguna manera nos estás viendo y debes sentirte orgullosísimo de la cantidad de gente que ha venido a decirte adiós», expresó su hija.
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Y no solo a decirle adiós, también a arropar a su familia. Había muchos compañeros de profesión de Luisa, la viuda, abogada y, por supuesto, una amplia representación de las Cámaras de Comercio. De la de Avilés, la directiva prácticamente en pleno y también antiguos colaboradores cuando él fue su secretario general, como el anterior presidente Luis Noguera, que previamente también había sido vicepresidente, y Heriberto Alonso, que fue director de la Oficina de Congresos de Avilés y de la institución ferial. También de la de Oviedo, entre otros, Fernando Villabella, que fue quien recibió la llamada de Carlos cuando se sintió indispuesto en el tren que lo llevaba a trabajar hasta Oviedo.
La iglesia se llenó, de hecho se quedó pequeña para los muchos amigos de Salinas y la amplia representación del Partido Popular, del que fue candidato por Avilés en las elecciones municipales de 2015. Álvaro Queipo, secretario general del PP de Asturias, encabezó una representación que contó también con Luis Venta, con Ramón Cañal, con Pedro de Rueda, Susana Fernández Arias y el alcalde de Castrillón Eloy Alonso, entre otros.
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Celebró el funeral Víctor Gaínza, el que fuera párroco de la iglesia Virgen de las Mareas, y que además de casar al matrimonio, bautizó a sus tres hijos. Se confesó honrado por poder oficiar el servicio y recordó lo «amable y cercano» que era Carlos. «Nos cuesta intelectualmente aceptar la muerte aunque sabemos que vamos a morir, pero vamos a pedir al Señor que disfrute de la vida eterna», apuntó.
«Te has hecho notar siempre, papi, pero de una manera muy especial: desde la calma, desde el amor, desde el respeto, desde la moral, desde la prudencia, desde la comprensión y desde la responsabilidad», destacó su hija Cristina que confesó que estar con su padre era «estar seguro». «Todos los que estáis aquí conocéis a nuestro padre: pura bondad, puro corazón, siempre dispuesto a ayudar, a escuchar, a dialogar y a mediar», una convicción reforzada por las palabras de consuelo que les han llegado estos días. No sanan y no se llevan el dolor y la tristeza, pero hacen más llevadero el camino y alegran el recuerdo.
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