Consternación y dolor en Avilés por la muerte en León de dos conocidos hosteleros: «No me lo termino de creer»

La muerte de Carlos García Rubio y Maribel Alberti, propietarios del popular bar El Cafetón, han dejado una profunda consternación y dolor a unos clientes y amigos que se cuentan por legión. Los hosteleros avilesinos murieron a primera hora del lunes tras precipitarse desde un sexto piso al patio de luces del hotel Riosol, en León.

Familia, por descontado, pero también amigos y clientes lloraban este lunes a Carlos y algunos eran incluso incapaces de articular palabra. «Estoy destrozado. Era una bellísima persona que había hecho mucho por la cultura de esta ciudad», acertaba a decir el historiador Pablo Martínez Corral, que consideraba a Carlos y a Mari casi como familia.

Juanjo Fernández, coordinador de Izquierda Unida en Avilés, se confesaba «afectadísimo». «Era un amigo de la infancia y ella trabajó en La Riviella, el bar que yo tuve en la plaza de Carlos Lobo», explicaba muy impactado. Amigo y también cliente, todavía habían estado intercambiando comentarios cotidianos hace unos diez días, por eso intuir el peso que podía estar soportando su amigo se le hacía difícil de digerir. En cualquier caso, Fernández pidió que «se respete su decisión», a pesar del dolor que ha causado en su círculo. «Actuaron libremente los dos», matizó alejando cualquier tipo de especulación.

Tania González y Primitivo Abella, exediles de Podemos, fueron dos personas también muy relacionadas con Carlos, que fue quien los empujó a crear el grupo de versiones 'Los Pinflois'. «Estoy impactada, no me lo termino de creer. Es una noticia que jamás querrías conocer», decía González. En la misma línea se manifestaba Abella, quien además reconocía a Carlos como un dinamizador cultural. El Cafetón, la taberna de piedra y mesas y sillas de madera, de estética folk, ha sido siempre en sus dos localizaciones punto de encuentro de grupos musicales principalmente con sensibilidad asturianista que respondían a ciclos como los Alcuentros de El Cafetón o el Festival Sol Celta, en el que implicó también al resto de hosteleros de la zona.

Hacía aproximadamente una semana que Carlos y Mari, de 55 y 60 años, respectivamente, habían cerrado su establecimiento hostelero de la calle de La Muralla y se habían alojado en el Hotel Riosol. No avisaron a nadie. Su decisión de cerrar El Cafetón extrañó a los habituales, ya que otros años la pareja podía haberse cogido una semana de vacaciones pero el local quedaba atendido por los camareros. En esta ocasión el cierre fue total y fueron muchos los que le preguntaron vía WhatsApp, pero ellos no respondieron. Solo el lunes, a las 6.30 horas de la mañana, enviaron un mensaje que rezaba: 'Se acabó. Os queremos mucho'.

«Yo no interpreté que ese mensaje fuera una despedida», manifiesta un amigo cercano de la pareja. Ni él ni muchos otros. En la habitación en la que se alojaban se encontraron una nota y un testamento, lo que hace pensar que se trata de un suicidio. Y esto no parecía casar en principio con ese carácter explosivo y guerrero del hostelero. Pero, como reflexionaba aún incrédulo Seth González, amigo, exempleado y propietario del bar Les Aceñes, «nunca sabes lo que pasa por la cabeza de cada uno de nosotros».

Los Bomberos de León tuvieron que abrir la puerta de la habitación alertados por la dirección del hotel. Agentes de la Policía Nacional realizaron la inspección y el personal del anatómico forense levantó acta del fallecimiento de ambos.

La investigación avanza en diferentes líneas para tratar de esclarecer el motivo y la forma en la que se produjo el suceso, aunque la principal hipótesis es el suicidio. Al parecer, en la nota que dejaron en la habitación justificarían su decisión por las deudas económicas que afrontaban. Lo cierto es que las cosas no estaban siendo fáciles para la pareja. Además de esa supuesta deuda, la pérdida de visión que venia sufriendo Mari, derivada de una diabetes, le dificultaba su trabajo.

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