Algunos de los vecinos de El Cruce, Llaranes y Garajes y los trabajadores de las empresas del PEPA aseguraban esta tarde haber sentido miedo al ver el fuego y el humo salir de baterías de cok. Es el caso de Ludivina López, que salió de su casa corriendo para dirigirse al parque y seguir de cerca la evolución del incendio con la mente puesta en aquella gran explosión de hace 47 años que vivió tan de cerca que una chapa de la factoría que salió despedida le pasó por encima. «Toi asustada», repetía varias veces, y solo se tranquilizó un poco cuando le dimos la noticia de que no había heridos, «gracias a Dios».
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Muy cerca de allí Josefa Madruga recogía la ropa de su tendal. Sus hijas se habían ido hacía ya una hora, cuando comenzó el fuego cogiendo a su nieto, el menor de la familia, para evitar que respirase los humos que salían del incendio. Afortunadamente para ellos el viento no soplaba hoy en dirección a estos barrios.
En los bares de El Cruce el bullicio que a veces se respira a esa hora de la tarde era mucho menor, algunos clientes seguían en la televisión lo que estaba sucediendo a pocos metros de ellos, pero fueron muchos los que optaron por dejar su trabajo y coger el coche en dirección a sus casas ante la falta de información de lo que estaba sucediendo y lo impresionante de las imágenes que hacían temer que se pudiera producir una gran explosión con consecuencias imprevisibles, de ahí que el tráfico en la zona fuese muy intenso y que se estén formando atascos durante la tarde.
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