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eva fanjul / ruth arias
Martes, 4 de septiembre 2018, 18:29
Un caprichoso giro del destino hizo que Cándido Álvarez, el camionero que se detuvo a ayudar a evacuar a los heridos del autobús siniestrado ayer en Avilés, se encontrase con un amigo suyo entre las víctimas. Circulaba con su camión un poco detrás ... del autocar y se detuvo sin pensarlo cuando vio la magnitud del accidente.
Se encontró allí con una imagen dantesca, terrible, tan dura que asegura que «parecía un atendado, nunca había visto nada así». Lo primero que se encontró fueron cadáveres y, de pronto, oyó una voz que le había reconocido. Era un amigo suyo. «Le saqué como pude y luego me enteré de que había fallecido de camino al hospital», cuenta Cándido Álvarez, con lágrimas en los ojos.
Han pasado más de 24 horas, pero sigue sin poder pensar en otra cosa. «Todavía le doy vueltas y estoy un poco tocado», dice. Aún así, no quiso faltar a la concentración en memoria de las víctimas convocada este mediodía en Avilés.
«Pensé que había sido un autobús que había perdido la dirección porque se iba llevando por delante todos los pivotes de las obras. Yo iba pendiente de librarlos y no me imaginé lo que había pasado, pero cuando llegué a la altura y lo vi paré el camión para ayudar», relata, con la espina clavada de que «siempre te queda la cosa de poder haber hecho más».
Sin embargo, él mismo reconoce que más hubiera sido poco menos que imposible. «Fue todo muy rápido. Helicóptero, Bomberos y ambulancias llegaron rapidísimo, más no se pudo hacer, solo si hubiera habido magia», recuerda.
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