Vicente Álvarez Areces fue clave en la supervivencia del Sporting. El entonces alcalde de Gijón salió al rescate de un club, incapaz de reunir el capital necesario para la conversión en sociedad anónima. Areces tomó las riendas de la negociación como máximo representante municipal y lideró desde el Ayuntamiento el proceso. Relataba hace poco más de un año, en una entrevista en EL COMERCIO, que se involucró tanto en esta operación que apenas disfrutó del nacimiento de su hijo Alberto. «Todos teníamos constancia de que se precipitaba un desastre ante la falta de garantías», narró en esta conversación, orgulloso de que se aparcaran entonces rivalidades políticas y se antepusiera, como él mismo decía, «los intereses generales». «Nadie pretendía quedarse con la mayoría del accionariado sino salvar al Sporting», le gustaba recordar al que fue el último alcalde de Gijón que fue directivo del club. Fue durante la presidencia de Ramón Muñoz, al igual que Juan Cueto, fallecido paradójicamente esta misma semana.
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Las expectativas de la directiva encabezada por Plácido Rodríguez eran para Areces «excesivamente optimistas» al tiempo que dudaba, como así se demostró, de la aparición de los grupos accionariales que estaban dispuestos a asumir el capital necesario con una importante inversión. «Las cantidades que manejaban no se correspondían con la realidad y nadie aparecía para cubrir la operación», insistía. A falta de 15 días para la conclusión del plazo se habían cubierto 30 de los 589 millones de pesetas (3,5 millones de euros) que eran necesario para alcanzar la meta. Había un riesgo evidente de desaparición.
Areces, en este escenario, puso a sus colaboradores a trabajar y se implicó a muchos empresarios, pequeños y grandes, para que invirtieran en el Sporting y consiguiera la salvación. «Fue una historia maravillosa de Gijón que nadie puede enturbiar», destacaba siempre que se aludía a aquellos días convulsos. El Ayuntamiento que encabezaba adquirió 276.465 euros en acciones para completar el capital. El Consistorio se quedó con un simbólico porcentaje y el resto se convocó una subasta con carácter permanente. Ahí apareció la figura de José Fernández que se hizo máximo accionista de la entidad. «Estuvo abierto a todo el mundo y por tanto es mentira de que el Ayuntamiento cediera las acciones a Fernández», explicaba Areces, triste de que haya personas que hayan querido «reescribir la historia, creando un relato alternativo y falso». Areces pasará la historia por muchas cuestiones después de tres mandatos como alcalde de Gijón y otras tres legislaturas como presidente del Principado (ganó las seis elecciones a las que se presentó) pero es evidente que nadie puede negar su influencia en que el Sporting esté vivo ahora mismo por su implicación en aquellas jornadas. «Fui muy importante y me siento orgulloso de haber pilotado aquel movimiento. La mayoría ha reconocido mi trabajo», zanjaba.
Posteriormente, en sus distintas responsabilidades, nunca dejó de dar la cara por el deporte y los clubes asturianos. Asturias fue patrocinador del Sporting, durante su etapa como presidente del Principado. Una inyección económica clave para cuadrar los presupuestos en temporadas difíciles por la deteriorada salud financiera de la entidad. Su relevo en el Ayuntamiento de Gijón, Paz Fernández Felgueroso, llegó incluso a aceptar el ofrecimiento del club, presidido entonces por Juan Arango, para adquirir las instalaciones de Mareo y las marcas. De otra manera, el Sporting hubiera desaparecido.
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