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LUCÍA RAMOS
LLANES.
Sábado, 18 de agosto 2018
Una fuerte discusión rompía, en torno a las seis de la madrugada del jueves, la calma que habitualmente impera en la localidad llanisca de Belmonte de Pría. Dos horas después, un vecino de la zona encontraba el cadáver del concejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Llanes, Javier Ardines González ... , de 52 años, tendido sobre el asfalto del camino que conduce a su vivienda y con varios golpes en la cabeza y en el rostro. La principal hipótesis con la que trabajaron desde un primer momento los investigadores fue la de una muerte violenta, algo que ayer confirmaba la autopsia que se le practicó al cadáver en el Instituto de Medicina Legal. Según pudo saber EL COMERCIO, los vecinos de un chalé ubicado en el mismo camino se despertaron sobresaltados «pasadas las seis de la mañana» tras oír las voces de «más de una persona».
«Eran voces muy altas, parecía que estuviesen dentro la casa», relataban ayer al tiempo que reconocían que debido al «miedo» que sintieron en ese momento no se atrevieron a salir a la calle para comprobar qué sucedía.Fue uno de esos mismos vecinos, procedentes de Madrid pero con segunda residencia en Belmonte de Pría, a apenas doscientos metros de la residencia del edil llanisco desde hace más de una década, quien dos horas más tarde de escuchar las voces encontró el cadáver. Según explicó, salía a pasear junto a su perro, como tenía por costumbre hacer cada mañana, cuando el animal salió corriendo en dirección a la parte del camino que conduce a varias viviendas, entre ellas la de Ardines. Entonces el hombre, que había iniciado su marcha en sentido contrario, dio media vuelta para buscar a su mascota y se topó con el cuerpo sin vida del concejal y pescador, en medio de un «reguero» de sangre.
Pese a que le conocía desde hacía años, en un primer momento no logró identificarle y pensó que «era un chico joven». De forma inmediata dio aviso al 112, desde donde le conminaron a comprobar si la persona tendida en el suelo tenía pulso. Sin embargo, el edil de IU ya estaba fallecido, como más tarde confirmaría el personal sanitario desplazado hasta el lugar en una ambulancia.
Fue poco después, cuando fueron llegando los familiares de Javier Ardines, cuando los madrileños se enteraron de que el cuerpo hallado junto a su chalé era el de su vecino. Enormemente impactados por lo acontecido, tanto el hombre que encontró el cadáver como su pareja daban testimonio durante la mañana de ayer en el cuartel de la Guardia Civil de Llanes de lo que habían visto y oído durante la madrugada y la mañana del jueves.
Testimonios
No fueron los únicos en pasar por las dependencias del instituto armado para prestar declaración dentro de la investigación abierta para esclarecer en qué circunstancias se produjo el asesinato de Javier Ardines. La mujer y los dos hijos del fallecido estuvieron declarando hasta cerca del amanecer de la jornada de ayer sobre los posibles motivos que hubiesen podido llevar a alguien a planear su muerte o si habían notado algo sospechoso o raro últimamente. Según explicaron fuentes cercanas a la familia, «están destrozados y no se creen lo que está pasando» y, aunque no descartan ninguna hipótesis, aseguran que el político no tenía problemas graves con nadie.
Los agentes de la Guardia Civil encargados del caso también recabaron los testimonios de otros vecinos de la zona, uno de los cuales aseguró que sus perros habían montado dos veces durante la madrugada tal escándalo que, en una de las ocasiones, se vio obligado a levantarse de la cama para hacerles callar. Asimismo, durante la tarde prestaba declaración el joven que desde hace varios años faenaba junto a Javier Ardines a bordo de la embarcación de la que este último era patrón, la 'Bramadoria', y que durante la mañana del jueves esperó en vano en el puerto de Llanes la llegada del edil para hacerse a la mar.
Objeto contundente
La autopsia que le fue practicada durante la mañana de ayer al cuerpo del concejal llanisco en el Instituto de Medicina Legal de Oviedo confirmó las sospechas de los investigadores, quienes desde un primer momento barajaron como principal hipótesis la de que la muerte fue violenta. El cadáver del político y pescador llanisco presentaba varios golpes en la cabeza y en el rostro propinados con un objeto contundente y que fueron los que le ocasionaron la muerte.
Según indicaron desde la Guardia Civil, el cuerpo se encontraba a varios metros de la furgoneta que conducía Javier Ardines, quien se dirigía al puerto llanisco para salir a faenar. A escasa distancia del vehículo fueron halladas tres vallas de obra, una de las cuales estaba en pie, a un lado del camino, mientras que las otras dos habían sido derribadas. Todo apunta a que las barreras fueron colocadas por el asesino o asesinos para obligar al edil a detener su marcha.
Según pudo saber este diario, las vallas eran propiedad de una empresa de construcción de Llanes que quebró hace un tiempo y cuyo propietario las repartió entre varios vecinos del concejo.
Fuentes cercanas a la familia manifestaron ayer que no era la primera vez que Ardines se encontraba con un obstáculo mientras se dirigía al trabajo. De hecho, la pasada semana ya se había topado con una de las vallas colocada en medio del camino, la cual apartó antes de continuar su marcha. Se lo comentaría más tarde a su mujer. Sus allegados aseveran que este primer obstáculo «era para tantearle».
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