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EVA FANJUL/OLGA ESTEBAN
GIJÓN.
Viernes, 24 de abril 2020, 01:31
La comparecencia de ayer del ministro de Universidades, Manuel Castells, la primera desde la declaración del estado de alarma, no dejó indiferente a nadie, ni por su forma, ni por su contenido. En una rueda de prensa trufada de singulares expresiones, Castells dejó muchas ... cosas claras y no tuvo remilgos para explicar los pormenores de cómo se está preparando este complejo final de curso universitario y, no menos importante, de cómo arrancará el próximo.
Además de todo lo relacionado con la evaluación final y las obligatorias medidas de seguridad a tener en cuenta, las cuestiones económicas fueron una referencia constante en la intervención de Castells. Entre otras cosas, incidió en la necesidad de dar respuesta a un alumnado que ante circunstancias personales y económicas excepcionales y complejas puede verse obligado a dejar sus estudios. De hecho, anunció que «si un estudiante quiere abandonar voluntariamente hay que ver en qué medida es posible devolverle la matrícula».
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Eso sí, el ministro aclaró que eso es lo que él piensa «y otra cosa son las posibilidades reales de las universidades» ante estos supuestos. En ese sentido indicó que se ha creado una comisión entre CRUE, comunidades y ministerio para determinar en qué condiciones un alumno puede tomar esa decisión sin tener que volver a pagar la matrícula de la asignatura.
En la misma línea, Manuel Castells volvió a reiterar que bajar las tasas universitarias es una de sus «prioridades», algo que aparece recogido en el acuerdo del Gobierno. De hecho, su objetivo es «volver a los niveles de 2011-2012 y acabar con el sistema de horquillas que es tan injusto». Pero también reconoció que eso depende entre otras cosas de las repercusiones económicas que va a sufrir el país tras la pandemia y de que haya o no unos nuevos presupuestos.
Respecto al devenir del curso, Castells afirmó que «estamos muy lejos de la normalidad y la enseñanza tiene que continuar». Esto ha de hacerse «en los plazos, con calidad y con la flexibilidad de adaptarse a lo que no se puede hacer». En este sentido, agradeció el esfuerzo llevado a acabo por las instituciones para adaptarse en dos meses a una situación para la que «no estaban preparadas». Pero, también les instó a escuchar la opinión de estudiantes y docentes sobre cuáles son las mejores fórmulas para la tan debatida y polémica evaluación 'online'. Las universidades, dijo, «son de los estudiantes». Sin referirse a ello, parecía pronunciarse sobre el conflicto de la Universidad de Oviedo, donde los estudiantes han estallado contra el equipo rectoral, por lo que consideran «falta de información» y «cambios de criterio» sobre la evaluación, a unos días tan solo de que arranquen los exámenes.
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