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«Se adopta». Con esa frase y el golpe de mazo correspondiente, Nancy Ovelar de Gorostiaga entró en la historia de Asturias. Y lo hizo de la mano de la bebida autóctona. Porque con su frase y su golpe de mazo convirtió a la Cultura Sidrera Asturiana en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Pero, además, con ese gesto la presidenta del Comité Intergubernamental de Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unescoponía deberes al Principado: porque la declaración conlleva que la Cultura Sidrera Asturiana debe ser protegida y promocionada. O lo que es lo mismo, las administraciones públicas deben ser garantes de ello.
Porque el hecho histórico del 4 de diciembre, cuando tras años de trabajo tan intenso, como unánime Asturias logró que la sidra y su forma de beberla sea Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, tiene caducidad. Los reglamentos de la Unesco marcan una evaluación cada seis años de la decisión tomada. Y ahí se analizará si la Cultura Sidrera Asturiana ha sido protegida por las instituciones. Una protección que va desde la pumarada hasta el escanciado. Y, también, promocionada. Entre las nuevas generaciones y con carácter internacional. Si el resultado es positivo, echar un culín seguirá siendo mundial. No se ha dado el caso aún de que ninguna de las manifestaciones culturales protegidas por la Unesco hayan perdido esa etiqueta creada en 2006.
1 La declaración de la Unesco obliga a proteger la Cultura Sidrera Asturiana en todas sus facetas: desde la pumarada hasta el escanciado, pasando por el vaso y la botella.
Protección. La declaración de la Unesco obliga a proteger la Cultura Sidrera Asturiana en todas sus facetas: desde la pumarada hasta el escanciado, pasando por el vaso y la botella.
2 Debe darse a conocer entre los jóvenes y llegar a todos los países.
Promoción. Debe darse a conocer entre los jóvenes y llegar a todos los países.
3 Cada cinco años se evaluará la concesión.
Examen. Cada cinco años se evaluará la concesión.
En una entrevista concedida a EL COMERCIO, el motor de esta concesión, Luis Benito García, ya apuntaba que el nuevo título obliga a los asturianos a «preservar esta cultura e iniciar planes de educación patrimonial que pasen por una secuencia de conocer, difundir, valorar y respetar».
El director de la cátedra de la Sidra era ayer el hombre más buscado. El historiador señaló que «la industria de la sidra, que siempre ha sido descentralizada y de base familiar, nunca pudo tener una promoción publicitaria fuerte». Hasta ahora.
No lleva consigo la distinción dotación económica, como recordó el director de la Cátedra de la Sidra, lo que significa que tocará «llamar a todas las puertas: pediremos al Principado más financiación; subvenciones y ayudas al Gobierno de España y presentaremos proyectos de financiación a la Unión Europea», apuntó Luis Benito García.
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Unas ayudas económicas que, desde los cosecheros, tienen un destino prioritario: «Las pumaradas de manzana asturiana». El cosechero Daniel Exner tiene claro que el respaldo de la Unesco es una oportunidad para salvar las plantaciones de manzana, «que están en riesgo porque no son viables».
Y desde el sector turístico y hostelero, el presidente de la patronal Otea considera que «no se trata tanto de obligaciones como de la responsabilidad del sector en promulgar y conservar los principios que sostienen la Cultura Sidrera Asturiana». En opinión de José Luis Álvarez Almeida, «el escanciado es lo que distingue nuestra manera de degustarla: si quitamos el escanciado y los escanciadores, la sidra asturiana se podría considerar igual que otras bebidas de manzana del resto del mundo».
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