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Hay muchos escándalos detrás del escándalo de los trenes. Renfe licitó en febrero de 2020 el contrato por 273,3 millones sin especificar las dimensiones correctas de los 31 trenes que pedía y eso fue un error. La operadora debería conocer los tamaños ... de lo que quiere y, desde luego, tiene personal especializado que sabe qué parámetros no debe exceder un tren nuevo, pero esos técnicos quedaron al margen de la toma de decisiones en este expediente.
En vez de dar las medidas, Renfe remitió a los fabricantes a un documento que Adif edita anualmente (la Declaración de la Red) y que debería especificar las condiciones de la infraestructura, pero que en lo tocante al tamaño de los túneles también elude la cuestión. Segundo error. Adif es el titular de la infraestructura, en 2018 contrató a una empresa que puso un escáner en un tren para disponer de las medidas exactas de cada túnel; en vez de trasponer esos datos a la Declaración de la Red que redacta para las empresas ferroviarias, lo que hizo en ese documento fue invitar al lector a buscar las medidas de los gálibos... en una instrucción publicada en un Boletín Oficial del Estado del año 2015.
Esa normativa, de 443 páginas, fue elaborada por la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria, organismo recién constituido entonces y que se preocupó de decir cuál es el tamaño real de los túneles en la red de ancho ibérico (la tradicional de Renfe) y cuál debe ser en los tramos de nueva construcción. Al hablar de la red de ancho internacional (la asociada a la alta velocidad) hizo igual, explicó las medidas reales de los túneles y las óptimas que había que perseguir a futuro. El tercer error estriba en que cuando aborda el ancho métrico (el de Feve), no aplica el mismo principio. Se limita a decir cómo deben ser los túneles en tramos nuevos o reformados y nada dice de los tubos realmente existentes. Es decir, siguiendo el pliego que redactó Renfe, el fabricante de trenes se encontró que le pedían que diseñara un tren para una red ideal que no existe; sería propia del siglo XXI, pero lo que hay hoy en ancho métrico son tubos perforados en el siglo XIX, bajo criterios del mínimo coste posible, y con las dimensiones muy ajustadas.
El concurso se resolvió en junio de 2020, a favor de CAF, que para imponerse al otro competidor presentó un prediseño. La formalización del contrato no se produjo hasta diciembre de 2020. Cuando los ingenieros de la compañía introdujeron en sus ordenadores los parámetros que les había facilitado la parte pública, fueron haciendo los ajustes necesarios para dar con un tren moderno, confortable, con espacio para las bicicletas, facilidad para los viajeros de movilidad reducida. Un tren de estos tiempos debe contar con enchufes para cargar los móviles y baño.
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En algún momento alrededor de febrero y marzo de 2021, alguien hizo la operación. Cogió el perfil de ese nuevo modelo, y vio lo que pasaría en los túneles de la red ferroviaria. Según pudo confirmar este periódico por varias vías, la simulación mostró que en algunas ocasiones -las menos- el modelo llegaba a pegar con las bóvedas de los túneles o las paredes. Las más de las veces se 'comía' la distancia de seguridad con la infraestructura, quedando demasiado cerca.
La red de ancho métrico de Asturias tiene 159 túneles; suman más de 40 kilómetros y cada uno tiene medidas y formas propias. Los más pequeños son los que ejecutó la Sociedad General de Ferrocarriles Vasco Asturiana, entre Collanzo y San Esteban de Pravia. La primera tentación para resolver el problema fue analizar si era viable simplemente impedir que los trenes nuevos circularan en los tramos con túneles más pequeños. La comprobación demostró que en realidad, en todas las líneas de pasajeros había incompatibilidades.
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Ramón Muñiz
Otra de las alternativas pasó por tomar los datos reales de los túneles y aplicarles los márgenes de seguridad que especifica la norma de 2015. Ese segundo diseño dio «un tren de juguete», según reconoció el 'número 3' del Ministerio de Transportes. Se le recortaba medio metro a cada lado y por la parte superior, dejando una forma de Toblerone.
El error final fue dejar que fuera pasando el tiempo sin solucionar el asunto. La secretaria de Estado, Isabel Pardo de Vera, dijo en enero que se había constituido una comisión con el ministerio liderando el tema para desencallarlo. Esa intervención se traduce en que en verano se espera tener por fin un diseño valido. Es decir, más de dos años después de que se avisara del error inicial, lo que evidencia un déficit de supervisión del ministerio, y del Principado hacia él.
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