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ALEJANDRO FUENTE
FELECHOSA (ALLER).
Domingo, 10 de enero 2021, 01:25
El día 1, Año Nuevo, un alud de una fuerza brutal arrastraba a una máquina quitanieves que trabajaba en el Puerto de San Isidro (la AS-253). Las primeras informaciones eran confusas, pero enseguida se desplegó un operativo de búsqueda de sus dos ... operarios. Las condiciones de trabajo de los equipos de rescate fueron muy duras debido al temporal nieve; tuvieron que acceder a pie hasta la zona del siniestro, cerca del mirador de Zuvillaga. Allí, cubierto por varios metros de nieve, se encontró a la primera víctima mortal, César Fernández Ordóñez. Eran las once y media de la noche. Los efectivos continuaron con la búsqueda de su compañero, Virgilio García, que sigue bajo el denso y espeso manto blanco. El suceso dejó también un varón herido y dos familias atrapadas que pudieron ser rescatadas ilesas de madrugada.
Bomberos de Asturias, los efectivos del grupo de rescate, los guías caninos y los agentes especialistas en intervención de montaña de la Guardia Civil se adentraban, de nuevo, el día 2 en el valle con el objetivo de sacar de allí el cuerpo del operario del servicio regional de Carreteras, a pesar de que la zona era ya una trampa mortal para todo aquel que se adentrara en ella; el riesgo de nuevas avalanchas era ya muy alto. A las dos de tarde se encontraba la quitanieves, a 200 metros de distancia, precipicio abajo, de la calzada. Estaba destrozada, partida en tres partes. Se cree que Virgilio no puede estar muy lejos. Pero a las tres de la tarde se da orden de salir. No puede quedar un solo efectivo; el riesgo es muy grande y no se quiere una nueva tragedia.
Desde entonces no se ha podido acceder a la carretera. Una pared de más de tres metros de nieve impide el acceso desde el núcleo de Cuevas, donde comienza el puerto de montaña. Lo compañeros del operario desaparecido se afanaban por abrir el paso con la fresadora: «imposible», decían, solo se pudo avanzar un kilómetro. Todavía quedaban otros cuatro.
El operativo no se detuvo; no podían acceder medios personales pero sí técnicos. Ya se hablaba de usar drones para la búsqueda. Pero lo primero que sobrevuela el puerto es el helicóptero del Bomberos el pasado día 6, festividad de Reyes. El regalo fue una jornada de sol que permitió el vuelo tras unos días de intensas nevadas que impidieron cualquier acción. La inspección fue poco halagüeña; «tenemos toneladas y toneladas de nieve que amenazan con caer, hay puntos con grietas y se ha constatado que hubo más avalanchas. No podemos entrar porque el riesgo es enorme», apuntaba el jefe de la zona centro de Bomberos, Francisco Barreñada. Misma conclusión es a la que llegó la Guardia Civil tras sobrevolar la zona el día 7. «Un nuevo desprendimiento es inminente».
Es la consejera de Presidencia, Rita Camblor, en su primer desplazamiento hasta el puesto de mando avanzado instalado en Felechosa, la que habla por primera vez del uso de una herramienta hasta ahora inédita en el Principado para este tipo de labores: un georradar. Su funcionamiento ya se conoce en la región, pero solo en el ámbito académico. La Universidad de Oviedo lo usa desde hace diez años en el campus de Mieres para diversas funciones, como la investigación de fosas comunes de la Guerra Civil, entre otras muchas.
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Pero el aparato de Mieres es inviable; no se puede acoplar a un medio aéreo. La propia familia de Virgilio es la que da la solución; en el norte de Europa sí que tienen experiencia en la utilización de esta tecnología para los rescates en la nieve. El día 8 llega a Asturias un pequeño goerradar procedente de Letonia. Pero los efectivos del operativo no esconden su limitación; hay una nula experiencia en su utilización.
La borrasca Filomena se acercaba y amenazaba con un nuevo temporal de nieve y frío que agravaría los riesgos de nuevas avalanchas sobre el terreno. Por eso se aprovechó la pequeña ventana del viernes de buenas condiciones meteorológicas para echar a volar un dron, de unos 25 kilos, cedido de forma desinteresada por la empresa GAM. Pero, ¿cómo operarlo? Desde la vertiente asturiana del puerto era imposible. Por eso se agilizaron los trabajos en la parte leonesa hasta abrir la calzada a cien metros del mirador de Zuvillaga. Allí se hicieron las primeras pruebas para determinar la operatividad del aparato. Y es que las condiciones de frío podían marcar su correcto funcionamiento. También es necesario calibrar el georradar a las necesidades de la búsqueda.
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