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CHELO TUYA
Miércoles, 25 de noviembre 2020, 02:49
Lorena Dacuña nunca se consideró una víctima de violencia machista. Vitalista, trabajadora, cuando rompió con su pareja, la gijonesa, de 41 años, le escribió una carta. Confiada, le ofrecía «poder sentarnos a hablar algún día, como grandes amigos». Susana Criado fue pionera en el ... movimiento transexual. En los últimos meses se había vuelto reservada. Sus amigas sabían «que algo pasaba». Por fin, la ovetense, de 61 años, dio el paso y pidió ayuda: «Venid a por mí, por favor». Pero su grito de auxilio llegó tarde.
Porque igual que José Manuel Sánchez Merino, la expareja de la gijonesa, decidió no aceptar su oferta de amistad y coserla a puñaladas el 3 de febrero, M. A., la pareja de la ovetense, no dio tiempo a que sus amigas llegaran a salvarla aquella tarde del 12 de septiembre. El hombre le propinó una paliza brutal en el portal de su domicilio (grabada en las cámaras de seguridad) que intentó frenar, sin éxito, el portero del inmueble. Tras los golpes, la mujer falleció de un infarto.
Lorena Dacuña y Susana Criado no se conocieron en vida, pero ambas aparecen juntas en el listado que, cada año, engrosa la historia negra del país y que será leída el próximo miércoles. Las dos están en el listado anual de feminicidios en España, en la relación de las mujeres víctimas de una violencia machista contra la que el mundo se alza al unísono cada 25 de noviembre.
Un listado en el que, hasta el pasado día 9 de este mismo mes, figuraban los nombres de otras 39 mujeres. Son ya 41 feminicidios, cuya vista conjunta evidencia que la violencia machista no tiene en común ni la edad (la más joven tenía 20 años; la mayor, 84); ni la situación económica (han sido asesinadas estudiantes, maestras, peluqueras, comerciantes, limpiadoras, jubiladas, amas de casa, empresarias y mendigas); ni la procedencia, puesto que todas las comunidades, salvo Aragón, Extremadura, Navarra, La Rioja y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, han registrado casos. El único nexo es que la víctima es una mujer a la que ha matado su pareja o su ex.
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Y Lorena y Susana son un reflejo de ambas opciones. La gijonesa había roto con José Manuel Sánchez Merino. Él, camarero de profesión, decidió matarla al ver que ella seguía feliz sin él. La ovetense convivía aún con la persona que le propinó la paliza.
En lo que coinciden ambas es en que su agresor no siguió los pasos de la mitad del total de 41 asesinos. Ni se suicidaron (algo que lograron diez e intentaron sin éxito seis) ni se entregaron (lo hicieron cuatro). José Manuel Sánchez Merino fue detenido por la Policía Nacional tras días de búsqueda en Gijón. Por su parte, M. A. fue detenido de forma inmediata, tras el testimonio del portero y las imágenes de la cámara de seguridad.
No obstante, el ovetense está en libertad, puesto que el informe forense no atribuye el infarto que la mató a la paliza que Susana Criado estaba sufriendo. Indica que infartó por su patología coronaria. Es el único agresor que está en libertad. Salvo los que optaron por el suicidio o la entrega voluntaria, el resto de los imputados por feminicidio en lo que va de año todos han sido atrapados ya por las Fuerzas de Seguridad del Estado. Algunos, incluso, en otro país.
Los dos feminicidios convierten a Asturias en la comunidad del país con mayor tasa de violencia machista. Cierto es que hay comunidades con mayor número de casos (Andalucía suma 9; Cataluña, 8; Valencia, 5; Baleares y Castilla y La Mancha, 3), pero la tasa por la que se mide la letalidad de los crímenes de género es el número de asesinatos por cada millón de mujeres mayores de 15 años. Y Asturias, debido a su sangría demográfica, no llega al medio millón de mujeres en esa franja de edad. Así que, los dos asesinatos supone una tasa de violencia del 4,2, muy superior a la de Andalucía o Cataluña que, pese a registrar nueve y ocho feminicidios, respectivamente, tienen un tasa inferior al 2. El mismo efecto demográfico dispara la tasa en Cantabria. Allí, el santanderino Carlos Bustamante está acusado de descuartizar a su novia. Los hechos ocurrieron el 22 de agosto, pero el cuerpo de la joven, Nancy Paola Reyes, de 29 años, no apareció hasta el 17 de septiembre. Con un feminicidio, la tasa de violencia machista de Cantabria es la segunda más alta del país, un 3,8.
Así figura en el último informe completo elaborado por la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género. Salvo la cifra de feminicidios, que se actualiza tras confirmar cada caso, los datos cerrados corresponden al mes de septiembre. Y en ellos se puede ver que Asturias, además de registrar dos asesinatos, con lo que son ya 28 las asturianas asesinadas desde 2003, tiene un 8% más de casos activos en el sistema de seguimiento integral en los casos de violencia de género, conocido como VioGen.
Es el sistema en el que aparecen todos expedientes de las mujeres víctimas de violencia machista. Todos los que están aún activos, es decir, que las Fuerzas de Seguridad del Estado controlan en función del nivel de riesgo determinado.
En septiembre, los casos de 1.447 asturianas estaban activos en el VioGen, un 8% más que en septiembre del año anterior. De ellas, 692 tenían algún tipo de protección policial, al estar en situación elevada de riesgo. Un 17% más en solo doce meses.
Preocupante era, en ese momento, el estado de siete de esas mujeres. Según el VioGen, su nivel de riesgo era alto (el máximo es extremo). De las siete, dos tienen entre 18 y 30 años; dos, entre 31 y 45 años; y dos entre 46 y 64 años. Ninguna menor en el grupo. Sí una mujer de más de 65.
Además de en esas siete mujeres con riesgo alto de sufrir una agresión, los ojos de las Fuerzas de Seguridad del Estado se centraron especialmente en el caso de sesenta asturianas. Son los suyos considerados «casos de especial relevancia» en el VioGen.
Un epígrafe que indica que para esas sesenta mujeres, «aumenta de manera significativa la probabilidad de que el agresor ejerza sobre la víctima violencia muy grave o letal».
Porque desde enero de 2020, la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género trabaja con el modificado VioGen, el que incluye un nuevo protocolo, aprobado en marzo de 2019. El experto asturiano Javier Fernández Teruelo, hoy decano de la Facultad de Derecho, fue quien desveló en 2015 los fallos de la aplicación que fijaba el nivel de riesgo, y por ende el de protección, en que se encontraba una mujer víctima de maltrato.
Lo hizo con su estudio 'Análisis de feminicidios de género en España 2000-2015', en el que desvelaba no solo que el VioGen presentaba lagunas como que la distancia entre el agresor y la víctima sirviera para marcar un nivel bajo, sino que endurecer el Código Penal contra el maltratador no serviría de mucho. «Uno de cada tres, se suicida. El resto, se entrega». Las cifras de este año vuelven a dar la razón a sus teorías.
El nuevo protocolo no solo fija el nivel de riesgo, que oscila desde no apreciado hasta extremo (pasando por bajo, medio y alto) sino, también, en poner el foco en determinados casos. Así, además de las mujeres que se encuentran en esa situación «de especial relevancia», el nuevo protocolo da protagonismo a los menores.
Ahora se hace una radiografía más amplia de la situación de la denunciante, si tiene hijos a su cargo, dónde y cómo viven. Unas cuestiones que han dado pie a que el VioGen incluya también entre las personas a proteger a los hijos de las víctimas.
En septiembre, Policía Nacional, Local y Guardia Civil, dependiendo del lugar de residencia de la víctima, tenían la atención puesta en siete casos que llevan la etiqueta de «menores en riesgo». La explicación es que el nuevo protocolo ha determinado que «la violencia ejercida por el agresor sobre la víctima podría entenderse a otras personas cercanas a ella, especialmente, a los menores a su cargo».
En la foto fija del nuevo VioGen también aparecen otros 144 casos. Son los de mujeres víctimas de violencia machista con menores a cargo y que se encuentran en «una situación especialmente vulnerable». De ahí que las ayudas económicas se hayan aumentado. Entre enero y junio, eran 674 las víctimas con renta de inserción. El año pasado, en el mismo periodo, eran 650.
Porque, aunque las denuncias en Asturias disminuyeron entre enero y septiembre, con 1.362 presentadas frente a las 1.439 del mismo periodo, pero del año pasado, el resto de indicadores siguen al alza. Hay hoy en Asturias 643 mujeres que viven pendientes de un teléfono móvil, Atenpro, al que marcar para evitar un agresión. Un 9% más que el año pasado. También 40 agresores están bajo control telemático (la tobillera con GPS que limita su movilidad), el doble en un año.
Todo para evitar que el listado que resta madurez a una sociedad, en el que aparecen Lorena Dacuña, Susana Criado y 39 mujeres más, sume más nombres que recordar el próximo día 25.
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