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Cuando la colombiana Estíbaliz Rosas, de 46 años, llegó a Lugones en 2007 no podía anticipar el calvario que le tocaría afrontar en vida. En 2012 se le diagnosticó Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). La noticia fue un mazazo para toda su familia. Su hermana, Nereida, pensó inocentemente que podría hacer frente ella sola a los cuidados, pero con los años el estado físico de Estíbaliz fue deteriorándose y su parálisis física les obligó a incorporar a alguien que les echase una mano.
Actualmente Estíbaliz tiene que permanecer ingresada en una residencia. No puede alimentarse por sí misma, necesita una sonda gástrica y cuidados especializados. Ha perdido el habla y solo se comunica con su hermana con la mirada. «Si parpadea una vez, es que sí; si son dos veces, significa que no», cuenta Nereida con un hilo de emoción en su voz.
Al drama de estas dos hermanas se añade la cuestión económica. Por más que intentan estirar, no les llega el dinero para pagar los costes de la residencia de Lugones en la que está ingresada.
Los familiares de Estíbaliz dejaron de percibir la ayuda de la ley de Dependencia el pasado septiembre, cuando decidieron cambiarla de residencia para mejorar la atención que recibía. En un inicio, el Principado adjudicó a la dependiente un centro en Gijón. Aunque la familia no tenía referencias y el trayecto hasta la ciudad era largo, confiaron en la Administración regional. Cuál fue la sorpresa de Nereida Rosas cuando, al entrar por la puerta del centro, se encontró a su hermana postrada en una estancia mínima con un fuerte olor a pis. «Era un cuarto nauseabundo, un zulo, y a ella trataban como a un animal», recordó. En ese momento ella solo pensaba en sacarla de ahí. Se la llevó de urgencia a un centro residencial en Lugones donde «la cuidan bien y está contenta». El problema es que, al efectuar este cambio, el Principado retiró la ayuda económica.
La ausencia de este abono supone un gasto de 2.100 euros mensuales al que Nereida y su marido no pueden hacer frente. Al cuidado de sus dos hijos se suma la hipoteca, las facturas y la manutención del pequeño de Estíbaliz, de 13 años de edad, que vive con ellos. El trabajo a tiempo parcial de Nereida y los ingresos de su marido como autónomo no alcanza para todo. «Hemos tenido que pedir préstamos para poder pagar la residencia de mi hermana», explicó ayer.
Lo único que piden, arropados por amigos, es que Servicios Sociales revise su caso y encuentre una respuesta acorde a la urgencia de su situación. «Estamos ahogados por las deudas y solo recibimos largas por parte de la administración», coincidieron los familiares de Estíbaliz al concentrarse frente al Parlamento asturiano para exigir una solución y urgir la ayuda.
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