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Santiago Melón, jefe de sección de Virología del HUCA, en el laboratorio donde ya han analizado más de 77.000 pruebas de coronavirus. ÁLEX PIÑA
«El virus no perdió fuerza»

«El virus no perdió fuerza»

Desde el laboratorio de Virología del HUCA, su jefe, Santiago Melón, sostiene que Asturias ha sido «ejemplar» en el trato de la pandemia, pero alerta de que «es tremendamente difícil anticiparse y saber cómo va a actuar el virus» a partir de ahora

LAURA FONSECA

OVIEDO.

Domingo, 14 de junio 2020, 02:29

Dice que le gustaría tener un encuentro de tú a tú con el COVID, entrar en su interior, verle la cara. No es raro ese deseo para alguien que, como Santiago Melón (Figaredo, Mieres, 1964), lleva 32 años viviendo entre virus. Cuando al jefe del laboratorio de Virología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), microbiólogo de profesión y corazón, le preguntaron que deseaba para 2020, dijo: «Que pase pronto». Ahora lo recuerda entre risas y algo más relajado después del tsunami que dejó tras de sí el coronavirus. Melón y su equipo se anticiparon a lo que iba a venir. Vieron lo que muchos no veían en Wuhan y se pusieron manos a la obra ya en enero. Su laboratorio es de los que más pruebas PCR hizo en España y casi en el mundo. Cuando todo esto termine y el COVID le deje, confiesa que quiere viajar a Filipinas. ¿Y a Wuhan? «Eso es de frikis», responde.

-¿El virus que ahora circula es el mismo que salió de la ciudad china de Wuhan en diciembre?

-En el laboratorio de Virología del HUCA hemos hecho unos sesenta estudios genómicos de estos virus y no vimos ningún cambio. No hay ninguna tasa de mutación grande como se podía esperar, salvo la que se registró al principio de la pandemia y que fue la que derivó en el genotipo que circuló por Italia y España. Fue ese el virus que llegó aquí y es el que se movió por las zonas de Europa con mayor letalidad.

-¿Cuántos genotipos hay?

-Hay identificados seis genotipos, pero, salvo esa mutación que comentaba, el resto son muy parecidos. Es un virus muy estable.

-¿El COVID es un virus inteligente o es del montón?

-Más bien del montón y no es tan listo como se cree. Lo que pasa es que nos metió mucho miedo.

-¿Qué hemos aprendido de él?

-Uf, muchísimas cosas. Lo primero, que los virus son capaces de provocar neumonías. Esto es algo que los virólogos ya sabíamos, pero que el resto del personal, incluso en el ámbito sanitario, no creía o no tenía tan presente. También aprendimos que es un virus que da más problemas en gente mayor especialmente.

-Pero hay casos también de gente joven, ¿no?

-Sí, sí, claro, pero las estadísticas muestran que el 90% de los fallecimientos se registran a partir de los 70 años, algo que por una parte es lógico, porque es la población más vulnerable. A los jóvenes también les afecta, pero en menor medida, porque están mejor de salud.

-El COVID-19 ha llegado a todo el mundo. ¿Es un virus que se mueve muy rápido?

-Mire, pues no. Hemos aprendido que tampoco contagia tanto como se creía. Los resultados de los estudios de seroprevalencia muestran que solo se contagió el 5% de la población y, en Asturias, mucho menos, apenas un 1,6%.

-Si con solo un 5% de contagios de media lió la que lió, ¿qué habría pasado con un 50% o si se hubiera apostado por alcanzar la inmunidad de grupo?

-Habría sido tremendo. El nivel de contagio constatado en los estudios de serología coincide con lo que veíamos en las pruebas de PCR de laboratorio, donde confirmábamos entre un 4 y un 5% de positivos. Estos resultados se pueden interpretar viendo el vaso medio vacío o medio lleno. En negativo podríamos decir: «¡Uy, se inmunizó poca gente!». Pero en positivo también demuestra que el virus no es tan contagioso como se preveía.

-¿Y usted de qué lado se pone?

-Del positivo, porque si al final vemos que el virus no se transmite de forma tan fácil y, encima, tomamos medidas de protección como la distancia social, las mascarillas y la higiene de manos, lo del rebrote lo veo lejano.

-Volvamos a lo del nivel de contagio. ¿Cómo es posible que siendo tan bajo nos haya sumido en una crisis sanitaria mundial?

-Yo creo que, por una parte, no esperábamos que el virus viajara tan rápido. Creíamos que se quedaría en China, o que, de llegar, se comportaría como el ébola, el SARS o el MERS. Es decir: se preveían menos casos y más graves. También hay que decir que fuimos conociendo al virus a medida que se extendía la pandemia. Recuerdo que en las primeras semanas se ingresaba a todo el mundo en el HUCA y luego se tomó la decisión de dejar en casa a los pacientes que no eran graves y controlarlos desde Primaria. Ese fue un paso acertado porque evitó el colapso hospitalario, al menos, en Asturias.

-¿Qué nos queda por saber?

-Sobre todo, nos queda encontrar un tratamiento efectivo, una vacuna o un fármaco. No obstante, en todo este tiempo el abordaje de la enfermedad por parte de los clínicos ha mejorado mucho.

-¿Por qué cuesta tanto controlar a los virus?

-Encontrar un fármaco efectivo requiere de mucho tiempo porque los virus son entidades complejas. El ejemplo más claro lo tenemos con el VIH, para el que todavía no hay una cura. Por eso es importantísimo aprender a manejar al paciente desde el punto de vista clínico y poder diagnosticar de forma rápida.

-¿Ha perdido fuerza el virus?

-No lo creo. Lo que ocurre es que lo sabemos abordar mejor.

-Mucho antes de que la pandemia nos explotara en plena cara, el laboratorio del HUCA que dirige ya trabajaba en la búsqueda del COVID y había diseñado un modelo propio de pruebas PCR. ¿Qué fue lo que les hizo actuar de forma tan anticipada?

-En el laboratorio del HUCA empezamos a trabajar en esto a principios de año, y el 23 de enero ya teníamos diseñado el sistema de diagnóstico. Fue justo un día antes de que el CDC (Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos) sacara su protocolo para el COVID.

-¿Lo hicieron por lo que veían en China?

-Si. Ya lo habíamos hecho con el SARS-1, en el año 2003, cuando al final no pasó nada, pero en esta ocasión parece que acertamos.

-Parece que fueron de los pocos que se tomaron en serio lo que pasaba en Wuhan.

-Bueno, es un poco nuestra labor, lo hacemos siempre. En el laboratorio somos gente inquieta y andamos buscando virus nuevos continuamente. Pero también reconozco que no creíamos que la pandemia iba a comportarse como se comportó.

-¿Qué se encontraron en el laboratorio en esas semanas previas a la irrupción del virus en Asturias?

-Había mucha infección respiratoria y mucha gripe B. Cuando vimos lo que pasaba en Wuhan, empezamos a buscar ese coronavirus, el SARS-2. Diseñamos una prueba exclusiva y la incluimos en la rutina diaria. Eso fue lo que nos permitió hacer tantísimas pruebas y comunicar resultados de forma rápida cuando llegó la pandemia. Fuimos bastante autónomos porque teníamos nuestros propios reactivos.

-¿Cuántas pruebas llevan hechas desde entonces?

-Más de 100.000, lo que supone todo un récord para el laboratorio de Virología del HUCA. De ese total, 77.000 corresponden exclusivamente a este coronavirus. Para que se haga una idea, cuando arrancó la pandemia empezamos con unas 700 pruebas diarias y llegamos casi a 1.800.

-¿Cuál fue el primer caso de COVID que confirmaron en el laboratorio del HUCA?

-Fue el 29 de febrero y correspondió con el del primer enfermo que ingresó en la UCI.

-¿El escritor Luis Sepúlveda, verdad?

-Sí. Ese caso fue el primero.

-Asturias fue una de las comunidades que más pruebas PCR hizo. ¿Cree que si todos los laboratorios de los hospitales hubieran actuado de esta manera, con pruebas indicadas, centralizadas y rápidas, la evolución de la pandemia habría sido más contenida?

-Puede ser. Pero ojo, defiendo la realización de pruebas focalizadas en personas con síntomas y en sus contactos. Eso de hacer pruebas masivas, alegremente y sin una indicación clínica, no me parece correcto. Es más efectiva la labor de los rastreadores.

-Por cierto, ¿cuánto cuesta una PCR?

-A nosotros, poco, unos cuatro euros. Normalmente, en el mercado puede costar como mínimo catorce euros, lo que vendría a indicar que en el HUCA llevamos ahorrados unos 770.000 euros.

-Ahora hay una tremenda bronca política en España sobre cómo se gestionó la pandemia. Ustedes que llevan mucho tiempo viendo al virus desde muy dentro, ¿cree que había forma de prever lo que iba a pasar?

-No. Es tremendamente difícil anticiparse y saber cómo va a actuar un virus.

-¿Se tendrían que haber suspendido los actos masivos del 7 y el 8 de marzo?

-Uf, no quiero entrar en esa guerra política. Solo digo que es muy complicado predecir cómo actuará un virus, que, además, como ha sido en este caso, puede infectar a toda la población. Lo que sí me gustaría decir a quienes ponen la mirada en el 8M es que también hubo fútbol y celebración de misas... Dicho con todo mis respetos. El tema se está politizando y no debería ser así.

-Dicen que en China el virus ya pudo haber circulado antes de diciembre. Hablan, incluso, de agosto de 2019. ¿Hay forma de saber eso mismo en Asturias?

-Precisamente ahora que está bajando un poco la presión porque la presencia del COVID ha descendido, estamos haciendo un estudio retrospectivo. Como en el laboratorio del HUCA tenemos muestras de varios meses atrás, lo podemos hacer.

-¿Y qué han visto?

-Hemos analizado unas mil muestras correspondientes a los meses de diciembre de 2019 y enero de 2020 y no hemos encontrado presencia de COVID-19.

-Echando la vista atrás, ¿aquí no nos fue tan mal, no?

-Creo que Asturias fue modélica. Se actúo de forma coordinada desde urgencias, hospitales, Primaria, Vigilancia Epidemiológica, ambulancias, residencias...

-Y su laboratorio.

-(Risas) Sí, también, pero me gustaría extender también el éxito a los laboratorios de Cabueñes, Mieres y Avilés, que se incorporaron a la realización de pruebas.

-¿Daremos con una vacuna?

-No lo sé, pero nunca hubo tantos grupos buscando una solución. Imagino que algo saldrá.

-¿Como ve la desescalada?

-Veo a la gente concienciada.

-¿Habrá rebrote?

-Los virus son impredecibles, pero si lo hay no será tan duro como lo que pasamos.

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