Salud prevé realizar autopsias psicológicas para estudiar el trasfondo de cada suicidio en Asturias

El departamento que encabeza Ángel López mantiene los pies en el suelo: «Es muy difícil prever e impedir los suicidios; esa es la realidad». Pero no por eso deja de buscar nuevas herramientas que ayuden a revertir las estadísticas que sitúan a Asturias como la comunidad autónoma donde más casos se registran. El año pasado fueron 133 las personas que se quitaron la vida deliberadamente en la región. Aunque ninguna cifra es buena en una cuestión como ésta, desde la Dirección General de Salud Pública se precisa que «hace años llegó a haber 155 suicidios» en el Principado.

Con la nueva medida prevista, se tratará de hacer «un estudio cualitativo, no sólo cuantitativo» de cada caso, en un intento de recabar toda la información posible sobre las circunstancias que hay detrás de un desenlace tan trágico. Pero, ¿en qué consiste una autopsia psicológica? «Es un estudio exhaustivo, caso por caso, de los antecedenes sanitarios, psicológicos y sociales de la persona fallecida», explica el director general de Salud Pública y Salud Mental.

Un método de exploración indirecta y retrospectiva con el que esperan «encontrar puntos de intervención e identificar por qué una persona tiene mayor riesgo de suicidio». Para ello, desde la consejería se buscará la colaboración del Instituto de Medicina Legal, con el que se trabajará para establecer un protocolo de actuación. «Las autopsias psicológicas conllevan un trabajo de orfebrería», asegura Ángel López, «que requiere tener a unos profesionales estudiando minuciosamente las historias clínicas de las personas que se suicidan, su entorno laboral y social...».

En esta reconstrucción postmortem resultaría fundamental, además, la ayuda de las personas más cercanas, lo que «es muy delicado» por el gran impacto que los suicidios causan en las familias y el tabú que todavía existe en torno a este problema de salud mental en el que el sufrimiento y la desesperación alcanzan cotas extremas. «Si conseguimos cerrar el modelo de actuación, ya podríamos estudiar la casuística de 2025», se marca como horizonte la Dirección General de Salud Mental.

Con la información que se recabe de la personalidad de cada fallecido, se analizará si existe o no un patrón de conducta. «Si es así, nos ayudaría a afinar en las intervenciones. Si no, no hay forma de intervención posible, porque no estamos hablando de un acto previsible. Es más, muchas personas que se suicidan ni siquiera han pasado por los servicios de Salud Mental», señala Ángel López.

Las autopsias psicológicas entran dentro de la estrategia que está desarrollando la Consejería de Salud para actualizar la atención de la enfermedad mental y el malestar emocional, que «no son lo mismo», según coinciden en puntualizar las autoridades sanitarias y los especialistas. La patología se ha estabilizado. Las consultas derivadas de «los problemas de la vida», sin embargo, han crecido, sobre todo, a partir de la pandemia del coronavirus. Y muy especialmente en la población joven, lo que resulta aún más preocupante.