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Fernando Cuesta, durante la entrevista en TPA. TPA

«Desde que regresó a Asturias lo tenía todo preparado para cuando se cansara de vivir»

La presidenta de la asociación ELA asegura que Fernando Cuesta le expuso sus planes nada más llegar

S. D. TEJEDOR

GIJÓN.

Domingo, 29 de septiembre 2019, 05:53

Fernando Cuesta lo tenía todo preparado y dispuesto desde que regresó a su tierra procedente de Madrid. Así lo asegura María José Álvarez, presidenta de la asociación de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), a la que pertenecía Cuesta. «Me dijo: 'mañana me voy a Suiza', un día antes de partir. Nunca sabes o piensas si será verdad, pero lo que él había dicho cuando entró en la asociación fue que 'lo tengo todo preparado para cuando me canse de vivir; entonces, me iré a Suiza'. Y así fue». María José Álvarez recuerda que él le mandó un wasap para avisarle de que podían pasar a recoger una silla eléctrica que le habían prestado. «En el mensaje me decía que recogiéramos la silla porque al día siguiente se iba. En aquel momento di por hecho que, efectivamente, se iba a Suiza pero no me lo planteé más». Cuando vino de Madrid, en donde llevaba varios años viviendo, aseguró, dice Álvarez, que «ya lo tenía todo arreglado, que se iría a Suiza, pero hay muchos enfermos que lo dicen y luego no toman ninguna decisión».

Álvarez recuerda a Cuesta, aunque matiza que «para nosotros son todos los enfermos iguales»; él era uno más en la asociación. «Siempre conoces a todos porque somos pocos, pero hay un equipo de profesionales (psicólogo, terapeutas,...) y acabas teniendo una relación con ellos. Te conviertes en una especie de Elena Francis». Afirma además que «Fernando iba por la asociación de vez en cuando y yo le pasaba a ver en ocasiones por la residencia en la que vivía; además hacía rehabilitación en Cocemfe y lo veía allí». ¿Cómo lo recuerda?: «No era una persona triste, y sí bastante habladora. Se notaba que tenía una buena formación y no hablaba de su familia».

Álvarez confiesa que le resulta «triste que no se hable de ELA para nada salvo que se llegue a situaciones límites como es este caso, y parece que la gente busca morbo». Dice que, evidentemente, como asociación no se puede posicionar respecto a la eutanasia. «Es tan lícito querer vivir como querer morir», y reclama al Estado que «colabore un poco más. Es muy triste que quien quiere poner fin a su vida porque ya no puede seguir, tenga que irse fuera de su país para poner hacerlo». Y la sociedad, dice, podría hacer pequeños gestos, como voluntariado.

Álvarez no puede evitar decir, al recordar el caso de Cuesta, que «tendríamos que poder elegir. No se trata de morir por morir; es terrible querer morir y no poder. Eso no es un capricho». Cree que llegará la ley que lo contemple en España. «Al final se logrará y creo que no será a muy largo plazo».

Lo cierto es que Fernando Cuesta había manifestado que «cada día necesito más ayuda y esto es una condena». Su familia, sus dos hijos y su exmujer, sabían que ese día iba a llegar. «Parece que te puedes mentalizar, pero no es así; este mes es un proceso de duelo para volver a nuestra vida», dice su hija Belén Cuesta, que reside en Holanda, país en el que su padre inició los trámites pero, ante la incertidumbre de si se llevarían a efecto, descartó la idea. Su hija dice que «fue una suerte poder estar con él los últimos minutos. Nos cogimos de la mano. Allí estuvimos mi hermano, mi madre y yo, como él quería».

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