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S. D. T.
GIJÓN
Domingo, 29 de septiembre 2019, 02:29
En el Hospital Gijón, en donde residió Fernando Cuesta desde su vuelta de Madrid, hay una tristeza evidente. Su director, Arsenio Alonso Collada, se emociona al hablar y, en un momento determinado, no puede contener las lágrimas mientras cuenta que «llegó aquí el 28 de agosto de 2018, o sea, estuvo con nosotros nueve meses. Pidió estar en la parte hospitalaria, no quería residencia porque sabía que necesitaba muchos cuidados. Hicimos un pacto: le daríamos cuidados paliativos y mimos y toda la atención que necesitara hasta que él quisiera, y respetaríamos su derecho al honor».
Alonso asegura que «tenía las ideas claras y estaba decidido. Solo era cuestión de tiempo. Un buen día nos solicitó el alta voluntaria y supe que había llegado el momento. Era pública y conocida su intención. Siempre quiso defender el derecho a una muerte digna; lo decía a sus compañeros, que quería morir».
El director del centro describe a Cuesta como «tremendamente exigente y enfadado con el mundo, lo que hacía que estuviese normalmente de mal humor. Eso no impedía que se mostrase muy amable, accesible y encantador. Además, era muy transparente en sus pensamientos respecto a todo el proceso que había emprendido». Los últimos días se mostró «igual que siempre, no pareció una despedida».
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