No hay nada peor para la naturaleza que el uso de venenos contra las alimañas. Es un método que no discrimina, es decir, puede afectar a cualquier especie; desde osos o lobos hasta aves carroñeras como el buitre o el quebrantahuesos, pasando por muchas otras. ... Y es eso lo que ocurrió recientemente en los montes de Proaza y Quirós, donde aparecieron los cadáveres de varias de estas aves con claros síntomas de haber muerto envenenadas. El Principado no está dispuesto a consentirlo y ha declarado la guerra al veneno y a quienes lo aplican en el paraíso natural.
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El pasado lunes fue una de esas jornadas intensas de búsqueda en el monte. La Unidad Canina de Detección de Venenos, agentes del Medio Natural y personal de la Consejería de Infraestructuras, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente realizaron una concienzuda batida por la sierra de Caranga, para continuar por la de Tene. Se parte de un mapa en el que están marcados los puntos en los que se posó el quebrantahuesos muerto, que por fortuna para los rastreadores, estaba radiomarcado. Cómo llegar a los puntos de interés es cosa de los agentes de Medio Natural, que conocen a la perfección un terreno con gran pendiente, habitual zona de campeo del ganado.
Una vez decidida la estrategia de trabajo, 'Brisa' y 'Tifón', los dos perros de la unidad canina, encabezan la marcha en busca de cualquier rastro de veneno. Espectadores del trabajo son un buen número de reses asturiana de los valles, sorprendidos rebecos y varios buitres leonados que aprovechan las corrientes térmicas para sobrevolar la zona, en la que se ubica además una importante buitrera. Los dos perros, guiados por Wenceslao y Pedro, no dejan rincón, charca o árguma sin escrutar. Pero ni rastro de veneno.
El segundo punto de búsqueda, la sierra de Tene, donde hay cabañas ganaderas. Éstas centrarán el interés de los guías, ya que no es extraño encontrar botes con restos de veneno, incluso estricnina, un producto cuya venta está prohibida desde hace más de veinte años pero que no caduca, por lo que todavía se puede encontrar en algún rincón. Y 'Brisa' y 'Tifón' vuelven a su trabajo, en esta ocasión localizando algún pequeño rastro que será necesario analizar.
«Entrenamos a los perros con venenos puros, que los asociamos a diferentes cebos», explica Wenceslao Fernández. Los dos canes son muy diferentes: «'Tifón' es muy rápido y trabaja muy 'largo', mientras que 'Brisa' es más pausada y concienzuda, está especializada en vehículos y cabañas», apunta su guía. Y es que estos perros prácticamente son únicos en España, pues especializados en veneno «hay muy pocos. Con experiencia solo los tienen la Junta de Andalucía, la Guardia Civil y Asturias». «Ahora, los agentes forestales también están creando este tipo de unidades». Y la asturiana lleva trabando desde 2010.
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El trabajo de la unidad lo coordina Pablo González de Quirós, técnico del Servicio de Caza y Pesca del Principado, que en todo momento acompaña a perros y guías. Pero el trabajo no solo es de localización del veneno, sino, sobre todo, disuasorio, «para que la gente nos vea y sepa que el veneno se localiza. No siempre se asocia a una persona concreta, pero si se consigue, le puede caer una sanción muy importante», indican.
No solo el Principado, sino también el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, la Fiscalía de Medio Ambiente y los propios jueces están muy implicados en este problema. Por eso están decididos a esclarecer lo ocurrido en Proaza y Quirós. Orencio Hernández, jefe del Servicio de Medio Ambiente, también participó en el rastreo y apunta que «suponemos que hay veneno en la zona porque el radiomarcaje del quebrantahuesos demostró que estuvo asentado aquí dos días antes de su muerte, que se produce entre 12 y 48 horas después de haberlo ingerido, según la cantidad que haya comido. Nosotros colaboramos con el Seprona, que son quienes realizan la investigación judicial». Además, también está el trabajo que desarrolla la Guardería de Medio Natural, que tienen la consideración de policía judicial genérica.
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Lo que parece que está claro es que estos casos de envenenamientos están asociados a la actividad ganadera, con el fin de acabar con especies depredadoras, especialmente los lobos. Lo que les extraña a los investigadores es que últimamente no hubo ningún ataque de lobos en la zona, aunque apuntan que se puede tratar de una práctica para preparar los altos para la próxima llegada del ganado.
La dura jornada culmina sin resultados claros, pero preparando ya el plan de rastreo para días posteriores, en los que ya participarán efectivos del Seprona. La intención es batir prácticamente todas las laderas de la zona. Si lo habitual es encontrar carne envenenada cerca de pistas forestales, en este caso no se descarta que pueda estar escondida monte arriba. Quizá las claves las puedan encontrar los investigadores en las múltiples cabañas que hay en la zona.
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