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Estupor y consternación. La localidad de Benia de Onís se agolpó ayer en la iglesia de Santa Eulalia para despedir a Pablo Torroba, una de las tres víctimas mortales de Llanes. Era difícil pronunciar palabra para todo aquel que tuvo la suerte de compartir algún ... momento de su vida con Pablo. Sus amigos más cercanos quisieron hacerle su propio homenaje y, poco antes del funeral, se juntaron en la pista polideportiva donde tantos momentos habían vivido con él.
«En verano veníamos todos los días a jugar aquí», recordaba, entre lágrimas, Mateo de Lorenzo, uno de sus mejores amigos. «Era muy buena persona, un gran amigo y muy majo», aseguraban los demás, abrazados en una de las gradas del polideportivo. También sus compañeros del Cánicas Athletic Club, equipo en el que jugó la temporada pasaron, se arropaban unos a otros justo antes de entrar en la iglesia. «Tenía mucha personalidad. Jugaba de extremo derecho y era muy buen compañero. También le gustaba ser competitivo y luchar hasta el final», confesaban.
Fue en el momento en el que empezó el funeral, oficiado por el párroco Andrés Fernández Díaz, de Pola de Siero y muy cercano a la familia, cuando el dolor brotó de lo más profundo de los allí presentes. Pero sobre todo de sus padres y abuelos. «¿Por qué ha pasado esto?», preguntaba al cura su abuelo Pau, en mitad de la misa. La respuesta de éste fue «la de aquel que no tiene palabra, que es el gesto que habéis hecho vosotros: el silencio y el abrazo, todo ello lleno de amor», contestó.
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Su madre, Carmen Vera, sacó fuerzas, de pronto y sin saber de dónde, para despedir a su hijo con unas emotivas palabras en las que agradeció el apoyo recibido en estos duros momentos: «Mi niño ha volado. Llevamos dos días desbordados por todo el cariño, todo el apoyo y toda la fuerza que nos ha hecho mantenernos en pie y que estoy convencida que nos va a acompañar el resto de nuestras vidas. Mi hijo estaría flipando de todo el cariño que nos estáis dando. Hasta el Sporting y el Oviedo nos han transmitido su dolor», expresaba su madre, que pidió una única cosa a todos los presentes: «Recordad a Pablo como era: un terremoto, pura vida y pura energía. Vivió feliz, así que ayudadnos a que su recuerda no muera para que viva en nuestros corazones».
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