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Llevan así desde el 3 de diciembre. Cuando llamamos a Javier López, propietario del hotel restaurante Casa Julián, en Niserias, su teléfono nos dice que está apagado o fuera de cobertura. Al llamar al fijo de su negocio, ni siquiera eso. Simplemente no da señal. Media hora después, nos llama. «Tengo que salir de casa y caminar hasta el prau, aquí ya me entran todas las llamadas perdidas y voy llamando», nos explica. Está tan harto que, después de pensárselo mucho, decidió cerrar su negocio, por lo menos hasta que llegue la temporada alta. «Es la primera vez en 80 años que tenemos que decir a un cliente que no puede dormir aquí», decía enfadado. Y es que su negocio, en Niserias, en Peñamellera Alta, es toda una institución en el Oriente de Asturias. No en vano, su establecimiento al pie del Cares es de esos que atesora vivencias ya desde los tiempos en los que Franco comía en Casa Julián después de sus días de pesca en Asturias o Manuel Fraga jugaba en el bar sus típicas partidas de dominó. Fíjense que el hotel tiene teléfono fijo desde 1961 y página web desde 1998, siendo uno de los primeros establecimientos hosteleros de la región en estrenarla. Ahora, ya bien metidos en el siglo XXI, ambos le son inservibles.
¿Las razones? Son varias. La primera, el lugar en el que viven, donde siempre ha habido cortes de luz y cobertura cuando hay tormenta, problemas con la tele, dificultades propias de vivir en una zona aislada de la Asturias rural. Pero también la falta de previsión, puesto que una normativa europea obligó a la empresa telefónica a retirar la línea existente, de cobre, que daba servicio de ADSL a este negocio y muchos otros vecinos y empresarios de la zona baja de Peñamellera Alta, un lugar rodeado de montañas, un paraíso ahora sin cobertura. Tras una moratoria concedida, la línea se cortó, pero sin que se hubiese desplegado la fibra óptica prometida que les hubiese permitido mantener el servicio. Así las cosas, están peor «que hace cuarenta años».
«El Principado dice que es una situación difícil, que está en ello, y en el Ayuntamiento no pueden hacer mucho, aseguran que no es su competencia», se queja Javier López, quien nos cuenta que hay «muchos negocios en la misma situación, así como cientos de personas mayores que no podrían ni llamar a emergencias si les pasase algo», denuncia. Nos cuenta cómo empezó todo. «El 3 de diciembre nos quedamos sin línea. En enero escribí una carta al Principado y me dijeron que lo arreglarían cuanto antes. Hace quince días envié una segunda carta, y por ahora tengo la callada por respuesta», se lamenta. El alcalde de Peñamellera Alta, José Antonio Roque, lleva meses pidiendo una solución, pero la solución no llega.
Pero, ¿es esto normal? ¿Qué sabemos de la cobertura en Asturias? Según un estudio encargado por el Principado de Asturias, en octubre de 2022 el 92% de la población tenía una cobertura «buena o excelente». Claro, que en el propio informe se reconoce que estos datos se refieren a unos 850.000 asturianos, porque hay unos 50.000 habitantes de áreas alejadas y alrededor de 127 poblaciones a las que el estudio no pudo llegar. Y de entre los analizados, aunque es cierto que la cobertura es «excelente» en 42 concejos y «buena» en 23, lo cierto es que es «regular o mejorable» en 13 municipios, más del 30% del territorio. Se trata de Belmonte de Miranda, Cabrales, Cangas del Narcea, Caso, Ibias, Morcín, Ponga, Proaza, Sobrescobio, Somiedo, Tineo, Yernes y Tameza y, como presumíamos, Peñamellera Alta.
Lo destacable de esta situación que aquí les contamos es que se trata de una zona que tenía un servicio hace tres meses y ahora no lo tiene. «Es una vergüenza lo que están haciendo con nosotros, hace un año y medio que pasaron los cables por delante de nuestras casas, pero no nos terminan de conectar», se queja Fernando Fernández, del Hotel La Molunica, camino de Panes desde Niserias. Se refiere a la extensión del servicio de fibra óptica que se desplegó por otros lugares de la zona. Como su colega de Casa Julián, se encontró el pasado mes de enero con que no podía recibir reservas a través de las plataformas de internet ni se le podía localizar por los teléfonos que tiene colgados en su página web. Y en caso de que llegase algún cliente, no podían ofrecer servicio de wifi ni cobertura de móvil, ni siquiera cobrarles con tarjeta.
«Nos quitaron el cobre por el que llegaba el ADSL, pero no nos dan servicio alternativo. Yo estoy pagando 500 euros con tres compañías distintas de satélite para dar algo de servicio al hotel», nos muestra. Y es que la solución de 'háztelo tú mismo', en esta zona del municipio, es complicada, porque a los pies de la Pica Peñamellera, rodeados de montañas, ni el satélite garantiza una buena cobertura. «Cuando el hotel está lleno, no tenemos cobertura para todos. Si no pago todo este dinero, estaría cerrado», denuncia. En su opinión, el problema es «la ineptitud» de las administraciones, «porque en Alles y Llonín ya lo tienen, pero aquí, como somos pocos, no nos tienen en cuenta». Responsabiliza al Principado, al Ayuntamiento y a la empresa adjudicataria del servicio, que se supone público.
Juan Esteban Martínez Mones, de la Carnicería El Cares, que también es fábrica de embutidos, en la localidad de Trescares, es otro de los empresarios afectados. «Hay cobertura cuando la hay. No sé quién permitió quitar lo viejo sin dar una alternativa. Estamos peor que hace 40 años», se lamenta. Y aunque lo de los negocios es sangrante, lo de los vecinos es muy preocupante, incluso peligroso. «Hay gente con 90 años que se quedó sin teléfono, y en caso de emergencia tiene que avisar a un vecino joven para que les ayude. Hay gente que vive sola. Aquí en Trescares seremos quince casas y un restaurante. ¿Quién consintió a las compañías telefónicas quitar lo viejo sin poner lo nuevo?», se pregunta. En su opinión, fueron esos mismos políticos que «se llenan la boca con los pueblos, con su preocupación por la despoblación, con ayudar a la España vaciada... Con esto, nos están echando. Es como una película de terror, es terrorífico. Nadie nos da solución», se queja.
No lejos de La Molinuca, en La Candaliega, junto a la carretera que lleva a Llonín, tiene negocio la familia ganadera Díaz-Caso: un almacén de piensos con tienda de productos artesanos y souvenirs que, al pie de la carretera, tiene sobre todo clientela por el verano. Claro que ahora, como en la carnicería de Juan Esteban, solo se puede pagar en efectivo. «Como no funciona el TPV, no hay manera de cobrar a la gente, que ahora muchos o pagan con tarjeta o con el teléfono móvil», lamentan Mari Carmen y María Josefa. Ni 'bizums' pueden hacerles. «Tengo el móvil puesto fuera de la tienda, en la ventana, porque es el único sitio en el que hay cobertura», describe Mari Carmen. Así las cosas, y aunque no ha hecho cálculos, teme estar perdiendo pedidos. «Vendemos pienso a mucha gente, y no solo de la zona, también de León, y si llaman por teléfono y no da señal, pues supongo que llamarán a otro almacén», explica. Pares donde pares, la historia es la misma, o parecida. Nos lo cuenta Rosa Mari, de Trescares, que desde la puerta de su casa nos enseña su móvil, apagado. ¿Para qué va a encenderlo?
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