Gijón
Domingo, 19 de mayo 2024, 02:00
Puede suceder en un despacho de la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar. Ese, pese a lo frío que a priori pudiera parecer sería, de hecho, el mejor de los escenarios. Allí se despedirá de sus padres. Porque también puede ocurrir cuando está a punto ... de salir del colegio. O cuando ha estado pasando una inusual jornada de parque con un familiar que, pese a lo lúdico del momento, tiene una cara muy seria. Y, a veces, llora.
Publicidad
En cualquiera de los escenarios, unos adultos desconocidos se acercarán a él o a ella y le dirán que, desde ese mismo momento, su casa ya no será su casa; ya no dormirá en su habitación; tampoco verá a papá, a mamá o a ninguno de los dos durante un tiempo. Le dirán, también, que desde ese día no volverá a su guardería, colegio o instituto. Le dirán que, sus compañeros de estudios serán otros. Como otra será, para muchos, su ciudad,
292 son los menores cuyas familias están investigadas por 'negligencia' en su cuidado.
137 son los adolescentes cuyas familias tienen 'dificultad de control de su conducta'.
70 menores están bajo la tutela del Principado tras ser víctimas de maltrato físico.
33 menores tuteladas por el Principado han sido víctimas de abuso sexual.
¿El motivo? Él o ella han sido declarados 'en desamparo', que es la situación de máxima alerta para el sistema de protección a la infancia y la que pone en marcha la maquinaria administrativa, en Asturias la de la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar, para asumir la tutela del menor. Un decisión tan difícil de tomar como lo es su marcha atrás.
«Nunca se toma a la ligera. Hay mucha intervención con la familia antes. Solo en los casos muy graves, abuso sexual o maltrato físico, se actúa inmediatamente. En el resto, se trata de trabajar con la familia para reconducir la situación». Así lo explica la gerente del Colegio Profesional de Educadores Sociales de Asturias (Copespa).
Publicidad
Flor González, que también fue fundadora del órgano colegial, conoce al dedillo el proceso de retirada de tutela, porque ha participado en muchos casos. «Todos son traumáticos». Porque «por muy mal que estén con sus familia, los críos siempre quieren seguir con los suyos». Pero no siempre pueden.
«Lo ideal es trabajar con las familias y que el menor pueda seguir en su hogar». Algo que se hace en los casos de riesgo 'medio'. «Por ejemplo, ausencias numerosas al colegio, aunque sean justificadas, abandono emocional o incapacidad del adulto para cuidados básicos».
Publicidad
Si el riesgo es tan alto que se convierte en 'desamparo', la maquinaria se pone en marcha. «El Principado asume la tutela (en 2022, la última cifra oficial, lo hizo con 248 menores) y está clara la prioridad: que no ingrese en un centro».
Para ello, lo primero que se hace «es buscar entre la propia familia. Si hay un hermano, un abuelo, un tío, algún pariente que pueda acogerle». Se llama acogimiento 'en familia extensa'. Si no hay parientes o no es posible que ellos se hagan cargo, «se buscan familias de acogida». Porque el objetivo, insiste Flor González, «es que vivan en un ambiente familiar». Cuando las alternativas familiares fallan, llega la entrada en un centro.
Publicidad
Y eso es lo que le cuentan, si tiene la edad para entenderlo, los adultos desconocidos con los que se encuentra en un despacho de la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar. O en la puerta de su colegio. O en ese parque a donde le ha llevado, por sorpresa, un familiar. «Al menor se le explica todo en un lenguaje que pueda entender». Explicaciones que no alivian la angustia.
«Si el proceso se realiza en un despacho, con la familia, suele ser desgarrador, pero, al menos, ha ido con sus cosas», cuenta González. Si se lleva a cabo en el colegio o en el parque, «el crío se encuentra con que, de repente, se va con unos adultos a los que no conoce».
Publicidad
Noticia relacionada
«Aunque sea para mejor, ese paso es demoledor. Te encuentras solo y asustado». Marcos Madrigal preside hoy Identidad para Ellos, entidad de ayuda a extutelados. Situación por la que pasó él mismo, de niño.
Esa primera noche en un centro de acogida «es muy dura», pero, explica Flor González, «los críos son absolutamente resilientes». En seguida se adaptan a un sistema que intenta clonar la vida familiar. «El centro es su casa. Siguen yendo al cole, aunque sea otro, tienen actividades extraescolares, deportes, ocio. Si no pueden pasar el fin de semana con su familia, desde el centro hay salidas, visitas, cine...» Una vida que incluye «paga», así como «todos los gastos pagos». Lejos de los orfanatos de Dickens «a los críos se les compra lo que necesiten». Ropa de marca incluida.
Noticia Patrocinada
La retirada de tutela se revisa cada seis meses. «Muchos críos vuelven con sus familias, solucionado el problema que motivó la intervención», pero otros «seguimos hasta la mayoría de edad», recuerda Madrigal. Un perfil mayoritario ahora, ya que el tutelado llega al sistema en plena adolescencia «con graves problemas de conducta». Se trabaja para que «sean independientes, sean dueños de su futuro», asevera Flor González.
Madrigal sigue teniendo muy presente el niño tutelado que fue. Y prefiere hacer suyo el mensaje de Boris Cyrulnik, el neuropsiquiatra 'padre' del término resilencia: «El día en que el discurso deje de considerar a las víctimas como cómplices del agresor o reos del destino, el sentimiento de haber sido magullado será más leve. Cuando los profesionales se vuelvan menos proclives a la moralización, los heridos se recuperarán más rápido». Y la empatía no necesitará tutela.
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Te puede interesar
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.