«La situación entre ellos era crítica por la obsesión que tenía Pedro Nieva por que le fuese infiel. Sufría una celopatía que fue en aumento». El capitán de la Policía Judicial de la Guardia Civil de la Comandancia de Gijón que se hizo cargo ... de la investigación del crimen de Javier Ardines declaró ayer durante más de cinco horas en la vista oral que se celebra en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial. Describió a un Nieva «controlador y posesivo», que había grabado la conversación entre su mujer y Ardines «tras sospechar que ambos mantenían una relación» y no por casualidad, como el acusado dijo ante el jurado. Para desvirtuar la declaración de Nieva se escuchó en la sala no solo la grabación entre los dos amantes, también la que él mantuvo con la esposa de Ardines y en la que decía que puso a grabar el móvil después de sospechar «a raíz de unos estados de whatsapp que vio entre ambos».
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En la investigación, según detalló el capitán, se constató que Nieva dijo «haber escuchado esa grabación cien veces» y que a raíz de conocer la infelidad de su mujer «le colocó una baliza en el coche, buscó por internet tests de paternidad e información para instalar micros en su casa familiar... ¡Tenía celos incluso del perro!». Nueve meses después de constatar que su mujer le era infiel, ella se desplazó como cada verano a Llanes. «Era el 5 de agosto, Katia llegó a Llanes y una hora después llegó él, discutieron porque no quería que ella se quedase allí sola y cuando volvió a Bilbao unas horas después, envió esa grabación a la esposa y la hija de Ardines», explicó el guardia civil.
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Para entonces, según la Benemérita y las acusaciones pública y particular, ya se habría desplazado junto a Jesús Muguruza y Djillali Benatia a Belmonte de Pría «para enseñarle sobre el terreno el lugar en el que debería de ejecutar el plan». Las pruebas que sustentan ese viaje «son los posicionamientos de los teléfonos móviles de los tres, que aparecen recogidos juntos en varios puntos de Cantabria, donde se les estropeó el coche en el que viajaban, y luego en el aeropuerto donde alquilaron otro coche. La propia compañía de seguros nos manifestó que pidió un taxi para tres personas», explicó. Según se defendieron Nieva y Muguruza en sus declaraciones, esa tercera persona sería «un tal Julián», supuesto experto en tejados con el que habría viajado a la casa del presunto inductor en Llanes para ver «una reparación de la cubierta». Sus respectivos abogados que les defienden no han citado a declarar a ese acompañante sorpresa para que corrobore su versión y los exculpe de la preparación de la emboscada que acabaría sufriendo días después el concejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Llanes.
Del día de autos, la madrugada del 16 de agosto de 2018, los posicionamientos de los teléfonos de los supuestos sicarios, Djillali Benatia y Maamar Kelii, aparecen juntos en Bilbao a las 3 de la mañana. «El móvil de Benatia se apaga luego, en el mundo delincuencial es sabido que el teléfono móvil te puede delatar, llegó a retirar hasta la tarjeta SIM», detalló el capitán. El dispositivo de Maamar Kelii sí habría sido recogido por la antena de Belmonte de Pría. Además, el coche en el que circulaban quedó registrado dos horas después del crimen en el peaje de entrada a Bilbao. «En esas horas posteriores al crimen constan ciento y pico llamadas de Djillali Benatia a Jesús Muguruza, en un intento desesperado de comunicarle que lo habían matado y pedir más dinero por el encargo recibido».
Al día siguiente, «Maamar Kelii estaba muy nervioso y se compró un billete para irse Argelia, lo llevó el propio Benatia hasta el aeropuerto de Barcelona, el coche quedó recogido en las cámaras de tráfico en Barcelona». El presunto sicario regresó a España y el 18 de noviembre de 2018, tan solo un día después de que EL COMERCIO adelantase que la investigación de la Guardia Civil se centraba en el País Vasco, tal y como relató el capitán en la sala de vistas, volvió a «salir precipitadamente del país y se fue a Suiza». Allí sería detenido en febrero por un robo con fuerza, por lo que cuando se materializaron los arrestos de sus tres supuestos compinches en febrero, él ya estaba en prisión preventiva en el país helvético. Fue extraditado tiempo después y puesto a disposición de la jueza de Llanes acusado de un delito de asesinato.
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En palabras del instructor de la investigación, «el ataque sufrido por la víctima era homicida, murió asfixiado, pero el golpe que le propinaron por detrás y le fracturó la base del cráneo ya habría sido letal». «Para nosotros el caso está resuelto. A Javier Ardines lo mataron los cuatro», resumió.
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