Los acusados del crimen de Ardines se la juegan a una carta: negar la mayor

Pedro Nieva, el presunto autor intelectual del crimen, optó por mantener en su declaración una actitud victimista. No habría encargado a los sicarios liquidar al amante de su esposa. Es más, aseguró que él, y solo él, era el culpable del fracaso de su matrimonio por haber dedicado mucho tiempo a su trabajo y menos a su familia. Lejos de la actitud celosa y posesiva hacia su mujer, Katia Blanco, lo que según el procedimiento le llevó a contratar detectives privados, balizar el vehículo de la mujer e incluso buscar en internet pruebas de paternidad, en su testimonio se mostró como un hombre dialogante y comprensivo. No odiaba a Ardines. Inclusó llegó a mantener una «conversación larguilla y sin amenazas» con él tras enterarse, «de casualidad», no porque pusiese a grabar a escondidas el móvil, que mantenía una relación con su esposa. «No tengo nada que ver con lo que pasó ni conozco a esos señores», dijo, refiriéndose a los dos ciudadanos argelinos que supuestamente contrató por 25.000 euros para que tendiesen una emboscada a la víctima.

Su amigo Jesús Muguruza, presunto mediador, también rechazó cualquier participación en el asesinato. Afirmó que el viaje que hizo tres semanas antes del crimen con Nieva a Llanes no fue para enseñarle el terreno a Djillali Benatia, el presunto sicario, sino para «ver la reparación del tejado». Para ello, y como efecto sorpresa porque no había sido mencionado en todo el procedimiento, nombró a «un tal Julián», experto en tejados, que les habría acompañado.

Sobre Benatia dijo conocerle «de pescar, de hablar de cebos y de poco más». Sin embargo, en las diligencias de la Guardia Civil que hoy empezarán a ser desgranadas ante el tribunal, aparecen casi un centenar de llamadas del ciudadano argelino a Muguruza durante las horas posteriores al crimen de Javier Ardines.

Su compatriota Maamar Kelii negó haber atacado al concejal a cambio de dinero y también negó haber estado alguna vez en Llanes. El argumento que utilizó en su declaración para explicar por qué su teléfono móvil quedó recogido en una antena de Belmonte de Pría el día de autos, la madrugada del 16 de agosto de 2018, fue el siguiente: «Ese teléfono lo utilizaba mi familia, entre ellos mi sobrino que vivía con nosotros, el móvil desapareció ese día y yo no supe más de él, no lo denuncié porque era de escaso valor».

Será hoy cuando dos de los investigadores de la Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de Gijón comiencen a detallar las pesquisas que se prolongaron durante seis meses y en las que se utilizó avanzada tecnología para lograr, supuestamente, posicionar y relacionar a los cuatro hombres acusados de planear y ejecutar el crimen del concejal llanisco de Izquierda Unida Javier Ardines.